martes, 3 de mayo de 2016

EL MERCADO DE LA VERGÜENZA


3.300 dólares por el cerebro de un niño abortado. Tejido fetal a 595 dólares y miembros superiores e inferiores (con manos y pies) a 890. Es el mercado del horror que analiza en el Congreso de los Estados Unidos el Subcomité de Investigación de Vidas Infantiles, que estudia las pruebas que apuntan a que la multinacional abortista Planned Parenthood se lucraba con el comercio de órganos fetales.

Bajo el terrorífico título de El precio del tejido fetal, la sesión del Congreso examina «documentos, facturas y folletos promocionales que revelan que varias clínicas pueden haber violado la ley federal al lucrarse con la venta de órganos, tejidos y partes del cuerpo humano», en palabras de la presidenta del Subcomité, Marsha Blackburn.

Vidas humanas despedazadas –y el verbo no es figurado– antes de ver la luz que, presuntamente, terminan enriqueciendo a los promotores del negocio del aborto. Baby skull matched to upper and lower limbs: $595 (cráneo unido a las extremidades superiores e inferiores: 595 dólares).

El congresista republicano Sean Duffy pide explicaciones sobre la información descubierta. Y el presidente de Estudiantes por la Vida, Kristian Hawkins, denuncia que «las pruebas confirman que Planned Parenthood ha obtenido importantes beneficios vendiendo partes de bebés a los que habían abortado».

Pero los cráneos a granel parecen no ser noticia para las grandes cadenas, que han dedicado su tiempo a la interminable carrera presidencial de Trump y Clinton o a la vuelta a las pantallas de Juego de Tronos. Solo las webs provida se hacían eco de lo que ocurría tras las paredes del Congreso: presuntamente, una asociación sin ánimo de lucro receptora de jugosas subvenciones por todo el planeta (también en España) se lucraba con vidas humanas.

Niños en venta de los que nadie habla. Un mercado de la vergüenza que no abrirá, tampoco en España, informativos. Como decían en Más allá del límite, «no le pasa a nada a su televisor. No intente ajustar su imagen». Si no se cuenta, no ha ocurrido.

Rosa Cuervas-Mons

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