Son un modo de vivir diverso del único sacerdocio confiado por el Señor Jesús a su Iglesia.
Por: P. Samuel Bonilla | Fuente: PadreSam.com
En la última cena (Mt 26; Mc 14; Lc 22), el
Señor Jesús instituyó el Sacramento de la Eucaristía y el Sacramento del Orden,
este último con el objetivo de seguir celebrando el primero y así, perpetuar la
presencia del mismo Señor en las especies eucarísticas. Sin embargo, hay sacerdotes “diocesanos” y sacerdotes “religiosos”. ¿Cuál es la
diferencia?
El ministerio sacerdotal confiado a los
apóstoles fue, posteriormente, comunicado por ellos a otros que los sucederían
en la misión, a los cuales llamaron Epíscopos
(obispos) (1 Tim 3,1ss; 2 Tim 1,6). Este ministerio, además de la potestad de
celebrar los sacramentos, conlleva el oficio pastoral. Con el tiempo, los
mismos apóstoles van asociando a su ministerio a otros a los que llaman presbíteros (Hch
14,23), sin olvidar la presencia casi inmediata de los diáconos (Hch
6,1-7). Así, cada comunidad cristiana, situada en un
territorio determinado, estaba pastoreada por un obispo con un grupo de
presbíteros y diáconos, situación
que continúa hasta hoy. El oficio del presbítero (sacerdote) ha sido siempre el
de colaborar con su obispo en el ministerio pastoral de la Iglesia.
Por otra parte, desde los primeros siglos de la
Iglesia, se empezó a gestar un movimiento de personas que de manera individual
se alejaban de la vida común para dedicarse únicamente al Señor, especialmente
yéndose al desierto, conocidos como eremitas y
anacoretas. Con el tiempo, se empiezan a reunir en grupos para
compartir este estilo de vida. Esto es el germen de los que más a delante se
llamará vida religiosa. Esta consiste en vivir la
consagración al Señor, como sacerdote o como hermano, en una comunidad con un
carisma específico, esto es, la intención con la cual fue fundada: atender a los jóvenes, a los niños sin hogar, a las
prostitutas, a los enfermos, a los privados de libertad, a los inmigrantes,
entre otros.
Esto nos lleva, entonces, a hablar del modo de vivir diverso del único sacerdocio confiado por el Señor Jesús
a su Iglesia, esto es, sacerdote diocesano y
sacerdote religioso. Es el mismo
sacerdocio vivido de modo diverso, en cuanto a su comunidad específica.
El sacerdote diocesano tiene un modo de vida que brota de lo que los
apóstoles fundaron en las primeras comunidades: un
obispo y un grupo de sacerdotes con él pastoreando un territorio determinado
llamado Diócesis (de ahí su nombre, diocesanos). El carisma particular
está inspirado en Cristo Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas (Jn 10).
Propiamente, atienden las parroquias y otras dependencias de la diócesis. Están
bajo la autoridad exclusiva de su obispo, por medio de las promesas hechas el día
de su ordenación: castidad, pobreza y obediencia.
El sacerdote religioso tiene las mismas facultades de un sacerdote
diocesano, es decir, la capacidad de celebrar los sacramentos, pero lo que lo
distingue es su modo de vivir. Ya no es entorno a un obispo en una diócesis
determinada, sino en una comunidad especifica de religiosos, con un carisma
propio, inspirado por el fundador de tal comunidad, bajo la autoridad de un
hermano superior de la misma comunidad. Toda la comunidad bajo la autoridad y
cuidado del obispo de la diócesis en la que reside. Cada uno profesa, antes de
su ordenación sacerdotal, los votos de pobreza, castidad y obediencia. Así
tenemos a los Redentoristas, Vicentinos, Carmelitas,
Siervos de Jesús, Salesianos, Somascos, Jesuitas y muchos más.
En síntesis, es el mismo sacerdocio, sólo que el
diocesano lo ejerce bajo la autoridad de un Obispo en un territorio específico
llamado Diócesis, mientras que el religioso lo ejercer bajo la autoridad de un
Superior, siguiendo el carisma de su fundador y viviendo en una comunidad.
Artículo originalmente
publicado en PadreSam.com
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