Intervención en el Meeting de Rimini
Mons. Paul
Richard Gallagher, Secretario del Vaticano para las Relaciones con los Estados,
ha denunciado en Rimini que se está produciendo en la sociedad una
relativización de los derechos que tiene como consecuencia el surgimiento de un
laicismo malsano.
(Aci Prensa) Durante su intervención en el
Meeting de Rimini por la Amistad entre los Pueblos, que se está celebrando del
18 al 24 de agosto en la localidad italiana de Rimini, organizada por Comunión
y Liberación, Mons. Gallagher explicó que en los últimos cincuenta años «la interpretación de algunos derechos ha ido
progresivamente modificándose, incluyendo una multiplicidad de nuevos
derechos, con frecuencia unos opuestos a otros, creando las premisas
de aquello que el Papa define como la moderna colonización ideológica».
«Este
proceso de relativización de derechos está íntimamente conectado
a la progresiva exclusión de la esfera religiosa de la vida social,
a su vez, fruto de un laicismo malsano que antepone el César a Dios en vez de
favorecer su interacción positiva, aunque con la obvia distinción de ámbitos».
En su intervención también
recordó al político italiano, padre de la Unión Europea, Alcide De Gasperi, que
en su discurso que dio en Bruselas en 1948 definió los pilares del proyecto de
unificación europea: «La defensa de la libertad, la
promoción de la justicia y la edificación de la paz».
Mons. Gallagher resaltó que la
solidaridad es la «premisa indispensable para
conseguir los demás bienes, ya que, sin ella, el otro quedará siempre como
alguien extraño, un oponente y, por lo tanto, alguien a quien combatir y
dominar». «La solidaridad es el antídoto a la opresión tiránica».
En términos cristianos, se
puede decir que la solidaridad «se basa en la
conciencia de formar parte de un único cuerpo en el que, si un miembro sufre,
todos sufren».
«Uno de los
resultados dramáticos de este proceso es la fragmentación de la existencia», lo que ha favorecido «la
soledad y el individualismo» como «señales preocupantes de nuestro tiempo».
«La erosión del
sentido del deber y la progresiva subjetivación de los derechos ha debilitado
el corazón mismo del proyecto europeo», afirmó.
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