miércoles, 10 de septiembre de 2014

EL PAPA, MUY AFECTADO POR EL ASESINATO DE TRES RELIGIOSAS EN BURUNDI


El Papa Francisco ha expresado a los familiares y hermanas de las religiosas asesinadas en Burundi, sor Lucia Pulici, sor Olga Raschietti y sor Bernardetta Boggian, su profunda tristeza por la trágica muerte de «tres generosas testigos del Evangelio»

Noticia digital (09-IX-2014)

Tres hermanas de la congregación de las javerianas aparecían muertas en sus habitaciones de la misión de Kamenge, a las afueras de la capital de Burundi, este domingo. Según las autoridades de Burundi, las religiosas habrían sido víctimas de un intento de robo por parte de algún perturbado mental, y fueron violadas y apuñaladas.

Puestos los hechos en conocimiento del Santo Padre, el Pontífice expresó su profunda tristeza por el terrible asesinato, y pidió que la «sangre derramada se convierta en semilla de esperanza». El Papa, que se refirió a las tres hermanas como generosas testigos del Evangelio, envió sus condolencias a través del secretario de Estado, Pietro Parolin: «El Santo Padre pide al Señor que acoja en su morada de paz y de luz a estas tres religiosas fieles y entregadas. En esta trágica circunstancia expresa su cercanía a la comunidad religiosa a la que pertenecían, a las familias de las víctimas y a la entera comunidad diocesana. Como prenda de consuelo les envía, de todo corazón, al igual que a todas las personas afectadas por esta brutal desaparición, una afectuosa bendición apostólica».

Las hermanas, muy queridas por la población local, tenían 75, 83 y 79 años, y llevaban siete como misioneras en Burundi. Antes, habían dedicado su vida a los más desfavorecidos del Congo. «A pesar de su frágil salud, pidieron volver a la misión y dieron su vida hasta el final», ha recordado la directora general de las javerianas, Giordana Bertacchini, que ha expresado su gratitud a las hermanas por su labor.

Sor Lucía, explicaba el superior de los hermanos javerianos en Burundi, el padre Mario Pulcini, se había dedicado siempre a los enfermos, y hacía una labor extraordinaria en la parroquia y en la Iglesia. Olga se dedicaba sobre todo a la catequesis y la enseñanza, y tenía también una grandísima sensibilidad hacia los enfermos y Bernardetta, que había sido superiora, centraba su labor en la escuela de corte y confección para chicas que había en Bujumbura.

La población local se ha reunido en torno a la Iglesia en estado de shock y teme que los misioneros se vayan y abandonen el barrio y la parroquia, por lo que se esfuerza en colaborar con la investigación.

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