«No se puede pensar en hacer lo que nos dé la gana
confiando en la misericordia de Dios»
El Papa
Francisco ha predicado hoy una homilía en su habitual Misa en Santa Marta, en
la que ha advertido contra el error de creer que Dios va a perdonarnos siempre
hagamos lo que hagamos porque su misericordia es infinita.
(InfoCatólica) Homilía del papa Francisco en
la Misa celebrada hoy, 1 de marzo, en Santa Marta:
Detenerse, tomar conciencia de
los propios fracasos, saber que el fin
puede llegar de un momento a otro y no vivir repitiendo que la compasión de
Dios es infinita, como
justificación para hacer lo que sea. Son consejos que el Libro del
Eclesiástico (5,1-10) nos recuerda hoy, llamándonos a cambiar el corazón, a
convertirnos al Señor.
La sabiduría es algo de todos
los días, nace de la reflexión sobre la vida y de pararse a pensar cómo se ha
vivido. Viene al escuchar las sugerencias, como las del Eclesiástico, que se
parecen a las indicaciones de un padre a un hijo, de un abuelo al nieto. No
sigas tus instintos, tu fuerza, secundando las pasiones de tu corazón. Todos
tenemos pasiones. Pero está atento, domina las pasiones, tómalas de la mano.
Las pasiones no son malas; son, digamos así, la «sangre»
para llevar adelante tantas cosas buenas, pero si no eres capaz de dominar tus pasiones, serán ellas las que te
dominen. ¡Párate, detente!
La vida pasa. Un verso
dice: «Ayer pasé y vi a un hombre; hoy
volví y ya no estaba». No
somos eternos, no se puede pensar en
hacer lo que nos dé la gana, confiando en la misericordia infinita de Dios. No
ser tan temerario, tan arriesgado de creer que te librarás. «Ah, hasta ahora me he librado, y seguiré así…». No.
Te has librado, sí, pero ahora no lo sabes… No digas: «La
compasión de Dios es grande, me perdonará mis muchos pecados», y así
sigo adelante haciendo lo que quiero. No digas eso. El último consejo de este
padre, de esto abuelo: «No tardes en
convertirte al Señor», no esperes a convertirte, a cambiar de vida,
a perfeccionar tu vida, a arrancar la mala hierba, que todos tenemos: ¡arráncala! «No
tardes en convertirte al Señor, ni lo dejes de un día para otro, porque de
repente la ira del Señor se enciende, y el día del castigo perecerás».
«No tardes en convertirte»: esa es la
invitación de hoy, no dejar el cambio de nuestra vida, tocar los fallos y
fracasos que todos tenemos, no asustarse nunca, ser más capaces de dominar los
que nos apasiona. Hagamos este pequeño examen de
conciencia cada día, para convertirnos al Señor: «Mañana procuraré que esto no vuelva a
pasar». Pasará, quizá, un poco menos, pero has logrado gobernar tú y no
ser gobernado por tus pasiones, por tantas cosas que suceden, porque ninguno
está seguro de cómo ni cuándo acabará su vida. Esos cinco minutos al final del
día nos servirán, nos ayudarán mucho a pensar y a no retrasar el cambio del
corazón y la conversión al Señor. Que
el Señor nos enseñe con su sabiduría a ir por ese camino.
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