Testimonio de un
joven que acabó en el protestantismo y que -al investigar- se dio cuenta de que
la Iglesia Católica era la verdaderamente fundada por nuestro Señor Jesucristo
Por: Javier Navascués | Fuente: AdelanteLaFe.com
Por: Javier Navascués | Fuente: AdelanteLaFe.com
El Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre
nosotros. “Por la entrañable misericordia de
nuestro Dios, nos visitó el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que
viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el
camino de la paz”. El sol de
Justicia, el Verbo encarnado, Jesucristo fundó su Iglesia en San Pedro, con la
promesa de que las puertas del infierno nunca prevalecerían sobre ella. La
unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad son las notas distintivas de la
verdadera Iglesia de Cristo.
Les animo a conocer el apasionante testimonio de
un joven que acabó en el protestantismo y que quiso estudiar a fondo a la
Iglesia Católica para desenmascarar sus errores. A medida que fue descubriendo
a los Padres de la Iglesia, los escritos de los santos, el Catecismo…se dio
cuenta de que por su solidez doctrinal y grandeza, la Iglesia Católica era la
única religión verdadera, fundada por nuestro Señor Jesucristo.
¿Qué
es lo que le atrajo del protestantismo para abrirse a conocerlo?
El protestantismo se cruzó en mi camino, como
quien se encuentra una moneda en el suelo. Yo era un católico con ganas de
conocer más al Señor y de vivir una fe coherente. De pronto una amiga de la
infancia me invitó a colaborar en un estudio sobre el cristianismo en Cataluña.
Me dijo que era evangélica y no católica. Prácticamente no tenía ni idea sobre
la existencia de los protestantes en España. Estuve con mi amiga y por la tarde
me invitó a una de sus reuniones de jóvenes protestantes. Allí quedé asombrado
por el amor que tenían a Dios y a la Biblia. Fue a raíz de eso que yo, me
interesé cada vez más por saber que era el protestantismo. Creía falsamente que
esta búsqueda me haría un buen seguidor de Jesucristo.
¿No
intuía en el fondo que no era la verdadera religión?
Al principio lo veía un poco extraño. Pero una
vez dentro NO, jamás lo intuí. Seguí asistiendo a las reuniones y luego dejé de
ir a la Santa Misa para asistir a los cultos protestantes y como se puede
comprender, en un ambiente donde todo el mundo es tan amable, me trataron con
mucho cariño, nunca fui forzado a nada, aprendía de Dios, hacía amigos, leía la
Biblia, aprendí a hacer mucha oración, nunca se me pasó por la cabeza que no
era la verdadera religión, es más, pensé que tenía todos los números para
serla.
¿Cómo
se dejó embaucar?
Es complicado de explicar. Creo que nunca fui
embaucado por los protestantes, en el sentido de que me estaban ofreciendo lo
que ”en teoría” era lo mejor para mí. Si
vamos al sentido menos estricto, me dejé convencer por el protestantismo por mi
ignorancia sobre la fe católica. Es el protestantismo el que embauca, casi
nunca es el protestante. Lo que más me atrajo al protestantismo fue la
salvación solo por la fe. Una salvación que ”parecía
liberarme” de las cargas que se supone que tiene la Iglesia Católica.
Entre la salvación por la sola fe, y el supuesto de que ya estás salvado, más
la predicación que se hacía de la sola Escritura y el énfasis de la gracia de
Dios…pues uno piensa que es allí donde de verdad se está predicando la Verdad.
¿Cómo
llegó a odiar a la religión católica hasta el punto de querer destruirla?
Prácticamente jamás sentí que me lo inculcaban.
Gracias a Dios, tampoco fui a parar a un grupo extremadamente anti católico. A
pesar de eso, el protestantismo es anti católico por naturaleza y uno,
automáticamente relaciona que si es cristiano protestante, precisamente está
protestando en contra de la Iglesia Católica porque no está conforme con ella.
Poco a poco me adentré a conocer quiénes fueron
los personajes más eminentes del protestantismo, sus fundadores y sus mejores
predicadores. Ellos, más que mi grupo de amigos, fueron los que me
transmitieron más la repulsión a la Iglesia Católica, llegando un día al punto
en que sentí que me tenía que librar de ella y no podía hacerlo de otra forma
que destruyéndola personalmente.
¿Cuándo
se dio cuenta de que las tesis protestantes repugnan al sentido común y a la
razón?
Me iba dando cuenta de ello cuando leía algunos
escritos de Martín Lutero, Juan Calvino u otros. También en ese tiempo fui un
enamorado del famoso predicador protestante Charles Spurgeon. Vi que sus
escritos o sus prédicas eran algo forzados, había disensiones entre ellos. Al
principio tuve gran admiración por estos personajes, pero tampoco tardé en ver
que sus palabras no me transmitían del todo la calma que se supone que tendrían
que tener sus corazones, por lo tanto, tampoco calmaban el mío. Me parecía que
sus corazones no escribían tranquilos, había una especie de euforia desmedida,
imprecisiones y como una especie de olvido de la historia del cristianismo, que
en general, atentaba precisamente contra ese sentido común y razón cristiana,
que avalan la vida del Cristianismo desde que nuestro Señor lo introdujo en el
mundo.
¿Por
qué se abrió a estudiar a los Padres de la Iglesia y que descubrió en ellos?
Me introduje a conocer y a estudiar a los Padres
de la Iglesia por dos motivos. El menos importante es porque quería saber qué fue lo que pasó en la época de los primeros cristianos. El
segundo y más importante era porque, como necesitaba destruir a la Iglesia
Católica, pensé que sería una buena idea acudir a los primeros cristianos para
que me ayudaran a conseguirlo.
Evidentemente, todo fue un gran chasco para mí.
En ellos, para mi desgracia en ese momento, más que ver que enseñaban doctrinas
protestantes veía que transmitían doctrinas católicas. Descubrí como los
antiguos Padres se hacían llamar miembros de la Iglesia Católica y luchaban
cada uno contra las herejías que en cada época iban naciendo, según el
innovador que tocase.
¿Cómo
ante esta grandeza empezó a ver inconsistentes a los teólogos protestantes?
Conocer a los Padres de la Iglesia y
posteriormente a otros católicos de diferentes épocas, debilitó muchísimo mi
confianza en los teólogos protestantes. No quisiera parecer grotesco u
ofensivo, pero la verdad es que empecé a ver sus grandes carencias. No solo las
visualizaba en la parte teórica, ya que en ese campo cualquiera puede
extraviarse, sino sobre todo en su testimonio personal de vida.
Resalta a los ojos claramente que el teólogo
católico está a un nivel muy superior en correspondencia al teólogo
protestante. Pero lo que queda a años luz de diferencia es el testimonio de
vida de los Padres de la Iglesia y los otros Santos Católicos con relación al
de los heresiarcas protestantes. Unos brillan en infinidad de virtudes y son
heroicos. Los otros, pese a sus ganas de seguir a Cristo, se dejaron arrastrar
por el peor enemigo, la soberbia. Cuando uno se deja llevar por el orgullo, ya
nada bueno puede hacer.
¿Cuál
fue el punto de inflexión que inclinó la balanza de nuevo hacia el catolicismo?
Estuve 1 año y 6 meses en el protestantismo sin
pensar en lo más mínimo que pudiese cambiar mi rumbo hacia la Iglesia Católica.
Fue a partir de ahí, como os he explicado anteriormente, que tuve un gran deseo
de acabar mi relación con la Iglesia Católica definitivamente y para siempre.
Así que por eso inicié la lectura de los Padres de la Iglesia y del Catecismo
para demostrar que la religión católica estaba errada. No es que lo dijeran los
protestantes, es que yo quería ver como el mismísimo catolicismo se contradecía
a sí mismo y a la vez iba en contra de la
palabra de Dios.
A partir de ese momento, cuando empecé a conocer
a los Padres, a otros santos, a leer el catecismo, a leerme los cánones del
Magisterio de la Iglesia, a conocer casos de grandes conversiones al
catolicismo, fue cuando se me pasó por la cabeza que había una posibilidad de
que me hubiera estado equivocando todo este tiempo. Entonces a partir de ahí,
vi que en mis principios no había sido diligente ni responsable conmigo mismo.
Mi ignorancia me jugó una mala pasada, y comencé como si dijéramos a pensar en
que quizá la Iglesia Católica, lejos de no tener ninguna opción de ser la
religión verdadera, podría tener también grandes aptitudes de serla.
¿Cuándo tuvo la certeza de que la Iglesia Católica era la única
verdadera?
Llegó el momento en que tuve que decirles a mis
amigos protestantes que debía abandonar el protestantismo para volver a la
Iglesia Católica. No porque ya supiese con total certeza que la Iglesia
Católica fuese la única y verdadera, sino porque lo que fui descubriendo en
esos seis meses, me obligaba a dejar el protestantismo y continuar estudiando a
la Iglesia Católica desde dentro para esclarecer definitivamente mis dudas.
En esos instantes no sabía si dentro de un
tiempo iba a volver al protestantismo en el futuro. Yo seguí siendo pertinaz en
mi estudio y en la oración. Acudí a un sacerdote católico, seguí perseverando
en conocer las entrañas de la Iglesia Católica, conocí a apologistas católicos
que me ayudaban a resolver las dudas, leía artículos, seguía solucionando
controversias…hasta que llegó el día en que definitivamente me llegó en
plenitud por obra de la gracia de Dios, el conocimiento absoluto e
inquebrantable en mi interior de que la Iglesia Católica era la única
verdadera, fundada por Cristo. Tras dos años de duros esfuerzos e intensos
sacrificios, pude retornar al hogar que nunca debí abandonar.
¿Cómo
le ayudó la Santísima Virgen a descubrir la verdadera religión que fundó su
Hijo?
La Virgen María…podría resumirlo en una palabra:
Madre. Con mucha tristeza recuerdo todos los días que le di la espalda a la
Virgen María en el protestantismo. Es verdad también que fue una de las cosas
que más me costaba dejar. Pero claro, en el protestantismo dejé de rezar el
Rosario, dejé de pedirle intercesión y dejé de mostrarle mi estima. Pero ella
¡oh! Ella… ahora me doy cuenta que siempre tuve sus ojos impregnados en mi
nuca. Nunca, nunca ella me abandonó pese yo abandonarla. Lo sé, porque sin la
vigilancia de mi madre preocupada nunca hubiese podido conocer la verdadera
Iglesia de su Hijo. Para mí la Santísima
Madre de Dios fue causa providencial de mi retorno. ¡Cuánto la quiero!
¿Qué
experimentó en ese momento? ¿Esa alegría le dura hasta el día de hoy?
Me sentí como un converso. Cierto es, que
hubiera dado lo que sea por no haber puesto en peligro jamás mi alma en una
religión falsa, ya que es algo muy grave e inseguro. Pero la verdad es que una
vez obtenido este final (y solo con este final) ha sido algo muy positivo para
mí.
Hace ya dos años y medio que estoy muy feliz en
el seno de la Iglesia Católica, la cátedra segura de San Pedro y os bien
garantizo que, pese que ya ha pasado cierto tiempo, no hay día que no me
levante con una felicidad inmensa diciendo: La Iglesia Católica es la
verdadera, soy católico, es increíble, lo he conseguido…
La alegría de un converso es algo muy peculiar,
es en verdad un tesoro y un privilegio, algo maravilloso de sentir. Pero
insisto, preferiría haber sido católico siempre y nunca haber dudado de mi fe.
Quisiera felicitar a todos los católicos que jamás han dudado de su fe y espero
que ellos también sientan con el mismo entusiasmo que yo, la increíble
felicidad de ser miembro de la Iglesia Católica.
Criterios
de credibilidad que demuestran que la Iglesia Católica es la única verdadera.
Con el sacerdote católico con el que trabajé
para descubrir cuáles eran los motivos de credibilidad de la Iglesia Católica,
seguimos la famosa lista de San Roberto Belarmino de las 15 marcas de la
Iglesia, que la identifican como verdadera: 1 El nombre de la Iglesia
Católica. 2 Su antigüedad. 3 Constante duración. 4 Extensa. 5 Sucesión
Episcopal. 6 Acuerdo Doctrinal. 7 Unión. 8 Santidad. 9 Eficacia. 10 Santidad de
vida. 11 La gloria de Milagros. 12 El don de Profecía. 13 La oposición de los
enemigos. 14 El triste final de todos los que luchan contra ella. 15 La Paz
Temporal y Felicidad Terrenal.
¿Qué
actitud se requiere para encontrar la verdadera religión?
A todos aquellos que en estos momentos estén
buscando la verdad, les recomiendo que no tengan miedo. Que acompañen su
búsqueda de una oración sincera y fervorosa. Que pongan a Jesucristo como
prioridad principal en sus vidas. Abrir vuestro corazón. No es tanto el buscar,
sino el dejar de una vez por todas que la gracia de Dios penetre e irradie
vuestras almas. ¡Qué inteligentes serán los que busquen la humildad!, la virtud
más grande. ¿Errar? Cualquiera puede errar. ¡Pero que pocos son los que abjuran
de sus errores! Solo se una cosa. Quien busca de verdad LA VERDAD, la
encuentra. Ánimo buscador.
Todo este apasionante testimonio está ampliado y
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