Monseñor Stephen Rossetti ha sido durante 12 años exorcista principal de la Archidiócesis de Washington (EEUU)
Sthepen Rossetti ha realizado cientos
de exorcismos durante sus 12 años en este servicio.
El
sacerdote Stephen J. Rossetti es uno de los
grandes expertos en Psicología en la Iglesia en EEUU. Lleva más de 30 años
trabajando en el tratamiento psicológico y la renovación espiritual de
religiosos, y también es profesor de la Universidad Católica de América.
Pero lo
importante en este caso es su extensa experiencia como exorcista principal
de la Archidiócesis de Washington, cargo que ocupó durante 12 años,
y en el cual dirigió cientos de sesiones de exorcismos y oraciones de
liberación. Ahora entrena a exorcistas y a los equipos laicos que ayudan al
sacerdote en su lucha contra Satanás.
En un
artículo publicado en la web del St. Michael Center for Spiritual Renewal
(Centro San Miguel para la Renovación Espiritual), monseñor Rossetti relata
un suceso que vivió durante un exorcismo
y que muestra a la perfección cómo es la naturaleza de los demonios.
El
narcisismo es un mal que azota al mundo actual, aunque también en el pasado, y
que tampoco escapa a la Iglesia.
Y precisamente el demonio es el narcisista por antonomasia.
Según
explica este antiguo exorcista, siempre se había preguntado cuando leía en misa
cómo pronunciar correctamente el nombre de la deidad cananea llamada Baal,
y que en realidad es un demonio.
“En una sesión de exorcismo posterior, ¡me enteré!”, relata este sacerdote.
De este
modo, explica que estaba “en un caso difícil y sabíamos que sería una batalla
larga y fea. En un momento, exigí saber: ‘¿Cuántos demonios hay?’. La sarcástica
respuesta demoníaca fue: ‘¡Demasiados para ti!’. A medida que la
cohorte demoníaca se debilitó pude obligarlos a revelar los nombres de todos
los líderes más el número total de demonios presentes: 856. Eso es mucho. Luego
exigí saber los nombres de los líderes y sonó como un ‘quién es quién’ en el
infierno. Esto no iba a ser fácil.
Fueron
pasando los meses y poco a poco uno por uno los demonios, entre ellos los más
fuertes también, fueron siendo expulsados en el nombre de Jesús. “En
ese momento llegamos a Baal. Se vio obligado a revelar que quedaban
679 demonios. Los sacerdotes-exorcistas volvimos a realizar el Rito y, como
siempre, los demonios aullaban de agonía. Estaban tan débiles en este punto que
el agua bendita los quemaba y la mera visión del crucifijo era agonizante. Esto
los torturó”.
Entonces,
prosigue el padre Rossetti, “ordené a Baal que se fuera y pronuncié su nombre,
Ba'al, con dos sílabas. Para mi sorpresa, me corrigió con firmeza:
‘es Baal’ y lo pronunció con una sílaba. Más adelante en la sesión,
me corrigió nuevamente y dijo que su nombre se pronunciaba Baal (como el balido
de una oveja con una ‘L’ al final)”.
El
entonces exorcista reconoce que esto fue “extraño”. Estaba “en medio de una
batalla campal, gritando a pleno pulmón y a punto de ser devuelto al infierno.
Y, sin embargo, estaba concentrado en cómo pronunciar su nombre. ¡Esto
era de un narcisismo increíble!”,
concluye este sacerdote.
Por ello,
una de las lecciones que sacó de este ejemplo es que “los demonios son narcisistas
totales y Satanás es el narcisista más grande de todos. En el
infierno nadie piensa en el bien de otro. Es puro enfoque en uno mismo y, como
Baal, el pensamiento extraño e irracional de un intelecto sucumbido al mal.
Satanás sacrificaría a cada demonio bajo él en el infierno solo para su propio
placer.
“Esto hace que el autosacrificio infinitamente generoso de Dios en Jesús
sea aún más sorprendente. Satanás nos ensartaría para su propio beneficio. El corazón de Jesús fue traspasado en la cruz por
nuestra salvación. Algo sobre lo que pensar...”, concluye.
Javier
Lozano / ReL
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