Sí
señores, porque el 12 de enero del año 1951 el Papa Pío XII, mediante carta apostólica, nombraba patrón de la
radio y de las telecomunicaciones al Arcángel
Gabriel.
NO CONTENTO CON ELLO, REITERABA EL NOMBRAMIENTO EN SU ENCÍCLICA DEL 8 DE SEPTIEMBRE DE 1957 “MIRANDA PRORSUS” (“MARAVILLOSOS PROGRESOS”) REFERIDA AL CINE LA RADIO Y LA TELEVISIÓN, COSA QUE HACÍA CON ESTAS PALABRAS:
“Y para que la actuación del plan divino a través del hombre consiga un éxito más seguro y eficaz, hemos declarado, con Nuestra autoridad apostólica, celestial Patrono del telégrafo, del teléfono, de la radio y de la televisión a San Gabriel Arcángel “que ha traído al género humano... el tan deseado anuncio de la Redención”. Nuestro intento era hacer caer en la cuenta de la nobleza de su vocación a cuantos tienen en sus manos los benéficos instrumentos que permiten difundir en el mundo los grandes tesoros de Dios, como buenas semillas, destinadas a producir centuplicado el fruto de la verdad y del bien”.
Nada tiene de particular que un ángel, precisamente un ángel, fuera elegido como santo patrón de las comunicaciones, cuando la propia palabra “ángel”, del griego “angelos” (ἄγγελος), no significa otra cosa que justamente eso, “mensajero”.
La raíz está presente también en la palabra “evangelio”, de “eu” (εὐ ) “bueno”, y angelion (αγγέλιον), “mensaje, noticia, nueva”, la buena nueva.
Y puestos a elegir un ángel, que mejor aquél que, precisamente, se encarga de emitir el gran mensaje de la encarnación del verbo, en un episodio que recoge, entre los evangelistas, Lucas y sólo Lucas, quien lo hace con estas palabras:
“Al sexto mes envió Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y, entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.» María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada imposible para Dios.» Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel, dejándola, se fue” (Lc. 1, 26-38).
EL PAPEL DE MENSAJERO LE VA BIEN A GABRIEL, QUE YA LO DESEMPEÑA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO:
“Mientras yo, Daniel, contemplaba la visión e intentaba comprenderla, vi de pronto delante de mí a alguien con aspecto humano, y oí una voz humana junto al río Ulay, que gritaba: ‘Gabriel, explícale a éste la visión’. Él se acercó a donde yo estaba y, cuando llegó, caí de bruces asustado. Me dijo: ‘Hombre, debes comprender que la visión se refiere al tiempo final’. Mientras me hablaba, yo estaba aletargado, rostro en tierra. Él me tocó y me hizo incorporarme. Después me dijo: ‘Mira, voy a manifestarte lo que ocurrirá al final de la cólera, porque el fin está fijado. El carnero con dos cuernos que has visto representa a los reyes de Media y Persia. El macho cabrío representa al rey de Grecia, y el cuerno grande entre sus ojos es el primer rey. Los cuatro cuernos que despuntaron en lugar del que se rompió representan a cuatro reinos salidos de su nación, aunque menos poderosos. Y al final de sus reinados repletos de crímenes, surgirá un rey insolente y embaucador. Aumentará su poder, será un destructor portentoso y triunfará en sus empresas; destruirá a poderosos y al pueblo de los santos. Con su astucia hará triunfar la traición en sus obras, se envalentonará, y con frialdad aniquilará a multitudes. Se sublevará contra el Príncipe de los príncipes, pero será destrozado sin intervención humana. La visión referida de las tardes y mañanas es verídica; mantenla en secreto, porque va para largo’”. (Dan. 8, 15-26).
Y DE HECHO, AÚN LO VOLVERÁ A HACER EN EL CORÁN:
“Di: ‘Si hay alguien enemigo de Gabriel -él es quien, autorizado por Dios, lo reveló a tu corazón, en confirmación de los mensajes anteriores, como dirección y buena nueva para los creyentes- si hay alguien enemigo de Dios, de sus ángeles, de sus enviados, de Gabriel y de Miguel, Dios, a su vez, es enemigo de los infieles” (C. 2, 98).
Y sin más por hoy, queridos amigos, muchas felicidades a todos mis compañeros de la radio, y que ellos como Vds., hagan mucho bien y no reciban menos… ¡hasta mañana!
NO CONTENTO CON ELLO, REITERABA EL NOMBRAMIENTO EN SU ENCÍCLICA DEL 8 DE SEPTIEMBRE DE 1957 “MIRANDA PRORSUS” (“MARAVILLOSOS PROGRESOS”) REFERIDA AL CINE LA RADIO Y LA TELEVISIÓN, COSA QUE HACÍA CON ESTAS PALABRAS:
“Y para que la actuación del plan divino a través del hombre consiga un éxito más seguro y eficaz, hemos declarado, con Nuestra autoridad apostólica, celestial Patrono del telégrafo, del teléfono, de la radio y de la televisión a San Gabriel Arcángel “que ha traído al género humano... el tan deseado anuncio de la Redención”. Nuestro intento era hacer caer en la cuenta de la nobleza de su vocación a cuantos tienen en sus manos los benéficos instrumentos que permiten difundir en el mundo los grandes tesoros de Dios, como buenas semillas, destinadas a producir centuplicado el fruto de la verdad y del bien”.
Nada tiene de particular que un ángel, precisamente un ángel, fuera elegido como santo patrón de las comunicaciones, cuando la propia palabra “ángel”, del griego “angelos” (ἄγγελος), no significa otra cosa que justamente eso, “mensajero”.
La raíz está presente también en la palabra “evangelio”, de “eu” (εὐ ) “bueno”, y angelion (αγγέλιον), “mensaje, noticia, nueva”, la buena nueva.
Y puestos a elegir un ángel, que mejor aquél que, precisamente, se encarga de emitir el gran mensaje de la encarnación del verbo, en un episodio que recoge, entre los evangelistas, Lucas y sólo Lucas, quien lo hace con estas palabras:
“Al sexto mes envió Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y, entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.» María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada imposible para Dios.» Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel, dejándola, se fue” (Lc. 1, 26-38).
EL PAPEL DE MENSAJERO LE VA BIEN A GABRIEL, QUE YA LO DESEMPEÑA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO:
“Mientras yo, Daniel, contemplaba la visión e intentaba comprenderla, vi de pronto delante de mí a alguien con aspecto humano, y oí una voz humana junto al río Ulay, que gritaba: ‘Gabriel, explícale a éste la visión’. Él se acercó a donde yo estaba y, cuando llegó, caí de bruces asustado. Me dijo: ‘Hombre, debes comprender que la visión se refiere al tiempo final’. Mientras me hablaba, yo estaba aletargado, rostro en tierra. Él me tocó y me hizo incorporarme. Después me dijo: ‘Mira, voy a manifestarte lo que ocurrirá al final de la cólera, porque el fin está fijado. El carnero con dos cuernos que has visto representa a los reyes de Media y Persia. El macho cabrío representa al rey de Grecia, y el cuerno grande entre sus ojos es el primer rey. Los cuatro cuernos que despuntaron en lugar del que se rompió representan a cuatro reinos salidos de su nación, aunque menos poderosos. Y al final de sus reinados repletos de crímenes, surgirá un rey insolente y embaucador. Aumentará su poder, será un destructor portentoso y triunfará en sus empresas; destruirá a poderosos y al pueblo de los santos. Con su astucia hará triunfar la traición en sus obras, se envalentonará, y con frialdad aniquilará a multitudes. Se sublevará contra el Príncipe de los príncipes, pero será destrozado sin intervención humana. La visión referida de las tardes y mañanas es verídica; mantenla en secreto, porque va para largo’”. (Dan. 8, 15-26).
Y DE HECHO, AÚN LO VOLVERÁ A HACER EN EL CORÁN:
“Di: ‘Si hay alguien enemigo de Gabriel -él es quien, autorizado por Dios, lo reveló a tu corazón, en confirmación de los mensajes anteriores, como dirección y buena nueva para los creyentes- si hay alguien enemigo de Dios, de sus ángeles, de sus enviados, de Gabriel y de Miguel, Dios, a su vez, es enemigo de los infieles” (C. 2, 98).
Y sin más por hoy, queridos amigos, muchas felicidades a todos mis compañeros de la radio, y que ellos como Vds., hagan mucho bien y no reciban menos… ¡hasta mañana!
Luis
Antequera
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