El Papa Francisco este jueves durante el encuentro
con las religiosas en el Aula Pablo VI. Foto: ABC
Esta figura aparece en el Nuevo Testamento en una Carta de San Pablo
a los Romanos
El Papa Francisco abrió este
jueves una vieja disputa dentro de la Iglesia al comprometerse durante una
reunión con religiosas en el Aula Pablo VI del Vaticano a crear una comisión de
estudio sobre la cuestión del diaconado permanente femenino. Pero, ¿qué
significa ser diácono? ¿Hay algún antecedente en la historia de la Iglesia que
abra esta posibilidad a las mujeres?
¿Qué significa ser diácono?
El profesor Santiago Madrigal,
profesor de Teología en la Universidad Pontificia de Comillas explica a ABC que
«desde muy antiguo en la Iglesia se reconoce que
existe un orden jerárquico en tres figuras que son obispo, presbítero y
diácono». Para poder ser diácono es «necesario
recibir el sacramento del Orden».
Si las
mujeres pudieran optar al diaconado, ¿sería necesario entonces que fueran
ordenadas?
Sí, porque pasa por el rito
sacramental. Además tendría que modificarse el Código de Derecho Canónico porque
no está previsto la ordenación femenina.
¿A fines prácticos cuál es la función del diácono?
Puede celebrar varios
sacramentos, como bautizar o casar. Lo que no puede hacer desde el punto de
vista sacramental es confesar, presidir la Eucaristía o dar los últimos
sacramentos. Dentro de la tradición de la Iglesia, la ordenación diaconal es «paso previo a la ordenación sacerdotal», pero
«hay también un diaconado permanente solo reservado para laicos varones»,
explica el profesor.
En el caso del diaconado permanente, ¿la persona puede estar casada?
Si antes de recibir el sacramento
del Orden la persona estaba casada no es óbice, pero si estaba soltero debe
permanecer célibe. El profesor de Teología explica que el Concilio Vaticano II «revisó el estatuto del diácono sobre todo para paliar
las situación ya sentida de la escasez de clero», pese a que se trata de «una
fórmula antigua perdida por la Iglesia Occidental pero mantenida en las
iglesias orientales». Hasta el Concilio, el diaconado «había quedado reducido a
ese paso previo a la ordenación al sacerdocio», añade.
¿Tienen el mismo significado las palabras «diácono» y «diaconisa»?
El profesor de Teología explica
que «el lenguaje sobre el diácono permanente es moderno, después del Concilio
Vaticano». «No podemos extrapolar lo que nosotros
entendemos ahora como diácono permanente a lo que han sido las diaconisas en la
Iglesia antigua», recordó Santiago Madrigal.
¿Quiénes eran entonces las «diaconisas» en la Iglesia antigua y cuáles
eran sus funciones?
Su papel como bien ha dicho el
Papa Francisco durante el encuentro este jueves con las religiosas en el Aula
Pablo VI «no está claro». El profesor Madrigal explica que «no se conocen muy
bien sus funciones pero lo más probable es que tuvieran funciones de servicio a
la comunidad».
¿Aparece la figura de la «diaconisa» en la Biblia?
Sí, el caso más original es «Febe»,
el personaje que aparece en la cartas de San
Pablo a los Romanos. El profesor
Madrigal explica que Pablo, en realidad, la llama «diácono»
porque en griego la palabra diácono «no tiene femenino» pero sabemos que
«Febe» es «nombre
de mujer». Esa mujer, según explica, «desempeñaba
una tarea importante en las comunidades paulinas en la que se reunían
seguramente en su casa». «Febe» no es la única referencia a esa diaconía
ejercida por mujeres en el Nuevo Testamento pero sí la última. Madrigal explica
que con el paso del tiempo –entre el siglo VIII o IX– la figura de diaconisa «se empieza a orillar y a desterrar».
¿Las mujeres pueden ser Ministros Extraordinarios de la Comunión?
Sí, se trata de un ministerio
laical contemplado en la Iglesia católica y estipulado en el Canon 230, párrafo
tercero del Derecho Canónico que dice: «Donde lo
aconseje la necesidad de la Iglesia y no haya ministros, pueden los laicos,
aunque no sean lectores ni acólitos, suplirles en algunas de sus funciones, es
decir, ejercitar el ministerio de la palabra, presidir las oraciones
litúrgicas, administrar el bautismo y dar la sagrada Comunión según la
prescripción del derecho». Y en el canon siguiente (231) establece que
para ejercer este ministerio laical se requiere de la debida formación,
conciencia y generosidad.
De esta manera los laicos pueden
ayudar en una forma activa a los párrocos en la distribución de la Comunión,
tanto en la misa como fuera de ella.
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