¿Es mejor ser buena persona que creer en una religión?
Por: P.Fernando Pascual, L.C. | Fuente:
Catholic.net
La frase aparece en muchos lugares, con
variantes más o menos parecidas: es mejor ser buena persona que
creer en una religión.
La frase muestra su complejidad cuando se la
compara con frases parecidas que podrían ser elaboradas a su lado. Aquí algunas
de ellas:
Es mejor ser buena persona
que amar a la propia patria. Es mejor ser buena persona que tener un
determinado carné de identidad. Es mejor ser buena persona que votar por
izquierdas / por derechas. Es mejor ser buena persona que tener títulos
universitarios. Es mejor ser buena persona que conocer lenguas. Es mejor ser
buena persona que pensar autónomamente.
Cada una de esas posibilidades (y se podrían
añadir muchas más) parecen contraponer el ser buena persona con algún modo de
pensar o alguna característica propia de la gente.
En realidad, contraponer ser buena persona
con la religión, o con propuestas políticas genéricas, o con el mayor (o menor)
amor a la propia patria, resulta problemático.
¿Por qué? Porque
parecería que la búsqueda de la bondad pudiera dejar de lado muchas otras cosas
cuando en realidad es compatible con esas cosas, y en no pocos casos necesita a
algunas de ellas.
Así, un hombre auténticamente religioso, que
busca la verdad sobre Dios y sobre el modo de relacionarnos con Él, no solo
sería buena persona, sino que incluso trabajaría en serio por mejorar en su
vida personal y comunitaria.
Por lo mismo, no es correcto contraponer el ser
buena persona con alcanzar otras calificaciones que son compatibles con la vida
ética. Lo que sí resulta no solo correcto, sino
también necesario, es analizar qué actividades y modos de pensar dañan la
bondad de la gente, y cuáles la promueven y la conservan.
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