El famoso buceador italiano, Enzo Maiorca, estaba buceando en el mar caliente de Siracusa y hablaba con su hija Rossana que estaba en el barco. Listo para sumergirse, sintió algo golpearle la espalda ligeramente. Se volvió y vio un delfín. Se dio cuenta que no quería jugar, sino expresar algo.
El animal se sumergió y Enzo lo siguió.
A unos 12 metros de profundidad, atrapado en una red abandonada, había otro delfín.
Maiorca rápidamente le pidió a su hija que cogiera sus trozos de buceo. En pocos minutos los dos lograron liberar al delfín que, en el límite de las fuerzas logró emerger, emitiendo un ′′ grito casi humano ′′ (así describió Maiorca).
Un delfín puede resistirse bajo el agua hasta 10 minutos, luego se ahoga.
El delfín liberado, todavía aturdido, fue controlado por Enzo, Rossana y el otro delfín.
Luego llegó la sorpresa: Era una delfina, que luego dio a luz a un cachorro.
El macho
los circuló y, parando por delante de Enzo, le tocó la mejilla (como si fuera
un beso), en un gesto de gratitud... y se alejaron.
Enzo Maiorca terminó su intervención diciendo: ′′hasta que el hombre aprenda a respetar y a dialogar con el mundo animal, nunca podrá conocer su verdadero papel en esta tierra.
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