Muy bien, muy bien, Trump. Lo digo sin ninguna ironía. No solo ha cumplido todas sus promesas a los cristianos, sino que ha nombrado unos magníficos jueces del Tribunal Supremo. Es de justicia reconocer que los resultados en estos campos han sido más que satisfactorios. No lo esperaba, pero Trump me ha sorprendido.
Lo
repito, los dos jueces nombrados por Trump han sido excelentes para la causa
provida. Los demócratas van a dar toda la batalla posible con el nuevo juez que
propondrá la próxima semana el presidente. He escuchado sus alegaciones: menudo cinismo.
De todas
maneras, no tengo ninguna esperanza. Hubo una batalla por el alma del pueblo
norteamericano en la época de Reagan. Esa batalla se perdió completamente en
los decenios siguientes. Desde entonces, la descristianización de Estados
Unidos ha seguido su curso. Podemos ganar tal o cual batalla, pero la balanza
se sigue inclinando hacia un lado de forma inexorable.
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Hace 75
años, se fundaron las Naciones Unidas. Tiempo de esperanza en una humanidad
unida en la que las guerras se pensaba que podían llegar a ser recuerdos del
pasado. Una época en la que se pensaba que el desarrollo tecnológico y
económico harían que se acabara la pobreza. Se pensaba que la democracia se
iría estableciendo en todos los países poco a poco.
Hoy día
esos ideales palidecen ante un planeta de naciones egoístas. Cada país busca su
propio bien. Sigue habiendo dictaduras. La lista de lacras es apabullante.
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Llevo
tiempo diciendo que China lleva moviendo los hilos para que el yuan se
convierta en una moneda internacional de pago. En lo que no había caído en la
cuenta es que su ascenso puede ser mucho más rápido si logra implantar su
divisa como moneda de pago digital.
Estoy
seguro de que China no ha planteado esa batalla para no asustar a Estados
Unidos y Europa. Pero el día en que la moneda digital de pago predominante sea
el yuan digitalizado para las transacciones en Internet, ese día nos vamos a
enterar de lo que significa que China, además, disponga de semejante río de oro
desembocando en sus arcas.
Además, y
eso ya se sabe, la arquitectura monetaria que tendrá esa moneda digital es
formidable y muy bien pensada. No la voy a explicar aquí. Pero así como el
Bitcoin es pura venta de humo, el yuan digitalizado tendrá la seguridad de una
moneda de curso legal con la firmeza del banco central de Pekín.
Occidente
ha sufrido muchas derrotas, pero esta tiene consecuencias muy graves, como ya
advertí hace años. Lo que no contaba es que la implantación de una moneda de
transacción digital podía facilitar el camino a Pekín de un modo insospechado.
La
tormenta perfecta se sigue formando.
P. FORTEA
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