Judas antes del
comienzo del tiempo ¿estaba ya predeterminado aser el traidor?
Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE. | Fuente: TeologoResponde.org
Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE. | Fuente: TeologoResponde.org
Pregunta:
Padre: Lo saludo y le consulto lo siguiente:
Dios nos dio el libre albedrío. ¿Cómo se compagina eso con el papel de Judas?
Es decir; teóricamente Judas antes del comienzo del tiempo ¿estaba ya
predeterminado como traidor? Gracias.
Respuesta:
Estimado: El caso de Judas es como el de
cualquier otro pecador. No hay que confundir la «presciencia»
divina, por la cual Dios conoce todos los actos futuros y futuribles,
con «predestinación», la cual consiste en la
ordenación del hombre al fin sobrenatural, que será conseguido mediante
auxilios sobrenaturales.
La predestinación tiene por
objeto los elegidos para la vida eterna.
Respecto de los que se condenan no existe una «reprobación positiva antecedente», es decir, un
decreto por el cual Dios destinaría positivamente a algunos a la condenación
sin atender a los pecados del hombre. Esto es incompatible con la bondad
divina. Se trata de un error teológico defendido por algunos herejes desde los
primeros siglos. Uno de sus primeros defensores fue un presbítero de nombre
Lucidio, quien amparándose erróneamente en la doctrina de San Agustín, afirmaba
que algunos eran predestinados por Dios al bien y a la gloria, mientras que
otros eran destinados al mal y a la pena eterna. El Concilio de Arlés condenó
estas ideas [1]. Luego fueron defendidas por algunos monjes como Fausto de
Rietz. La reprobó fuertemente San Fulgencio de Ruspe y la condenó el papa
Hormisdas en el año 520, con el calificativo de «acatólica». Fue
definitivamente condenada en el Concilio de Orange, en el año 529 [2]. En el
siglo IX surgió de nuevo defendida por el monje Gottesschalk y fue condenada en
los concilio de Maguncia (año 848), Quierzy (año 849 y 853) y Valence (año
855). Muchos escritores de la época entre los que sobresalen Remigio e
Hincmaro de Reims lucharon contra esas teorías. Entre los reformadores la adoptaron
Juan Wiclef, Lutero, Zwinglio y Calvino. Esta actitud protestante fue reprobada
en el Concilio de Trento
El Concilio de Valence resumió la doctrina
católica, diciendo: «Confiadamente confesamos la
predestinación de los elegidos para la vida, y la predestinación de los impíos
para la muerte [Nota: aquí usa el término como «predestinación consecuente»
y no como «predestinación antecedente»]; sin embargo, en la elección
de los que han de salvarse, la misericordia de Dios precede al buen
merecimiento; en la condenación, empero, de los que han de perecer, el
merecimiento malo precede al justo juicio de Dios. ‘Más por la predestinación, Dios sólo estableció lo que Él mismo
había de hacer o por gratuita misericordia o por justo juicio’, según la
Escritura que dice: El que hizo cuanto había de ser (Is 45,11); en los malos,
empero, supo de antemano su malicia, porque de ellos viene, pero no la predestinó,
porque no viene de Él… Que hayan sido algunos predestinados al mal por el poder
divino, es decir, como si no pudieran ser otra cosa, no sólo no lo creemos,
sino que si hay algunos que quieran creer tamaño mal, contra ellos, como el
Sínodo de Orange, decimos anatema con toda detestación»
El Concilio de Trento decretó por tanto: «Si alguno dijere, que no está en poder del hombre
dirigir mal su vida, sino que Dios hace tanto las malas obras, como las buenas,
no sólo permitiéndolas, sino ejecutándolas con toda propiedad, y por sí mismo;
de suerte que no es menos propia obra suya la traición de Judas, que la
vocación de san Pablo; sea excomulgado» (canon 6). Y también: «Si alguno dijere, que no participan de la gracia de la
justificación sino los predestinados a la vida eterna; y que todos los demás
que son llamados, lo son en efecto, pero no reciben gracia, pues están
predestinados al mal por el poder divino; sea excomulgado» (canon 17).
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