El Papa Pío IX nombró a San
José, en 1847, Patrono de la Iglesia universal. Esta festividad, que ya existía
en numerosos lugares, se fijó en esta fecha durante el siglo XV y luego se
extendió a toda la Iglesia como fiesta de precepto en 1621.
(Corazones.org/InfoCatólica) A San José Dios le encomendó
la inmensa responsabilidad y privilegio de ser esposo de la
Virgen María y custodio de la Sagrada Familia. Es por eso el santo que más cerca esta de Jesús y
de la Stma. Virgen María.
Nuestro Señor fue llamado «hijo de José» (Juan 1:45; 6:42; Lucas 4:22) el
carpintero (Mateo 12:55).
No era padre natural de Jesús
(quién fue engendrado en el vientre virginal de la Stma. Virgen María por obra
del Espíritu Santo y es Hijo de Dios), pero José lo adoptó y Jesús se sometió a él como un buen hijo ante su padre.
San José es llamado el «Santo del
silencio» No conocemos palabras expresadas por él, tan solo conocemos sus obras, sus actos de
fe, amor y de protección como padre responsable del bienestar de su
amadísima esposa y de su excepcional Hijo. José fue «santo» desde antes de los
desposorios. Un «escogido» de Dios. Desde el principio recibió la gracia de discernir los mandatos del Señor.
Las principales fuentes de
información sobre la vida de San José son los primeros capítulos del evangelio
de Mateo y de Lucas. Son al mismo tiempo las únicas fuentes seguras por ser
parte de la Revelación.
San Mateo (1:16) llama a San
José el hijo de Jacob; según San Lucas (3:23), su padre era Heli. Probablemente
nació en Belén, la ciudad de David del que era descendiente. Pero al comienzo
de la historia de los Evangelios (poco antes de la Anunciación), San José vivía
en Nazaret.
Según San Mateo 13:55 y Marcos
6:3, San José era un «tekton». La palabra
significa en particular que era carpintero. San Justino lo confirma (Dial. cum
Tryph., lxxxviii, en P. G., VI, 688), y la tradición ha aceptado esta
interpretación.
DEVOCIÓN AL SANTO
La devoción a San José se
fundamenta en que este hombre «justo» fue escogido por Dios para ser el esposo
de María Santísima y hacer las veces de padre de Jesús en la tierra. Durante
los primeros siglos de la Iglesia la veneración se dirigía principalmente a los
mártires. Quizás se veneraba poco a San José para enfatizar la paternidad
divina de Jesús. Pero, así todo, los Padres (San Agustín, San Jerónimo y San
Juan Crisóstomo, entre otros), ya nos hablan de San José. Según San Callistus,
esta devoción comenzó en el Oriente donde existe desde el siglo IV, relata
también que la gran basílica construida en Belén por Santa Elena había un hermoso
oratorio dedicado a nuestro santo.
San
Pedro Crisólogo: «José fue un hombre perfecto, que posee todo
género de virtudes» El nombre de José en hebreo significa "el
que va en aumento". Y así se desarrollaba el carácter de José,
crecía «de virtud en virtud» hasta llegar a una excelsa santidad.
En el Occidente, referencias a
(Nutritor Domini) San José aparecen en el siglo IX en martirologios locales y
en el 1129 aparece en Bologna la primera iglesia a él dedicada. Algunos santos del siglo XII comenzaron a popularizar la devoción a San
José. Entre ellos se
destacaron San Bernardo, Santo Tomás de Aquino, Santa Gertrudiz y Santa Brígida
de Suecia. Según Benito XIV (De Serv. Dei beatif., I, iv, n. 11; xx, n. 17), «La opinión general de los conocedores es que los Padres
del Carmelo fueron los primeros en importar del Oriente al Occidente la
laudable práctica de ofrecerle pleno culto a San José».
En el siglo XV, merecen
particular mención como devotos de San José los santos Vicente Ferrer (m.
1419), Pedro d`Ailli (m. 1420), Bernadino de Siena (m. 1444) y Jehan Gerson (m.
1429). Finalmente, durante el pontificado de Sixto IV (1471 - 84), San José se introdujo en el calendario Romano en el 19 de Marzo.
Desde entonces su devoción ha seguido creciendo en popularidad. En 1621
Gregorio XV la elevó a fiesta de obligación. Benedicto XIII introdujo a San
José en la letanía de los santos en 1726.
San
Bernardino de Siena «... siendo María la dispensadora de las gracias
que Dios concede a los hombres, ¿con cuánta profusión no es de creer que
enriqueciese de ella a su esposo San José, a quién tanto amaba, y del que era
respectivamente amada? » Y así, José crecía en virtud y en amor para su esposa y su
Hijo, a quién cargaba en brazos en los principios, luego enseñó su oficio y con quién convivió
durante treinta años.
Los franciscanos fueron los
primeros en tener la fiesta de los desposorios de La Virgen con San José. Santa
Teresa tenía una gran devoción a San José y la afianzó en la reforma carmelita
poniéndolo en 1621 como patrono, y en 1689 se les permitió celebrar la fiesta
de su Patronato en el tercer domingo de Pascua. Esta fiesta eventualmente se
extendió por todo el reino español. La
devoción a San
José se arraigó entre los obreros durante el siglo XIX. El crecimiento de popularidad
movió a Pío IX, el mismo un gran devoto, a extender a la
Iglesia universal la fiesta del Patronato (1847) y en diciembre del 1870 lo declaró Santo Patriarca,
patrón de la Iglesia Católica. San Leo XIII y Pío X fueron también devotos
de San José. Este últimos aprobó en 1909 una letanía en honor a San José.
Santa
Teresa de Jesús «Tomé por abogado y señor al glorioso San José.» Isabel de la Cruz, monja
carmelita, comenta sobre Santa Teresa: «era
particularmente devota de San José y he oído decir se le apareció muchas veces
y andaba a su lado.»
«No me acuerdo
hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es
cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este
bienaventurado santo...No he conocido persona que de veras le sea
devota que no la vea mas aprovechada en virtud, porque aprovecha en gran manera
a las almas que a El se encomiendan...Solo pido por amor de Dios que lo pruebe
quien no le creyere y vera por experiencia el gran bien que es encomendarse a
este glorioso patriarca y tenerle devocion...» -Sta. Teresa.
San
Alfonso María de Ligorio nos hace reflexionar: «¿Cuánto no es también
de creer aumentase la santidad de José el trato familiar que tuvo con
Jesucristo en el tiempo que vivieron juntos?» José
durante esos treinta años fue el mejor amigo, el compañero de trabajo con quién
Jesús conversaba y oraba. José escuchaba las palabras de Vida Eterna de Jesús, observaba
su ejemplo de perfecta humildad, de paciencia, y de obediencia, aceptaba
siempre la ayuda servicial de Jesús en los quehaceres y responsabilidades
diarios. Por todo esto, no podemos dudar que mientras José vivió en la compañía
de Jesús, creció tanto en méritos y santificación que aventajó a todos los
santos.
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