¿ACASO TU MAMÁ FUE MALA CONTIGO?
¡Porque te puedo asegurar que la mía lo era…! Es más… ¡Yo tuve la madre
más malvada de todas!
Mientras
que otros niños comían dulces en el desayuno, nosotros teníamos que comer
cereal, huevos y leche. Mientras que otros niños llevaban una gaseosa y un
alfajor para el recreo, nosotros llevábamos sándwiches caseros. (Ya te
imaginarás que la comida que nos preparaba mi madre era totalmente diferente a
la que comían otros niños). Mi madre insistía en saber dónde estábamos a todas
horas. Se diría que éramos prisioneros. Ella tenía que saber quiénes eran
nuestros amigos y qué era lo que hacíamos cuando estábamos con ellos. Además
insistía en que si decíamos que íbamos a estar fuera una hora, teníamos que
regresar a la casa en una hora o menos. Aunque a mí y a mis hermanos nos
avergonzaba admitirlo, nuestra madre violaba la Ley del Trabajo de Menores y nos
hacía lavar los platos, tender las camas, aprender a cocinar, barrer el piso,
lavar nuestra ropa, tirar la basura y todo tipo de trabajos inhumanos. Es más,
todos los hermanos pensábamos que se pasaba las noches en vela, inventando
nuevas cosas que nos iba a obligar a hacer al día siguiente.
Siempre
nos molestaba con que teníamos que decir siempre la verdad. Es más, creo que
cuando éramos adolescentes era capaz de leer nuestra mente. ¡Y después las cosas se pusieron peores! Mi madre
nunca permitió que nuestros amigos sencillamente tocaran la bocina del coche
cuando estaban frente a la casa para que saliéramos. ¡¡No!!
¡Tenían que entrar a casa para que ella pudiera conocerlos…! Mientras
que todos mis conocidos podían salir con sus “amigas”
y “amigos” desde los 12 o 13 años;
nosotros teníamos que esperar hasta haber cumplido los 16 años. Es triste
decirlo; pero por culpa de nuestra madre perdimos muchísimas experiencias que
otros jóvenes normales pueden vivir… A ninguno de nosotros nos sorprendieron
robando algo en el almacén, o dañando propiedad ajena; es más, ni siquiera nos
arrestaron por algún crimen menor. Eso fue culpa de mi madre.
Y ahora
que ya no vivimos con mamá, todos nosotros somos adultos honestos y
responsables. Y (tengo que reconocerlo) todos estamos haciendo nuestro mejor
esfuerzo para ser malos con nuestros hijos, tal y como mamá lo fue con
nosotros.
A
decir verdad; creo que eso es lo que está mal con el mundo… ya no hay
suficientes malas madres…
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