SOBRE EL PECADO DE SACRILEGIO DICE EL CATECISMO:
“2120 El sacrilegio consiste en profanar o tratar indignamente los
sacramentos y las otras acciones litúrgicas, así como las personas, las
cosas y los lugares consagrados a Dios. El sacrilegio es un pecado grave sobre
todo cuando es cometido contra
la Eucaristía, pues en este sacramento el Cuerpo de Cristo se nos hace presente substancialmente (cf CIC can.
1367. 1376).
—————————————-
El sacrilegio es
también un delito para el
Derecho Canónico:
“1367
Quien arroja por tierra las especies consagradas, o las lleva o retiene con una
finalidad sacrílega, incurre en excomunión
latae sententiae reservada a la Sede Apostólica; el clérigo puede ser
castigado además con otra pena, sin excluir la expulsión del estado clerical.”
“1376
Quien profana una cosa sagrada, mueble o inmueble, debe ser castigado con una pena justa.”
—————————————-
“27 Por eso, el
que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente tendrá que dar cuenta del
Cuerpo y de la Sangre del Señor.
28 Que cada uno
se examine a sí mismo antes de comer este pan y beber esta copa;
29 porque si
come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia
condenación.
30 Por eso, entre ustedes hay muchos enfermos y
débiles, y son muchos los que han muerto.
31 Si nos
examináramos a nosotros mismos, no seríamos condenados.
32 Pero el Señor
nos juzga y nos corrige para que no seamos condenados con el mundo”.
—————————————-
De este texto
podemos extraer lo siguiente:
1) Las enfermedades y debilidades y las mismas muertes que afligen a la
comunidad de Corinto son, según el Apóstol, consecuencia de la profanación de la Eucaristía.
2) Esa
consecuencia tiene concretamente la forma de un juicio divino, de carácter medicinal
o correctivo.
3) Esa
corrección o disciplina podemos concluir que es un castigo, porque se trata de un mal que sobreviene a la persona como consecuencia del pecado cometido contra Dios.
4)
En efecto,
tratándose de seres racionales, no basta con decir que es un mal físico
disciplinador como el que se aplica a un animal irracional para adiestrarlo,
en lo cual no hay ninguna dimensión
moral, ética. El castigo dignifica
al ser humano porque lo reconoce como ser
racional y libre, dotado por tanto de una responsabilidad moral y no solamente de una necesidad de
adiestramiento.
5) Su
finalidad es evitar, mediante la
conversión del pecador, el castigo eterno (ser condenados con el
mundo).
6) Se habla en voz pasiva de la condena (no
seríamos condenados, seamos condenados) mostrando que el agente ejecutor de esa sentencia y de
la ejecución de la misma no es el
pecador mismo, sino Dios.
7) Más
aún, se trata de un “pasivo divino”, forma de hablar frecuente en la Biblia para
no nombrar a Dios por reverencia ante su Nombre.
8) En
cuanto a la ejecución de la
sentencia condenatoria temporal, Dios puede realizarla por medio de sus fieles servidores, los ángeles, y en definitiva, mediante cualquier causa segunda, pues
todas ellas obran dentro de lo eternamente previsto, querido o permitido en el plan providencial de la Causa Primera.
—————————————-
Respecto del v. 30,
dice Juan Leal, S.J., en “La
Sagrada Escritura. Nuevo Testamento II”, BAC, Madrid, 1965, p. 427:
“Con visión
inspirada atribuye Pablo muchas
enfermedades y muertes de los fieles de Corinto al poco respeto con que
celebran la Eucaristía. Estos castigos
temporales son prueba de la ira divina y pueden ser señal visible “de la
condenación” que ha mencionado en el v. 29.”
Y hablando de los
vv. 31-32, dice:
“Estos dos
versos suavizan el rigor de los precedentes. El v. 31 está concebido en forma
irreal y juego con los dos verbos “diekrinomen” (examinar para conocer) y
“ekrinómetha”. El v. 32 distingue dos
clases de castigos: los temporales, que son juicios y condenas parciales, y el
eterno y definitivo, que es la condenación del mundo. “Mundo” tiene un
sentido peyorativo, enemigo de Dios. Los castigos temporales (enfermedades, muerte del v. 30) tienen un fin pedagógico: que conozcamos y
enmendemos nuestros abusos.”
—————————————-
Igualmente, Lorenzo Turrado, en “Biblia
Comentada”, VIb, Epístolas paulinas, BAC, Madrid, 1975, p. 78:
“Por eso, añade,
entre vosotros, corintios, dada vuestra
forma irreverente de celebrar la Eucaristía, han sido muchos heridos con
enfermedades e incluso con la muerte; son castigos que Dios os envía con valor medicinal, a fin de no tener luego que ser condenados en el último
día junto con el mundo (…) Cuando el Apóstol afirma que, si recibimos
dignamente la Eucaristía, no atraeremos sobre nosotros estos castigos (…), esto
no ha de entenderse como si la Eucaristía dignamente recibida inmunizase a los
fieles de toda enfermedad y de la muerte; quiere decir sencillamente que, a veces, determinados males físicos son
castigos de un mal moral (…).”
—————————————-
También Otto Kuss, en “Carta a los Romanos,
Cartas a los Corintios, Carta a los Gálatas”, Ed. Herder, Barcelona, 1976, pp.
260 – 261:
“Cuando alguien
participa del banquete sagrado como si de una comida profana se tratase, sin el
examen y prueba de sí mismo que le habilita para una participación digna, incurre en el juicio de Jesucristo.
En Corinto esto
se ha evidencia ya. Se lamentan numerosos casos de enfermedad y de muerte. En
ello sólo puede reconocerse la mano
punitiva de Dios por la conducta indigna en la cena del Señor. Cuando el
hombre observa ante Dios el verdadero conocimiento de sí mismo y una humildad
auténtica, escapa al juicio de Dios
vengador (y respectivamente de Cristo). Pero, cuando por su propia culpa se
hace reo de ese juicio, tendrá que
sufrir un castigo, aún cuando precisamente en tal castigo vuelva a
manifestarse una vez más la
misericordia de Dios que quiere preservar al hombre del pavoroso destino
condenatorio del mundo.”
—————————————-
En línea ecumenista, oigamos también a Archibald Robertson, y Alfred Plummer, en “The
International Critical Commentary – I Corinthians”, 2ª edición, Edinburgo,
1914, pp. 253 – 254 (traducción del inglés mía):
“Es por su irreverencia en la Cena del Señor
que muchos entre ellos han sido castigados con enfermedades, y algunos aún con
la muerte. Es inadecuado
interpretar esto de debilidades y muertes espirituales; y ningún comentador antiguo lo
interpreta así. Su muerte espiritual produjo su irreverencia, y por esta
irreverencia Dios los castigó con sufrimientos
corporales. Si hubiese querido significar enfermedades espirituales, probablemente
habríamos tenido en néumati,
o en tais kardíais jumón.
Tal vez en este tiempo había muchas enfermedades en la Iglesia de Corinto, y
San Pablo señala la causa de ello.
No hace falta asumir que había recibido una revelación especial al respecto (…)
“Duermen” (en la muerte) (…) La
palabra fue bienvenida por los Cristianos en tanto que armónica con la creencia
en la Resurrección (…) Estos
sufrimientos temporales son ciertamente castigos por el pecado, pero su
propósito es disciplinario y
educacional (1 Tim 1, 20), para inducirnos a enderezar nuestros caminos
y escapar a la sentencia que se pronunciará sobre los rebeldes en el último
día.”
Los autores señalan además que
“Estas enfermedades y muertes serían más llamativas
aún en una Iglesia que tenía un karisma iamáton (12, 9)”
Es decir, “dones de
sanidades” o carisma de curaciones sobrenaturales.
—————————————-
En cuanto a 1 Tim 1,
20 dice:
“…de los cuales
son Himeneo y Alejandro, a quienes
entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar.”
Donde parece claro que San
Pablo se refiere a que ha excomulgado
a estas dos personas, para ver si con eso las llama al arrepentimiento.
—————————————-
También podrían
estos autores haber citado el caso de Elimas,
en Hechos de los Apóstoles 13, 8 - 11:
“8 Pero Elimas,
el mago (pues así se traduce su nombre), se les oponía, tratando de desviar de
la fe al procónsul.
9Entonces
Saulo, llamado también Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando la
mirada en él,
10 dijo: Tú,
hijo del diablo, que estás lleno de todo engaño y fraude, enemigo de toda
justicia, ¿no cesarás de torcer los caminos rectos del Señor? Ahora, he aquí, la mano del Señor está sobre
ti; te quedarás ciego y no verás el sol por algún tiempo. Al instante
niebla y oscuridad cayeron sobre él, e iba buscando quien lo guiara de la
mano.”
—————————————-
En la misma vena ecumenista oigamos a Matthew Henry, en su “Comentario
exegético devocional a toda la Biblia”, “Hechos, Romanos, 1 Corintios”, Ed.
Clie, Barcelona, 1989, pp. 444 - 445:
“De ahí pasa el
Apóstol a mencionar los castigos
corporales que el Señor dispone a menudo como disciplina drástica contra sus
hijos rebeldes (vv. 30.32): El
abuso de la Cena había ocasionado enfermedades y aún la muerte de
bastantes miembros de la congregación (v. 30); no eran simplemente por causas naturales, sino por la mano paternal del
Señor (v. 32). Que se trataba de verdaderos
creyentes, se echa de ver por el vocablo que usa para expresar la
muerte: “duermen” (comp. por ej. Con Mt. 27, 53; Hech. 7,60). Éste es el juicio de Dios (v. 31) contra los que participaban de la Cena sin
examinar su mala conciencia. Con esta disciplina, (tan drástica en bastantes casos, v.
30b), nuestro Padre (v. 32) cumple el objetivo de educarnos (gr. paideuómetha; comp. con la paideia,
disciplina, de Ef. 6, 4), corrigiéndonos, para que no seamos condenados
(gr. katakrithómen, un verbo mucho más fuerte – el mismo de Mc. 16, 16 –
que el krinómenoi de comienzos de este versículo 32) con el mundo.”
—————————————-
No es desacertado pensar,
entonces, que muchos de los males no
solamente espirituales sino también físicos que afligen hoy día a la Iglesia y
al mundo sean una disciplina
enviada por Dios ante la
avalancha de comuniones sacrílegas que hace tiempo se hacen en la
Iglesia y más aún, en estos últimos tiempos, ante el surgimiento de una satánica “pastoral
del sacrilegio eucarístico”, promovida por muchos eclesiásticos, en
la que se propone que puedan confesarse y comulgar los que no tienen propósito
de abandonar una situación objetiva de pecado grave, como es el caso de los mal
llamados “divorciados vueltos a casar” que
no se proponen ni separarse de su pareja adúltera ni convivir en adelante con
ella como “hermano y hermana”.
Si pensamos en la gran cantidad de males que afligen a
nuestra época, desde la contaminación ambiental y la alteración del
clima hasta el terrorismo y las guerras, pasando por tantas y tantas crisis,
por ejemplo, económicas, enfermedades y epidemias, catástrofes naturales, etc.,
y recordamos que en buena filosofía y teología católica todo lo que sucede a nivel de las causas segundas debe reducirse en
última instancia a lo que la Causa Primera quiere o permite, lo antes
dicho adquiere bastante plausibilidad.
Obviamente que según los
textos citados el disciplinamiento lo ejerce el Señor ante todo con sus fieles, y sin duda que el estado actual de la
Iglesia parece confirmar esa hipótesis.
El remedio sólo puede venir, gracia
de Dios mediante, de una parte: conversión,
arrepentimiento, penitencia, oración, ayuno, reforma de la Iglesia.
Néstor
No hay comentarios:
Publicar un comentario