REPASABA ESTA MAÑANA ESTE PRECIOSO TEXTO DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO:
“No estéis agobiados por la vida pensando qué
vais a comer, ni por el cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más
la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni
siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los
alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de
agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?
¿Por qué os
agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan
ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno
de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el
horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No
andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os
vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del
cielo que tenéis necesidad de todo eso.
Sobre
todo buscad el Reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no
os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día
le bastan sus disgustos”.
Me parece que andamos exactamente al revés en esta Iglesia nuestra. Nos pasamos el día
preocupadísimos por la gente que no tiene vestido, techo o comida. Nos rasgamos
las vestiduras por los inmigrantes. Vivimos el agobio de los desastres ecológicos, nos implicamos en
toda causa que nos parezca medio solidaria. Es decir, las añadiduras.
Cuando tanto se nos dice de
ser más evangélicos, yo digo que estoy plenamente de acuerdo. Ser evangélico es buscar sobre todo el Reino y su justicia, y lo demás se
nos dará por añadidura. Buscar el Reino, es
decir, buscar que todas las cosas sean
según el plan de Dios. Evidentemente, si el Reino de Dios se instaura, si todos los hombres se convierten,
bautizan y viven según el evangelio, entonces todos tendrán vestido, comida,
techo, dignidad y justicia. Y todo esto, por supuesto, sin olvidar que
el pobre necesita también a Dios, que aquí nos parece que Dios es para
los ricos.
He dicho muchas veces que el mayor y mejor servicio que podemos hacer a los pobres
es predicar el evangelio, animar a la conversión y llevar a todos los hombres a
Cristo. Cuando uno se entrega a Cristo del todo, la
justicia llega, la bondad se derrocha y los pobres por fin podrán vivir con
dignidad de hijos de Dios.
Estamos
optando por el revés. Por dedicarnos a las añadiduras sin comprender que eso es
hacer las cosas a medias.
Es que hay que estar con los
pobres. Por supuesto. Y cuando hay una persona con hambre hay que darle
alimento. Pero comprendiendo que la labor
fundamental es la de anunciar y promover el Reino de Dios, porque lo demás se
nos dará por añadidura. Si solo andamos preocupados por la
añadidura, estamos faltando gravemente a nuestra vocación de constructores del
Reino de Dios.
Si
queremos de verdad a los pobres, toca predicar el Reino, animar a la
conversión, bautizar, reconciliar, ofrecer vida sacramental, llevar a todos a
Cristo. El
resto se nos dará por añadidura.
Jorge González
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