El dinero no es ni un bien ni un mal, desde un punto de vista moral. De hecho el dinero es una realidad material que, en cuanto creada por Dios, es de por sí buena. Es un medio de intercambio, cuyo valor viene determinado convencionalmente por la sociedad
Por: Mons. Rafaello Martinelli | Fuente:
Catholic.net
¿CÓMO
SE DEBE CONSIDERAR EL DINERO, LA RIQUEZA?
El dinero no es ni un bien ni un mal, desde un
punto de vista moral. De hecho el dinero es una realidad material que, en
cuanto creada por Dios, es de por sí buena. Es un medio de intercambio, cuyo
valor viene determinado convencionalmente por la sociedad.
Es sólo en referencia a la persona que el dinero
puede convertirse en un bien o un mal. Esto depende de:
· Cómo la persona lo
adquiere: ¿honestamente, o robando o engañando?
· Cómo uno se
relaciona con el mismo. El dinero es un valor y tiene gran relevancia en la
vida humana, pero no debe llegar a ser el valor principal ni el único ni el
mayor del hombre, quien debe evitar en cualquier modo hacerse esclavo del
dinero.
· CÓMO LO USA.
¿Cuándo
el uso del dinero es moral?
CUANDO LA PERSONA LO USA:
consciente de ser un administrador, dándole el justo peso y
valor: los bienes materiales son medios, no son el fin de la vida del hombre;
para el propio bien, para el bien de la propia familia,
para hacer el bien al prójimo teniendo en cuenta varios criterios, como: los
gastos obligatorios para lo indispensable, necesario; la exigencias
discrecionales; la necesidad del ahorro en vista de las necesidades futuras
(aunque confiándose en la Providencia divina); las necesidades ajenas, sobre
todo cuantos son incluso privados de lo necesario e indispensable para
vivir...; respetando el “destino
universal”: en el sentido que los bienes de este mundo deben servir para que a
ninguna persona le falte lo necesario.
¿CUÁNDO
EL USO DEL DINERO ES INMORAL?
ES INMORAL:
cualquier acumulación
indebida de los bienes materiales ;
cualquier apego a los
mismos: “el apego al dinero de hecho es la raíz de todos los males” (1Tm
6,10). “Donde está tu tesoro, ahí estará también tu corazón” (Mt
6,21);
la teoría que hace de la
ganancia la regla exclusiva y el fin último de la actividad económica ;
cualquier práctica que
reduzca a la persona a no ser otra cosa que instrumento en función de la
ganancia: todo esto hace servil al hombre, conduce a la idolatría del dinero y
contribuye a la difusión del ateísmo. “No podéis servir a Dios y al dinero” (Mt
6,24).
¿CUÁLES
DAÑOS PUEDE PROVOCAR EL DINERO?
PUEDE PROVOCAR GRAVES
DAÑOS: DENTRO DE LA MISMA PERSONA, EL
DINERO PUEDE CONVERTIRSE EN:
· un modo que
esclaviza a la persona, y esto sucede cuando se hace fin y dueño, en vez de ser
medio y servidor;
· un instrumento de la
voluntad de poder que puede hacer perder la cabeza;
· un modo para dar la
precedencia al tener, antes y más que al ser de la persona;
· un criterio
decisivo, o incluso exclusivo, para determinar el valor de sí y del otro: un
individuo vale tanto cuanto posee;
· condicio sine qua
non para la realización de la persona en cuanto persona;
· una causa de
continua insatisfacción, infelicidad, sobre todo cuando en la persona prevalece
la lógica de acumular;
· un motivo para
muchas constricciones. Se pierde la verdadera libertad cuando se está
obsesionado por la adquisición del dinero, de su poseso, de su custodia,
defensa y administración… tanto que se llega a ser esclavo. Si en cambio es
adquirido y usado honestamente, el dinero puede ser fuente de libertad: da
rapidez y eficacia, consiente el acceso a las cosas mejores para sí y para los
demás....
EN LA RELACIÓN CON DIOS, EL
DINERO PUEDE:
· convertirse en
absoluto, que se sustituye al verdadero Dios: se vive en un verdadero y propio
culto del dinero;
· llevar al rechazo de
Dios, o a vivir como si Dios no existiera.
En la relación con los
otros, el dinero puede:
· aumentar las
distancias entre ricos y pobres;
· empujar a cometer
injusticias, robos, fraudes;
· convertirse en un status
symbol, que hace obtener un reconocimiento y ventajas en la sociedad;
· llevar al rechazo de
los otros. La gran desgracia del dinero trasformado en ídolo es el hecho de que
separa de los otros. Entre más se es rico, más se arriesga de no ver y no
escuchar más a los otros. Los bienes de este mundo, que deberían ser un signo
de comunicación, de comunión, se vuelven así un obstáculo, un muro entre
nosotros y los demás, muro hecho de prestigio, de consumos diversos, de mayores
posibilidades…;
· causa de divisiones
(incluso dentro de la misma familia) y de numerosos conflictos que perturban el
orden social, nacional e internacional.
¿QUÉ
COSA PROHÍBE EL DÉCIMO MANDAMIENTO "NO DESEAR LOS BIENES AJENOS"?
“El décimo mandamiento
prohíbe la avidez y el deseo de apropiarse sin medida de los bienes terrenos;
prohíbe la avidez desenfrenada, generada por el ansia desmedida de la riquezas
y del poder en ellas ínsito. Prohíbe también el deseo de cometer injusticia,
con la cual se dañaría al prójimo en sus bienes temporales.
La fórmula: “No desear” es
como una advertencia general que nos empuja a moderar el deseo y la avidez de
las cosas ajenas. Hay, de hecho, en nosotros una latente sed de avidez por todo
lo que no nos pertenece; sed jamás saciada, de la cual la Sagrada Escritura
escribe: «El avaro no será jamás saciado de su dinero» (Qo
5,9).
No se trasgrede este
mandamiento deseando obtener cosas que pertenecen al prójimo, con tal que esto
se haga por medios justos. La catequesis tradicional indica con realismo
quienes mayormente deben luchar contra los deseos pecaminosos y que, por tanto,
deben con más insistencia ser exhortados a observar este mandamiento. Son, por
ejemplo, aquellos comerciantes y proveedores de mercados que esperan la escasez
de los productos y la carestía para obtener provecho con el acaparamiento y la
especulación; aquellos médicos que esperan con ansia las enfermedades; aquellos
abogados y magistrados deseosos de causas y litigios…”. (CEC,
2536-2537).
¿CÓMO
DEBE COMPORTARSE UN CRISTIANO HACIA EL DINERO?
El cristiano, además de observar cuanto hasta
aquí ya se ha dicho acerca de la adquisición honesta, el uso moral y la actitud
correcta que se debe tener hacia el dinero, debe: tener consciencia que dar dinero sin darse a sí mismo es una
mentira. Compartir quiere decir dar el propio tiempo, el propio poder, las
propias competencias, los dones recibidos, en la medida de los propios medios;
tener en cuenta cuanto Jesús dice acerca del óbolo (dos
monedas) donado al templo por la viuda del Evangelio: “En
verdad les digo: esta viuda, pobre, ha dado más que todos. Todos éstos, de
hecho, han dado como oferta lo que les sobraba: ésta en cambio en su pobreza ha
dado todo cuanto tenía para vivir” (Lc 21,3-4); poner en acto un amor preferencial por los pobres.
¿POR
QUÉ Y CÓMO AMAR A LOS POBRES?
EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA RESPONDE ASÍ
A ESTA PREGUNTA (2443-2449): “DIOS BENDICE
A AQUELLOS QUE SOCORREN A LOS POBRES Y DESAPRUEBA A AQUELLOS que se
desinteresan: "Da a quien te pide y a quien
desea de ti un préstamo no le vuelvas la espalda» (Mt 5,42). «Gratuitamente han recibido, den gratuitamente» (Mt
10,8). Jesucristo reconocerá a sus elegidos precisamente por lo que hayan hecho
por los pobres.
EL AMOR POR LOS POBRES:
· se inspira en el
Evangelio de las bienaventuranzas, en la pobreza de Jesús y su atención a los
pobres ;
· es también una de
las motivaciones del deber de trabajar, para hacer partícipe de los bienes a
quien se encuentra en necesidad ;
· non mira solamente a
la pobreza material, sino también a las numerosas formas de pobreza cultural y
religiosa ;
· es inconciliable con
el desmesurado amor por las riquezas o con su uso egoísta: «Y ahora a ustedes,
ricos: lloren y griten por las desgracias que les amenazan! Sus riquezas se han
podrido, sus vestidos han sido devorados por la polilla; su oro y su plata han
sido consumidos por la herrumbre, su herrumbre se levantará como testimonio
contra ustedes y devorará sus carnes como un fuego. Han acumulado tesoros para
los últimos días!» (St 5,1-6).
Las obras de misericordia son acciones
caritativas con las cuales socorremos nuestro prójimo en sus necesidades
corporales y espirituales. Instruir, aconsejar, consolar, confortar son obras
de misericordia espiritual, como también perdonar y soportar con paciencia. Las
obras de misericordia corporales consisten en dar de comer al hambriento, dar
hospedaje a quien no tiene casa, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a
los presos, sepultar a los muertos. Entre estas obras, dar limosna a los pobres
es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna. Es también una
práctica de justicia que complace a Dios:
«Quien tiene dos túnicas,
le dé una a quien no tiene; y quien tenga
de comer haga lo mismo» (Lc 3,11). «Den en cambio como limosna lo que
tienen dentro, y todo será puro para ustedes» (Lc 11,41). «Si un hermano
o una hermana está sin vestido o desprovisto del alimento cotidiano y uno de
ustedes le dice: Va en paz, caliéntate y sáciate, pero no le da lo necesario
para el cuerpo, a qué sirve?» (Jn 2,15-16).
«Cada vez que hagan esto a
uno solo de estos mis hermanos más pequeños, lo habrán hecho conmigo» (Mt
25,40). Por tanto «quando serviamo i poveri e i malati, serviamo Gesù. cuando
sirvamos a los pobres, sirvamos a Jesús. No debemos dejar faltar la ayuda a nuestros
prójimos, porque en nuestros hermanos servimos a Jesús» (Santa
Rosa de Lima).
¿QUÉ
COSA PIDE JESUCRISTO CUANDO DICE: “BIENAVENTURADOS LOS POBRES DE ESPÍRITU”(MT
5,3)?
“A sus discípulos, Jesús
les pide preferirlo a El antes que a todo y que a todos, y les propone
renunciar a todos sus bienes por El y por el Evangelio. Poco antes de su Pasión
les puso como ejemplo la pobre viuda, de Jerusalén, la cual, en su miseria,
había dado todo cuanto tenía para vivir. El precepto del despego de las
riquezas es vinculante para entrar en el Reino de los cielos.
Todos los fieles deben
esforzarse por guiar rectamente los propios afectos, para que del uso de las
cosas de este mundo y del a pegamiento de las riquezas, contrarios al espíritu
de la pobreza evangélica, no sean impedidos de tender a la caridad perfecta.
Las bienaventuranzas
revelan un orden de felicidad y de gracia, de belleza y de paz. Jesús exalta el
gozo de los pobres, a los que pertenece el Reino. El Verbo llama pobreza de
espíritu a la humildad voluntaria del espíritu humano, y el Apóstol nos da como
ejemplo la pobreza de Dios cuando dice: «De rico que era, se hizo pobre por
nosotros» (2Cor 8,9).
El Señor reprocha a los ricos porque encuentran
su consuelo en la abundancia de los bienes. El soberbio busca el poder terreno,
mientras el pobre de espíritu busca el Reino de los cielos. El abandono en la
Providencia del Padre del cielo libera de la preocupación por el mañana. La
confianza en Dios prepara a la bienaventuranza de los pobres. Ellos verán a Dios”. (CEC, 2544-2547).
¿CUÁL
ES LA RELACIÓN ENTRE MORAL Y ECONOMÍA?
Existe entre las dos una necesaria distinción:
la economía tiene sus propias leyes en la producción, distribución y consumo de
los bienes materiales y servicios.
Al mismo tiempo la economía no prescinde de la
moral, en cuanto la economía encuentra su razón de ser en el hombre, está al
servicio de toda la persona y de todas las personas. Realizada según sus
propios métodos, la actividad económica debe ser ejercitada en el ámbito del
orden moral, en el respeto de la justicia social, de modo que responda al
designio de Dios sobre el hombre.
La Iglesia da un juicio moral, en materia
económica y social, cuando esto lo exijan los derechos fundamentales de la
persona o de la salvación de las almas. Esa busca inculcar las justas
disposiciones en la relación con los bienes de la tierra y en las relaciones
socio-económicas.
¿CUÁLES
SON LAS FUNCIONES PROPIAS DE LA ECONOMÍA SEGÚN LA ÉTICA CRISTIANA?
En relación con la persona
la economía debe:
· promover la dignidad
de la persona humana y el bien de toda la humanidad;
· tutelar la libertad
de la persona en el campo económico, como valor fundamental y derecho
inalienable;
· favorecer la
armonización con los principios morales entre la capacidad creativa profesional
tanto del individuo como de la empresa.
En relación con la
sociedad, la economía tiene la tarea de:
· realizar el propio
crecimiento pero no a precio de los seres humanos, de pueblos enteros y grupos
sociales, condenados a la indigencia y a la exclusión;
· favorecer una
equitativa disponibilidad y distribución de los bienes y servicios en la
transparencia y en la legalidad, desarrollando también un comercio más
equitativo y solidario;
· practicar la
solidaridad dentro de las familias y de la sociedad, y entre los estados;
· tener como sujetos
todos los hombres y todos los pueblos, en cuanto todos son responsables de
todos;
· buscar el incremento
progresivo de la riqueza en modo no sólo cuantitativo sino también cualitativo,
dirigiendo tal progreso al desarrollo global y solidario del hombre y de la
sociedad. La legítima búsqueda de una equitativa ganancia, los criterios de la
eficiencia económica van armonizados con la tutela de la dignidad de la
persona. Se tiene el deber de considerar el bien de las personas y no solamente
el aumento de las ganancias. Estas son, de todos modos, necesarias: permiten
realizar inversiones que aseguran el porvenir y garantizan la ocupación;
· buscar eliminar las
desigualdades y los desequilibrios, que causan gravísimas situaciones de
pobreza. A nivel internacional, la desigualdad de los recursos y de los medios
económicos es tal que provoca un verdadero “abismo” entre las naciones. De una
parte están aquellos que poseen e incrementan los medios de desarrollo, y, de
otra, aquellos que acumulan las deudas (cfr. Juan Pablo II, Lett. enc. Sollicitudo
rei socialis, 14);
· favorecer una
racional regulación del mercado y de las iniciativas económicas, según una
justa jerarquía de valores y en vista del bien común. Su regulación mediante la
sola ley del mercado no puede actuar la justicia social, porque existen
numerosas necesidades humanas que no tienen acceso al mercado.
¿QUÉ
COSA ESTÁ A LA BASE DE TODO AUTENTICO CRECIMIENTO ECONÓMICO DE LA SOCIEDAD?
A la base de todo desarrollo auténtico y
completo de la sociedad humana está el
crecimiento en el sentido de Dios y de la conciencia de sí.
EN TAL CASO EL DESARROLLO:
· multiplica los
bienes materiales y los pone al servicio de la persona y de su libertad;
· reduce la miseria y
la explotación económica;
· hace crecer el
respeto de las identidades culturales y la apertura a la trascendencia.
¿CUÁL
ES EL ROL DEL ESTADO EN RELACIÓN A LA ECONOMÍA, SEGÚN LA CONCEPCIÓN CRISTIANA?
La responsabilidad del Estado es grande y al
mismo tiempo limitada y finalizada. “La actividad
económica, en particular aquella de la economía de mercado, no puede
desarrollarse en un vacío institucional, jurídico y político. Esa supone, por
el contrario, seguridad acerca de las garantías y de las libertades
individuales y de la propiedad, además que una moneda estable y servicios
públicos eficientes. La tarea principal del Estado, por tanto, es aquella de
garantizar tal seguridad, de modo que quien trabaja pueda gozar los frutos del
propio trabajo y, por eso, se sienta estimulado a cumplirlo con eficiencia y
honestidad. [...] Tarea del Estado es vigilar y guiar el ejercicio de los
derechos humanos en el sector económico; en este campo, sin embargo, la primera
responsabilidad no es del Estado, sino más bien de los individuos y de los diversos
grupos y asociaciones de que se compone la sociedad” (Juan Pablo II,
Lett. enc. Centesimus annus, 48).
¿CÓMO
PUEDEN AYUDARSE LOS UNOS A LOS OTROS?
“Las naciones ricas tienen
la grave responsabilidad moral de frente a aquellas que por sí mismas no pueden
asegurarse los medios del propio desarrollo o han sido impedidas del mismo a
consecuencia de trágicas vicisitudes históricas. Se trata de un deber de
solidaridad y de caridad; y también de una obligación de justicia, si el
bienestar de las naciones ricas proviene de recursos que no han sido justamente
pagados.
La ayuda directa constituye
una respuesta adecuada a necesidades inmediatas, excepcionales, causadas, por
ejemplo, por catástrofes naturales, epidemias, etc. Pero eso no basta para
resanar los graves males que derivan de situaciones de miseria, ni para hacer
frente en modo duradero a las necesidades. Es necesario también reformar las
instituciones económicas y financieras internacionales para que puedan promover
relaciones equitativas con los países menos desarrollados. Es necesario
sostener el esfuerzo de los países pobres que están buscando su desarrollo y su
liberación. Estos principios van aplicados en manera muy particular en el
ámbito del trabajo agrícola. Los campesinos, especialmente en el tercer mundo,
constituyen la masa preponderante de pobres” (CEC,
2439-2440).
El Primicerio
De la Basílica de San
Carlos y San Ambrosio
Monseñor Raffaello
Martinelli
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