jueves, 3 de mayo de 2018

DÍA DEL NIÑO



Jesucristo se puso serio y amenazó gravemente cuando dijo: Pero a quien escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al fondo del mar. (Mt. 18,6) Y antes acababa de decir a los Apóstoles: si no os convertís y os hacéis como los niños, no entraréis en el reino de Dios. (Mt. 18,2)
No estoy en contra de los globos y la fiesta, pero este texto es una doble invitación a algo más, diferente: Invito a festejar este día del niño comportándonos con la inocencia de uno, y al mismo tiempo, haciendo cosas para preservar la inocencia de los pequeños, y ayudarlos a que se conviertan en los cristianos y ciudadanos ejemplares del mañana, dando esperanza a nuestra sociedad.

Además de la admonición de Nuestro Señor, es evidente que invertir en la educación, formación y protección de los niños, es la mejor apuesta que podemos hacer para transformar nuestra convivencia y hacerla mejor. Si tenemos además la gracia de ser padres de familia, también tenemos una gran oportunidad y deber de hacer algo que valga la pena: educar a nuestros hijos con testimonio de amor a Dios y a los demás, de trabajo, de servicio.

Maleducar, consentir, no cuidar lo que ven en televisión o internet, no prepararlos para el trabajo, la verdad y el servicio, fácilmente se pueden convertir en formas de escandalizar a los niños, y lamentablemente algunos padres de familia, algunos “educadores” y autoridades, por muchas razones escogen ese camino fácil que nos lleva a “la piedra de molino en el cuello” en lo personal, y como sociedad.

Si somos padres, o parte de alguna institución o autoridad educativa, la propuesta de Jesús es todo un programa que nos permitirá trabajar por el bien de cada niño, y al mismo tiempo construir el Bien Común que es la razón de ser de toda autoridad.

Existen además muchas obras sociales cristianas (y no cristianas) que atienden a la niñez en su educación, en el rescate de niños en condiciones de esclavitud, trata, marginación, abandono, o violencia intrafamiliar, una multitud de obras organizadas además de las propiamente educativas que son una invitación a encontrar a Cristo en medio de los Apóstoles, con un niño al centro, festejando “como Dios manda” muchos verdaderos días del niño.

Oscar Fidencio Ibáñez Hernández

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