El Hijo todo lo hace
pensando, primero, en su Padre, incluso nuestra justificación. La Madre todo lo
hace pensando, primero, en su Hijo, incluso nuestra protección. María nos
guarda para Él.
Recién se ora salió el sol y
maduraron los membrillos. El Hortelano trabaja y su Madre también.
Recuerda que Cristo es
viviente en María. Nunca, en el apostolado, se separe al Señor del seno
materno.
La mañana es más fresca y
gozosa en torno al Sagrario.
El tiempo de Sagrario alimentó
la mañana y se deshizo en claridades.
Suele el santo rosario ser
capricho de repeticiones, como la terca obstinación de cuando niños. Una
insistencia inoportuna y sin remedio, como del hijo a su madre.
Madre, toda esta oscuridad,
como de seno en que se guardan cosas, hasta el día del desvelamiento. En que
entender será un regalo, y ver lo entendido un premio. No a hechura estricta del derecho, como si el don se
debiera; sino según el grado de merced. Como en la oscuridad el pordiosero, a tientas,
recibe y entrega.
Tradición significa maternidad
de María: que el católico es accipiens, recipiente del legado; y al mismo tiempo tradens,
quien lo entrega, intacto y sin mancha, a las generaciones venideras.
La Madre guarda dentro cosas que nadie sabe, ni la Tradición. Tiene
primicias de sabiduría que sólo Dios conoce. Pero es en el Paraíso que todos
los frutos se habrán de abrir y conocer, porque hay Hortelano y no estará solo.
Hijo, no tienen vino, volverá a decir
la Madre. Y toda sed de misterio tendrá su mosto.
Alonso Gracián
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