REDACCIÓN CENTRAL, 07 Abr. 17 / 10:32 pm (ACI).- El Domingo de Ramos se
celebra este 9 de abril y marcará el inicio de Semana Santa conmemorando
no uno sino dos acontecimientos muy significativos en la vida de Cristo.
Aquí las 9 cosas que necesita saber sobre esta
fecha.
1. Este día se llama “Domingo de Ramos” o “Domingo
de Pasión”
El primer nombre proviene del hecho que se conmemora la entrada triunfal
de Jesús en Jerusalén, cuando la multitud lo recibió con hojas de palma (Juan
12:13).
El segundo nombre proviene del relato de la Pasión que se lee en este
domingo. Porque de no ser así no se leería en un domingo, ya que en el próximo
la lectura tratará sobre la Resurrección.
Según el documento del Vaticano “Carta circular
sobre la preparación y la celebración de las fiestas pascuales”
(Carta de fiestas pascuales) de 1988, el Domingo de Ramos “comprende a la vez el presagio del triunfo real de
Cristo y el anuncio de la Pasión”. “La relación entre los dos aspectos del
misterio pascual se han de evidenciar en la celebración en la catequesis del día”.
La procesión puede tener lugar solo una vez, antes de la Misa. Puede
realizarse el sábado o domingo.
“La entrada del Señor en Jerusalén, ya desde
antiguo, se conmemora con una procesión, en la cual los cristianos celebran el
acontecimiento, imitando las aclamaciones y gestos, que hicieron los niños
hebreos cuando salieron al encuentro del Señor, cantando el fervoroso
‘Hossana’”, detalla la Carta de fiestas
pascuales.
3. Se pueden portar palmas u otros
tipos de plantas en la procesión
No es necesario utilizar hojas de palma en la procesión, porque se
pueden utilizar otros tipos de plantas locales como el olivo, sauce, abeto o de
otros árboles.
Según el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia: “A los fieles les gusta conservar en sus hogares, y a
veces en el lugar de trabajo, los ramos de olivo o de otros árboles, que han
sido bendecidos y llevados en la procesión”.
4. Los fieles deben ser instruidos
sobre la celebración
Según el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia “los fieles deben ser instruidos sobre el significado de
esta celebración para que puedan captar su significado”.
“Debe recordarse oportunamente que lo importante es
la participación en la procesión y no solo en la obtención de hojas de palma o
de olivo”, que tampoco deben mantenerse “como amuletos, ni por razones terapéuticas o mágicas
para disipar los malos espíritus o para evitar el daño que causan en los campos
o en los hogares”.
5. Jesús reclama el derecho de los
reyes en la entrada triunfal a Jerusalén
El Papa Emérito Benedicto XVI explica
en su libro “Jesús de Nazaret: desde la entrada en
Jerusalén a la resurrección” que Jesucristo reclamó el derecho de los
reyes, conocido a lo largo de la antigüedad, de demandar modos de transporte
particulares.
El uso de un animal (el burro) en el que nadie se había sentado aún es
un indicador más del derecho de la realeza. Jesús quería que su camino y su
accionar sean entendidos en términos de las promesas del Antiguo Testamento
cumplidas en su persona.
“Al mismo tiempo, a través de este anclaje del
texto en Zacarías 9:9, una exégesis ‘fanática’ del reino está excluida: Jesús
no está construyendo sobre la violencia; no está instigando una revuelta
militar contra Roma. Su poder es de otro tipo: es en la pobreza y la paz de
Dios, que identifica el único poder que puede redimir”, detalla en su libro
6. Los peregrinos reconocieron a
Jesús como su rey mesiánico
Benedicto XVI también señala que el hecho de que los peregrinos coloquen
sus mantos en el suelo para Jesús camine por encima también “pertenece a la tradición de la realeza israelita (2
Reyes 9:13)”.
“Lo que hacen los discípulos es un gesto de
entronización en la tradición de la monarquía davídica (del Rey David) y apunta
a la esperanza mesiánica que surgió a partir de ésta”, indica el texto.
Los peregrinos, prosigue, “sacan ramas de
los árboles y gritan versos del Salmo 118, palabras de bendición de la liturgia
de los peregrinos de Israel que en sus labios se convierten en una proclamación
mesiánica: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito
sea el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en lo más alto!”
(Mc 11: 9-10, ver Sal 118: 26)”.
7. “Hossana”
es un grito de júbilo y una oración profética
En el tiempo de Jesús esta palabra tenía matices mesiánicos. En la
aclamación de Hosanna se expresan las emociones de los peregrinos que acompañan
a Jesús y a sus discípulos: la alabanza alegre a Dios en el momento de la
entrada procesional, la esperanza de que la hora del Mesías había llegado.
Al mismo tiempo era una oración que indicaba que el reinado davídico, y
por lo tanto el reinado de Dios sobre Israel, sería restablecido.
8. La multitud que aplaudió la
llegada de Jesús no es la misma que exigió su crucifixión
En su libro, Benedicto XVI argumenta que en los tres evangelios
sinópticos, así como en San Juan, se deja claro que quienes lo aplaudieron a
Jesús en su entrada a Jerusalén no fueron sus habitantes, sino las multitudes
que lo acompañaban e ingresaron a la Ciudad Santa con él.
Este punto se hace más claramente en el relato de Mateo a través del
pasaje que sigue al Hosanna dirigido a Jesús: “Cuando
entró en Jerusalén, toda la ciudad se agitó diciendo: ¿Quién es este? Y las
multitudes decían: Este es el profeta Jesús de Nazaret de Galilea” (Mt
21, 10-11).
La gente había oído hablar del profeta de Nazaret, pero no parecía tener
ninguna importancia para Jerusalén, y la gente allí no lo conocía.
9. El relato de la Pasión goza de
una especial solemnidad en la liturgia
Así lo afirma la Carta de fiestas pascuales en el numeral 33:
“Es aconsejable que se mantenga la tradición en el
modo de cantarla o leerla, es decir, que sean tres personas que hagan las veces
de Cristo, del narrador y del pueblo. La Pasión ha de ser proclamada ya por
diáconos o presbíteros, ya, en su defecto, por lectores, en cuyo caso, la parte
correspondiente a Cristo se reserva al sacerdote.
Para la proclamación de la Pasión no se llevan ni
luces ni incienso, ni se hace al principio el saludo al pueblo como de
ordinario para el Evangelio, ni se signa el libro. Tan solo los diáconos piden
la bendición al sacerdote.
Para el bien espiritual de los fieles conviene que
se lea por entero la narración de la Pasión, y que no se omitan las lecturas
que la preceden”.
Traducido y adaptado por Diego López
Marina. Publicado originalmente en National
Catholic Register.
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