Para los
huicholes y rarámuris, pueblos indígenas autóctonos del norte de México, el
peyote es parte fundamental de su propia cosmovisión ancestral.
Debido a que sus efectos alucinógenos, dicha cactácea ha sido utilizada durante
generaciones en la medicina tradicional autóctona, así como por sus sacerdotes
como medio de comunicación con sus deidades. Lo cuenta Hugo Malagón en el medio
Blasting News.
DE LA LEGALIZACIÓN DE LA MARIHUANA… A LAS DROGAS
RITUALES
Ahora el reciente fallo
histórico de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de México (SCJN) a favor
de cuatro ciudadanos, a quienes se les permitirá producir y
consumir marihuana con fines recreativos, ha abierto las puertas
para colectivos religiosos que buscan legalizar el peyote para usos religiosos.
El peyote es una pequeña cactácea silvestre sin espinas
color verde cenizo que crece exclusivamente en el árido norte de México. En la
medicina tradicional de algunos pueblos indígenas ha servido desde la
antigüedad para tratar algunas enfermedades, pero más importante es el uso que
le han dado pueblos como el huichol en sus ceremonias religiosas.
Por ello la Iglesia Nativa
Americana de México (INAM), culto religioso que engloba a cerca de 5.000
adeptos del espiritismo huichol busca aprovechar la puerta jurídica que el
debate acerca de la marihuana dejó abierta para legalizar, sólo
para sacerdotes de la INAM y únicamente con fines religiosos, el cultivo
regulado y la ingesta de peyote.
La INAM, aunque ejerce como
organización del culto, no cuenta con el reconocimiento
de la Secretaría de Gobernación (Segob)
por no reunir todos los requisitos que exige la Ley de Asociaciones Religiosas
vigente en México. Por ello el tema de la legalización de peyote se ha
vuelto un tema crucial, dado que reconocer jurídicamente el uso que
se le da en la cosmovisión huichol legitimaría a la INAM como
culto religioso.
A la fecha las prácticas
huicholes con peyote están penadas por la ley, por lo que su legalización
permitiría proteger a sus practicantes de cargos de narcotráfico por manipular dicha planta ilegalmente, además de
otorgarles garantías de respeto a sus prácticas religiosas.
Dado que el tema de la
marihuana se ha vuelto central para la actual administración mexicana es
probable que el debate en torno a sus usos recreativos y medicinales se
incremente entre la sociedad mexicana, cuestión que con toda probabilidad sea
aprovechada por los activistas que tratan de poner en la mesa del debate una cuestión de tintes religiosos y étnicos que nunca se ha zanjado,
principalmente para perjuicio de aquellos que tratan de mantener viva una
ancestral tradición autóctona sin ninguna protección jurídica.
EL GRUPO RECLAMA LIBERTAD DE CULTO
“Somos
un grupo de personas que queremos que se nos reconozcan ciertos derechos
englobados dentro de la libertad de culto y de conciencia”, afirmó en una entrevista con Efe la
representante jurídica de la INAM, Cynthia Espínola.
Justo el día en que el
tribunal supremo mexicano fallaba a favor del uso de la marihuana para fines
recreativos en beneficio de cuatro ciudadanos, el 4 de noviembre, también
anunciaba que asumía competencias sobre el recurso presentado por la INAM, aunque
es probable que no analice el tema hasta 2016, tal como admite
Espínola.
Como en el caso de la
marihuana, en torno a la cual se ha abierto un debate inédito en México, los
miembros de ese grupo esperan que la SCJN considere que la Ley General de Salud
afecta al derecho al libre desarrollo de la personalidad y autodeterminación
frente al consumo del peyote.
Cuestiona concretamente la
constitucionalidad de un artículo de esa ley que clasifica al
psicotrópico mescalina, el principal alcaloide del peyote, como sustancia sin
valor terapéutico, susceptible de abuso y grave problema para la salud pública.
La lucha de este colectivo
comenzó en realidad en 1994 con una primera solicitud fallida ante la Segob
para obtener su registro y poder hacer un uso ritual de la planta. La
dependencia, que tiene registradas 8.311 asociaciones religiosas en el país,
rechazó una segunda solicitud de la agrupación en 2010. Tras agotarse todas las
instancias judiciales, en 2014 la reclamación llegó a la SCJN.
RITUALES POR 20 DÓLARES
Según Espínola, de 41 años y
abogada de profesión, en el país “hay más de 5.000 personas que profesan este rito”, incluidos individuos “de
todos los estratos sociales”, aunque
“mucha gente no lo quiere hacer público”.
La INAM organiza rituales en parajes naturales como
La Huasteca (zona serrana del norte del país), que son públicos
y sólo cuestan unos 300 pesos (20 dólares) para
gastos logísticos. Las ceremonias, que duran todo un fin
de semana de trance producto de la ingesta de la planta masticada o
en infusión, se efectúan en un teepe (tienda de los nativos americanos)
y en un inipi
o temazcal (baño de vapor con cedro y salvia).
El peyote, una cactácea que
tiene “sabor ácido” aunque “difícil de
describir”, detalla Espínola, no
se comercializa como otras drogas. En mayo pasado fueron detenidos
un sacerdote indígena y su aprendiz en
el aeropuerto de Guadalajara (Jalisco) con la planta por narcotráfico, lo que
derivó en denuncias de organismos de derechos humanos.
CONSUMO INDÍGENA ANCESTRAL
Espínola, maestra en Estudios
Internacionales por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (España), remarca
que la base espiritual de la INAM proviene de grupos ancestrales como los
coahuiltecos, los otomíes, los mexicas y sobre todo del pueblo wixárika
(huichol), que vive en los estados de Jalisco, Nayarit, Durango y Zacatecas.
Con el peyote, que también se
consume en San Luis Potosí, donde está la famosa localidad de Real de Catorce
(destino de turistas extranjeros con ganas de emociones fuertes), estos
colectivos hacían “rituales
de sanación y curación” desde “tiempos inmemoriales”,
explica.
La abogada, asesora de la
Secretaría Académica del Instituto Nacional de Ciencias Penales, se inició hace
cinco años en ese campo tras compartir con un novio la experiencia de
subir una montaña y permanecer cuatro días sin beber ni comer, “no como un sacrificio sino como un encuentro con el
espíritu”, aclara.
“Como
dice el pueblo wixárika, es tu espíritu
el que te habla a través de una planta; te ayuda a curarte en grados muy
profundos en ésta y otras vidas”, agrega sobre las vivencias que tuvo con el peyote.
Asegura que “no es una droga” y
“no es adictivo”, pues ella puede permanecer “tres meses” sin
participar en los rituales, pero no aspira a que la SCJN avale su uso
recreativo como ha hecho con la marihuana, porque ambas son “plantas
de poder” a las que hay que tomar
seriamente.
“No
son peligrosas pero hay que respetarlas”, matiza, antes de manifestarse en contra de legalizar “abiertamente” el peyote por considerar que México no está “preparado” para semejante paso.
Tras aclarar que su colectivo “no va contra” ninguna
religión, opina que detrás de la corriente internacional en favor de la
legalización de la marihuana ve “un despertar de la conciencia” a nivel
mundial y un debilitamiento de las religiones tradicionales.
Secretaría RIES
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