VATICANO, 15 May. 16 / 04:16 am (ACI).-El Espíritu Santo es “una inmensa cascada de gracia”. “Quien se sumerge con fe
en este misterio de regeneración renace a la plenitud de la vida filial”, dijo el Papa
Francisco en la homilía de la Santa Misa de Pentecostés.
En la Basílica de San Pedro del Vaticano, el Pontífice se centró en
hablar de la filiación de todo hombre como hijo de Dios, y aseguró que Jesús
tuvo, culminada por el Espíritu Santo, esta misión: “restablecer
nuestra relación con el Padre, destruida por el pecado; apartarnos de la
condición de huérfanos y restituirnos a la de hijos”.
Francisco, en recuerdo de lo que dice San Pablo, destacó que “la paternidad de Dios se reaviva en nosotros a través de
la obra redentora de Cristo y del don del Espíritu Santo”.
“El Espíritu es dado por el Padre y nos conduce al
Padre. Toda la obra de la salvación es una obra que regenera, en la cual la
paternidad de Dios, mediante el don del Hijo y del Espíritu, nos libra de la
orfandad en la que hemos caído”.
El Santo Padre reconoció que “también en
nuestro tiempo se constatan diferentes signos de nuestra condición de
huérfanos: esa soledad interior que percibimos incluso en medio de la
muchedumbre, y que a veces puede llegar a ser tristeza existencial”.
O, por ejemplo, “esa supuesta independencia
de Dios, que se ve acompañada por una cierta nostalgia de su cercanía; ese
difuso analfabetismo espiritual por el que nos sentimos incapaces de rezar; esa
dificultad para experimentar verdadera y realmente la vida eterna, como
plenitud de comunión que germina aquí y que florece después de la muerte; esa
dificultad para reconocer al otro como hermano, en cuanto hijo del mismo Padre;
y así otros signos semejantes”.
El Santo Padre manifestó que la vocación originaria es la de ser hijos: “aquello para lo que estamos hechos, nuestro ‘ADN’ más
profundo que, sin embargo, fue destruido y se necesitó el sacrificio del Hijo
Unigénito para que fuese restablecido”.
Por último, Francisco habló de la Virgen María: “La
Madre de Jesús está en medio de la comunidad de los discípulos, reunida en
oración: es memoria viva del Hijo e invocación viva del Espíritu Santo. Es la
Madre de la Iglesia”.
El Papa terminó pidiendo que “podemos
mirarnos como hermanos, y nuestras diferencias harán que se multiplique la
alegría y la admiración de pertenecer a esta única paternidad y fraternidad”.
Por Alvaro de Juana
No hay comentarios:
Publicar un comentario