Cada 23 de septiembre celebramos la memoria de un santo muy especial, el Padre Pío de Pietrelcina. Un hombre orante, amante de la Eucaristía, totalmente místico y entregado a su vocación religiosa.
Muchos lo conoceremos por el
testimonio de sus estigmas, pero la verdad es que si bien esto es algo
magnífico, la santidad del Padre Pío no se queda allí.
Sus predicaciones, oraciones,
testimonios… su infinito amor a Jesús y a su Madre, son un camino que cualquiera
de nosotros podría seguir para poco a poco, llegar a la santidad.
En esta oportunidad quisiera
compartir contigo tres misterios sorprendentes sobre la muerte de este santo,
para que motivados por su fe y amor, nos enamoremos cada día más del Señor. ¡Empecemos!
1. EL PADRE PÍO CONOCÍA EL MOMENTO EXACTO DE SU
MUERTE
A través de diversos
testimonios, se ha podido concluir que el Padre Pío conocía el momento exacto
de su muerte. Puede que para muchos esta sea considerada una idea poco cómoda,
pues es inquietante saber cuándo llegará ese momento para nuestra vida.
Pero para la vida del hombre
fe, esta oportunidad es una riqueza en el camino, es el gozo de
ansiar el encuentro con el Señor.
Si no te has visto la película que narra su historia, te la súper
recomiendo.
En su vida, el Padre Pío, fue
un contemplativo que disfrutaba de todas las circunstancias para poder
descubrir al Maestro que nos habla en todo momento, es por esto que toda su
vida fue una preparación constante para encontrarse con Dios.
¿Será que estamos
viviendo nosotros igual? Te invito a pensar en este momento qué sensación te produce pensar en la
muerte. ¿Alegría, miedo, esperanza, confusión?
2. CONCEDIÓ A UNA HIJA ESPIRITUAL EL ASISTIRLE EN
SU MUERTE
La oportunidad de vivir el
momento de pasar de esta vida a la eterna, es para el hombre de fe, un motivo
de fiesta y alegría. Y así fue para el Padre Pío, quien como buen sacerdote
tuvo gran cantidad de hijos espirituales, a quienes escuchaba, guiaba y ayudaba
a seguir el camino espiritual.
Al conocer el día de su muerte,
el Padre Pío le permitió a una hija espiritual que lo acompañara en ese
momento, no físicamente porque sus últimos momentos fueron de clausura, pero sí
de la mejor manera, ¡la espiritual!
Vemos a un padre que invita a
la fiesta del banquete con el Maestro a uno de sus hijos, ¡qué gran testimonio! ¿Te imaginas haber tenido este
privilegio?
3. LAS HERIDAS DE LOS ESTIGMAS SE SANARON EN EL
MOMENTO DE SU PARTIDA
Las heridas de los estigmas
marcaron toda la vida del Padre Pío, pero para el momento de su muerte, estas
no habían seguido el proceso normal de construir un tejido cicatricial, sino
que sanaron por completo, como si no hubiesen estado.
Este
signo nos lleva a pensar en la transformación que como hombres de fe vivimos en
el encuentro con Dios. Teológicamente hablamos de un
cuerpo glorioso en la resurrección, el testimonio de este gran santo nos
permite concluir que la vida en santidad nos permite participar de este gran
honor.
La desaparición de sus
estigmas no fue más que un aviso al espíritu de que cuando estemos
con Dios finalmente, desaparecerá todo dolor, toda angustia, todo sufrimiento.
Esperamos que el testimonio de
este gran santo, sirva de aliciente para seguir adelante en la aventura de
caminar con el Maestro. Si te animas a ofrecerla una novena al Padre Pío te recomiendo esta, encuentras la meditación completa de cada
día.
«Haré
más ruido muerto que vivo» (Padre Pío).
Escrito por Mauricio Montoya
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