LIMA, 18 Abr. 17 / 05:15 pm (ACI).- Como parte de una exhaustiva
investigación el politólogo argentino Agustín Laje reveló que la ideología de
género no solo existe anteponiéndose a los datos científicos más básicos, sino
que representa una nueva careta del movimiento político de izquierda al que
denominó “neomarxismo”.
En conversación con ACI Prensa, Agustín Laje, coautor junto a Nicolás
Márquez del bestseller de Amazon “El Libro Negro
de la Nueva Izquierda”, el cual busca desenmascarar a la
ideología de género, explicó que esta última debe ser considerada ideología
porque cuenta con dos acepciones fundamentales: una acepción epistemológica
(del conocimiento científico) y otra desde la perspectiva de la ciencia
política.
En la primera acepción, Laje destacó que la ideología de género es
verdaderamente “ideológica en tanto y en cuanto se contrapone a lo que las ciencias duras
afirman sobre el cuerpo humano”.
“Lo que la medicina, biología, morfología,
anatomía, fisiología, neurología, psicobiología, hablan sobre qué es la
sexualidad humana, de cómo se compone, opera y funciona, se contrapone a los postulados de la
ideología de género”, explicó.
Laje dijo que estos postulados están resumidos en aquella frase de la
teórica feminista y marxista, Simone de Beauvoir, que en su libro ‘El Segundo Sexo’
dice: ‘no se nace mujer: se llega a serlo’”.
“Aquí hay un punto de inflexión que lo que marca es
que la sexualidad ya no es un dato de
la naturaleza sino que es una construcción de la sociedad”.
“No importa lo que nuestro cuerpo biológico trae
sino lo que creemos que es o lo que nos han hecho creer que es.
Epistemológicamente la ideología de género es una ideología porque está a contrapelo de la realidad
empírica”, aseguró el politólogo y escritor.
Sobre la acepción en el campo de la ciencia política, Laje explicó que
la ideología de género corresponde a “un sistema de ideas que le da cohesión a
un grupo político”.
“Según nuestras investigaciones la ideología de
género nace para suplir una falta en la izquierda (marxismo) ante la falta del obrero como clase
revolucionaria. Esa falta abre paso de una lucha de clases a una lucha
por la cultura”.
“Los conflictos –continuó–
ya no se dan más en el terreno de las relaciones
productivas sino en lo que tiene que ver
con los conflictos culturales, dentro de los cuales se enmarca el
conflicto heterosexual-homosexual / hombre-mujer, que es un conflicto
construido por la ideología de género para darle nuevo oxígeno a este grupo
político que llamamos ‘neomarxismo’”.
NEOMARXISMO E IDEOLOGÍA
DE GÉNERO
El joven pensador indicó, reafirmando las tesis de su libro, que luego
de la caída formal de la Unión Soviética (URSS) en 1992 “la izquierda llegó por distintas vías a una crisis fulminante de su
paradigma clásico”.
“Me refiero al pensado por (Karl) Marx y
(Friedrich) Engels. Un paradigma que en primer término anunciaba que la
revolución del obrero iba a suceder en el occidente avanzado, en el capitalismo
industrial. Lo que Marx entendía es que la revolución del obrero venía en el
capitalismo avanzado y no en un orden feudal como ocurrió en Rusia. Allí se
crea un quiebre en el paradigma teórico y filosófico de la historia”, aseguró.
En segundo término, continuó el autor, la clase obrera empezó “ser absorbida por el sistema al cual supuestamente se
tenía que oponer”.
“El capitalismo le da un sentido económico que
antes no tenía al obrero. Marx decía que los obreros ‘no tienen nada más que
perder que sus propias cadenas’, sin embargo, hoy estos tienen para perder su automóvil, casa, celular, su televisor,
wifi, etcétera”.
Ante la disyuntiva actual de esta “nueva
izquierda”, Laje dijo que la misma, para alzarse nuevamente en
“revolución”, deja de lado al obrero (proletario) para “construir nuevos sujetos revolucionarios”.
Según la tesis principal de “El Libro Negro
de la Nueva Izquierda”, es allí donde entran a tallar diversos y
pequeños grupos generadores de conflictos sociales, entre los que destaca el
afín a la ideología de género, que a su vez está subdividido “por el feminismo, el abortismo y el homosexualismo
ideológico”.
Laje indicó que los teóricos marxistas posteriores a la caída de la URSS
entendieron “que el conflicto primario en la
sociedad no acontece en las relaciones productivas que definen a las clases
sociales”, sino en lo que Marx llamó la “superestructura” de la
sociedad.
“Marx entendía que la ‘superestructura’ de la
sociedad contenía la filosofía,
religión, moral,
derecho, familia
y cultura en general. Hacer una revolución a ese nivel, para Marx, era
pelearse con un fantasma, porque era un ‘segundo piso de una casa’ que si se
destruía, fácilmente podía volver a ser armado. Lo que había que volar en mil
pedazos para Marx era el primer piso (la estructura), el de las relaciones de
clases”.
Laje aseveró que teóricos neomarxistas como Ernesto Laclau o Chantal
Mouffe, basados en la propuesta de “hegemonía
cultural” del fundador del partido comunista italiano, Antonio Gramsci (converso al
catolicismo antes de morir en abril de 1937), ahora dicen que lo que
se debe hacer es “atacar” el “segundo piso” de la casa, o en otras palabras, la
“superestructura” de la sociedad.
“Por eso hablamos de ‘neomarxismo’ o ‘marxismo
cultural’, porque ya no es clasista sino con los ojos puestos en los conflictos
de la cultura”, sentenció el politólogo.
Finalmente, Laje recalcó que lo que ha estado en el “corazón de la
izquierda” desde los postulados de Marx y sus predecesores utópicos hasta hoy, “es la idea de que hay que destruir a la familia”
porque es el componente más elemental de la “superestructura”,
que “reproduce la conciencia contra la cual
la izquierda ataca”.
“Aparte, la familia significa un límite entre lo
político y lo privado. La familia es parte de la sociedad civil y la política
parte de lo público estatal. Entonces, ‘reventando’ la familia se puede tener
un Estado total”, indicó.
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