3.300 dólares por
el cerebro de un niño abortado. Tejido fetal a 595 dólares y miembros
superiores e inferiores (con manos y pies) a 890. Es el mercado del
horror que analiza en el Congreso de los Estados Unidos el Subcomité de
Investigación de Vidas Infantiles, que estudia las pruebas que apuntan a que la
multinacional abortista Planned Parenthood se lucraba con el comercio de
órganos fetales.
Bajo el terrorífico título de El precio del tejido fetal, la sesión del Congreso examina «documentos, facturas y folletos
promocionales que revelan que varias clínicas pueden haber violado la ley
federal al lucrarse con la venta de órganos, tejidos y partes del cuerpo
humano», en palabras de la presidenta del Subcomité, Marsha Blackburn.
Vidas humanas despedazadas –y el verbo no
es figurado– antes de ver la luz que, presuntamente, terminan enriqueciendo a
los promotores del negocio del aborto. Baby skull
matched to upper and lower limbs: $595 (cráneo
unido a las extremidades superiores e inferiores: 595 dólares).
El congresista republicano Sean Duffy pide
explicaciones sobre la información descubierta. Y el presidente de Estudiantes
por la Vida, Kristian Hawkins, denuncia que «las pruebas confirman que Planned
Parenthood ha obtenido importantes beneficios vendiendo partes de bebés a los
que habían abortado».
Pero los cráneos a granel parecen no ser
noticia para las grandes cadenas, que han dedicado su tiempo a la interminable
carrera presidencial de Trump y Clinton o a la vuelta a las pantallas de Juego de Tronos. Solo las webs provida se hacían
eco de lo que ocurría tras las paredes del Congreso: presuntamente, una
asociación sin ánimo de lucro receptora
de jugosas subvenciones por todo el planeta (también en España) se lucraba con
vidas humanas.
Niños en venta de los que nadie habla. Un
mercado de la vergüenza que no abrirá, tampoco en España, informativos. Como
decían en Más allá del límite, «no le pasa a nada a su televisor. No intente ajustar su
imagen». Si no se cuenta, no ha ocurrido.
Rosa Cuervas-Mons
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