Requisitos
imprescindibles para poder ser catequista
Por: Padre Francisco Javier Domínguez |
Por: Padre Francisco Javier Domínguez |
- Requisitos imprescindibles para poder ser
catequista: Estar confirmado, asistir a la Santa Misa
Dominical, Confesión frecuente, ir a la formación de catequistas y vida de
intimidad con Dios y su Sagrada Escritura.
- Nunca debemos olvidar que el/la catequista es una
persona vocacionada, es decir, llamada por Dios para una misión concreta y
muy importante dentro de la Iglesia, en la que ponemos mucha carne
en el asador. Nadie piense, que ser catequista es un hobbie, una
distracción… La vocación es algo muy serio, donde está en juego nuestra
felicidad y la de los demás. Y sobre todo el que las almas redescubran a
Dios en su corazón.
- Es muy importante que el/la catequista antes de comenzar
la catequesis tenga un ratito de oración, donde en la presencia de
Dios le pida fuerzas al Espíritu Santo para que sea Él el que realmente
actúe en nosotros.
- Cuando se comienza la catequesis todos juntos nos
ponemos en la presencia de Dios: En el Nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo. Es recomendable que se recuerde que allí donde dos o más
se reúnen en nombre de Dios allí está Él en medio de ellos. El tener un
Crucifijo, una vela encendida y la fotografía de Jesucristo y la
Virgen María ayuda muchísimo a estar en la presencia de Dios.
- La catequesis debe estar preparada por el/la catequista
con antelación, no llegar a lo que surja. La catequesis hay que trabajarla
y prepararla.
- La catequesis no es solo tener un tema actual que
debatir, ni tampoco es un gabinete psicológico de deshago, ni puede ser
solo un rato de juego con los niños. La tarea del/de la catequista
es dar a conocer a Jesucristo, a la Iglesia y sus grupos e instituciones,
la Sagrada Escritura, los sacramentos, los santos, la piedad… Todo esto si
se prepara bien hace que las personas que reciban la catequesis
vayan amando a Dios con más intensidad, reconocen a la Iglesia como una
madre…Una catequesis tiene que tener como centro a Jesucristo.
- En las catequesis las personas deben ir amando cada vez
más la Eucaristía, la confesión, la oración, la intimidad con Dios… Pero
para poder dar a conocer esto, el/la catequista debe vivirlo. Nadie da de
lo que no tiene. Si un/una catequista no tiene su corazón en Dios, en los
sacramentos, en la Iglesia ¿Qué le está dando a los demás? Muchas cosas,
pero no a Dios.
- Toda catequesis debe comenzar o terminar en el Sagrario,
allí donde está nuestro Señor Jesucristo. La presencia viva de Jesús va
transformando a las almas que se acercan a El. Por eso, si pretendemos que
Jesucristo sea amado por todos, tenemos que llevarlos a Él. Y allí en el
Sagrario rezar alguna oración vocal, hacer peticiones, hablar con en
el Señor, un ratito de silencio..
- En cada catequesis se debe leer el Evangelio del día
correspondiente o el del Domingo siguiente al día de la catequesis. Leerlo
con profundidad y extraer una palabra que nos ilumine, que nos de fuerza,
que nos recuerde todo el Evangelio. ¿Señor que me pides, que necesitas de mí?
- El/La catequista tiene que ser con su vida testimonio de
Jesucristo, ya que es referente para las personas a las que regala su
tiempo para dar a conocer a Jesucristo. La mejor catequesis, nunca lo
olvidemos, es nuestra propia vida cuando transparenta a Cristo. Nuestra
vida tiene que ser luz y sal para los demás, un nuevo sabor en medio de
este mundo.
- En las catequesis se deben aprender las
oraciones que la tradición cristiana nos ha ido transmitiendo: Padre
Nuestro, Ave María, Gloria, Yo Confieso, Credo… Así como inculcar una
devoción fuerte al Ángel de la Guarda, el Santo Rosario, Via-Crucis… El
fervor en el corazón es muy importante para vivir una verdadera vida
cristiana.
- Es muy importante que el/la catequista rece por los
componentes de su grupo y sus familiares, para que el Señor los vaya
iluminando en la búsqueda de Dios.
- Siempre, siempre misericordia unos con
otros, mucho respeto y dispuestos a acoger los distintos dones que
Dios ha puesto en cada uno. Se trata de aceptar esos dones, valorarlos,
acogerlos… Confiar en las personas, porque en cada una hay una pequeña
ventana por donde Dios entra y es capaz de transformarlo todo en Verdadero
Amor.
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