ORIENTACIÓN SEXUAL
¿DERECHO DE LAS MINORÍAS?
Eduardo Enrique Carrión Vásquez
(Escrito para la revista virtual PÓLEMOS, de la Asociación Civil Derecho & Sociedad)
(Escrito para la revista virtual PÓLEMOS, de la Asociación Civil Derecho & Sociedad)
El título del tema del presente número de la revista
PÓLEMOS nos sitúa ante la pregunta de si la orientación sexual es un derecho
de la persona humana, que en estos últimos tiempos están reclamando las minorías
conformadas por homosexuales, lesbianas, bisexuales, travestis y transexuales
(discúlpenme si me olvido de alguien).
Pues bien, respecto a este tema han surgido diferentes
opiniones que han dado lugar muchas veces a enfrentamientos apasionados. Por
eso, lo que quisiera que quede claro es, en primer lugar, que no podemos
quedarnos en las opiniones; lo conveniente es encontrar la verdad.
Y, lo segundo, la reflexión y el diálogo que buscan la verdad no deben ser
dirigidos por el apasionamiento sino por la razón, y con un espíritu calmado.
Quisiera por ello advertir que, para entendernos,
debemos dejar los prejuicios (y las animadversiones que provienen de ellos),
los que no hacen sino perjudicar la reflexión y el diálogo. Los prejuicios son
eso: pre-juicios; es decir juicios previos a la reflexión, que me
predisponen a desestimar la palabra del otro, considerando de antemano que todo
lo que me pueda decir, o está equivocado o busca engañarme o lo dice porque
está en contra mía. De esta manera, los prejuicios no permiten escuchar
verdaderamente al otro; en el diálogo, lo único que haré será no buscar
encontrar la verdad sino imponer lo que yo creo es verdadero; quiero encontrar
la verdad sobre el tema en discusión, pero yo mismo me bloqueo con el
prejuicio. Así, encontramos los prejuicios de que la Iglesia Católica está
pasada de moda, que es tradicional; que si tiene algo que decir lo diga a sólo
sus fieles; o que la Iglesia es homofóbica. Por el otro lado encontramos los
prejuicios (que no son de la Iglesia) de que los homosexuales son malos y que
lo único que merecen es el desprecio y la marginación. Si esos son los
prejuicios que acompañarán al diálogo, mejor pongámonos de pie y vayámonos a
nuestras casas,… y que Dios nos perdone.
Dicho todo lo anterior, me dispongo a exponer la
enseñanza de la Iglesia Católica sobre este tema: la orientación sexual; y, si
es un derecho o no de las llamadas minorías homosexuales.
La Iglesia Católica, que funda su doctrina sobre la
Revelación divina, sostiene que cuando Dios creó al hombre los hizo varón y
mujer (con sexos diferenciados), dándoles el mandato de unirse en una sola
carne para procrear y poblar la Tierra. La Iglesia reconoce en ello el orden
natural que Dios ha dado a la sexualidad humana. Por eso, cuando la Iglesia
habla del matrimonio señala que es un consorcio entre un varón y una
mujer; y que tiene dos fines: el bien de los cónyuges (que se expresa en el
amor y fidelidad mutuos) y la generación (procreación) y educación de la prole
(hijos). Vuelvo a repetir que lo que enseña la Iglesia se fundamenta en la
Revelación divina.
Dicho esto, la Iglesia reconoce como únicas
orientaciones sexuales la del varón hacia la mujer y la de la mujer hacia
el varón, las cuales son orientaciones de la naturaleza, no de la voluntad
individual de cada persona: se tiende por naturaleza, no por decisión
personal. Quienes defienden el “derecho” a elegir una determinada
orientación sexual están diciendo entre líneas que la orientación sexual no
depende de la naturaleza sino de un querer personal; y lo que reclaman es que
la sociedad les reconozca ese “derecho”.
Naturaleza versus
Cultura
En el párrafo anterior encontramos el verdadero
problema cuando se discute sobre el tema de la homosexualidad: la Iglesia, por
su lado, reconoce un orden natural en la sexualidad humana, orden establecido
por Dios; y por el otro lado hay quienes defienden un orden cultural en la
sexualidad humana, producido por la voluntad consensuada de los hombres. Dicho
de otro modo, para unos el orden lo pone Dios y para otros el orden lo pone el
hombre mismo, fruto de un acuerdo social que luego se expresa en lo legal.
Asistimos pues a la confrontación entre Naturaleza
y Cultura. ¿Qué responder ante esto?
Antes de responder veamos el otro punto que señala el título del artículo: el
Derecho.
Derecho Natural y Derecho Positivo
La Iglesia reconoce en la voluntad de Dios el deseo de
que los hombres se organicen en sociedad para poder ordenar sus vidas y
alcanzar sus fines. De allí que el Derecho Positivo, me refiero al conjunto de
leyes promulgadas por la autoridad competente de un país para ordenar la vida
de sus habitantes, es algo querido por Dios y aceptado por la Iglesia. Pero, la
Iglesia entiende que ese orden social debe estar dado por leyes que respeten
el orden natural, aquel que Dios ha dado a la naturaleza humana para que ésta
alcance sus fines. De esto se desprende que si Dios ha provisto a la naturaleza
humana de diferenciación sexual, las leyes que promulgue el Estado deberán
respetar y defender la unión entre el varón y la mujer en un consorcio de vida
llamado matrimonio, el cual, por su propia naturaleza está llamado al amor y
bienestar de los esposos y a la procreación de los hijos, con lo cual se
garantiza la supervivencia no sólo de la especie sino del mismo pueblo. Del
Orden Natural deviene un Derecho Natural (la exigencia del respeto a mi propia
naturaleza, la que Dios me ha dado). Antes del Derecho Positivo está, pues, el
Derecho Natural fundamentado en el Orden Natural. Las leyes del Estado deben
respetar las leyes de la naturaleza humana; no existen derechos fuera del orden
natural; esto es lo que defiende la Iglesia. Por eso, la Iglesia no aprueba la
homosexualidad; mucho menos el matrimonio homosexual. Y la razón está clara: no
responde al orden establecido por Dios en la naturaleza humana.
De todo lo dicho anteriormente se desprende lo
siguiente: toda persona humana puede y debe reclamar el respeto de los derechos
que por naturaleza le corresponden; que el Derecho Positivo respete su Derecho
Natural. Eso es lo ordenado según razón.
Ahora se puede ver con claridad cuáles son las razones
por las que la Iglesia no acepta que la orientación sexual sea cosa de elección
personal (pues la orientación la da la naturaleza); por qué rechaza el
matrimonio gay (o sus variantes); y por qué no reconoce el supuesto derecho a
elegir la orientación sexual. La Iglesia dice claramente: no existe ese derecho
en el orden natural; no puede o debe existir derecho alguno en el orden social.
Vemos, pues, que la Iglesia sólo es consecuente con
sus principios. Pero, surge entonces una pregunta: ¿qué dice la Iglesia sobre
la homosexualidad, ¿cómo trata a los homosexuales?, ¿es ella homofóbica?
LA IGLESIA FRENTE A LA HOMOSEXUALIDAD
Sin pretensión de agotar el tema, creo conveniente
decir lo siguiente:
· La Iglesia ve la homosexualidad como
una desviación sexual. En efecto,
siendo lo ordenado que un sexo se dirija hacia el opuesto, el dirigirse hacia
el mismo sexo significaría una desviación. La Iglesia considera que esta
situación por la que pasan las llamadas minorías… no debe reclamar legalización
sino terapia; siendo una desviación donde cuenta lo psicológico, puede ayudar
mucho un tratamiento psicológico.
· La Iglesia respeta al homosexual, a
quien llama persona. La Iglesia no niega, antes afirma, que el homosexual es
persona y como tal merece el respeto debido.
· La Iglesia no acepta la práctica
homosexual, la cual considera fuera del orden moral establecido por Dios. El
homosexual que tiene esas prácticas estaría en pecado mortal (como cualquier
otro que contraviniere las leyes divinas) y necesitaría el arrepentimiento y el
propósito sincero de no volver a dichas prácticas, para confesarse, recibir la
gracia y ser santo.
· La homosexualidad no es pecado, la
práctica homosexual sí lo es. La homosexualidad no es pecado porque la
tendencia a las personas del mismo sexo es algo involuntario en el homosexual.
La práctica homosexual sí es pecado, por las razones ya explicadas.
· La Iglesia no niega que una persona
homosexual pueda ser santa y tener un lugar en el Cielo. La condición para ello
es negarse a tener pareja o a practicar la sexualidad; y llevar una vida santa.
· La Iglesia reconoce que para la
persona homosexual es muy duro negarse a tener pareja; reconoce en ello una
cruz que ha de llevar.
· Visto lo anterior, podemos darnos
cuenta que la Iglesia no es homofóbica, que respeta a la persona homosexual;
pero ubicándola frente a la ley divina.
SOBRE QUÉ CONSTRUIR LA SOCIEDAD
Viene ahora, de manera oportuna, preguntarse sobre ¿cuál es el fundamento
sobre el que se debe construir la sociedad: la naturaleza o la cultura? Así,
daremos respuesta a la pregunta que quedó pendiente.
Si en la naturaleza encontramos la diferenciación de los sexos; si
encontramos en ello una finalidad: procrear y mantener la supervivencia de la
especie humana; si las sociedades se sostienen en las familias (formadas con
varón y mujer que procrean hijos), lo más sensato es pensar que la sociedad
debe construirse sobre la naturaleza. Esta tendrá sus propias expresiones
culturales, las cuales obedecerán a leyes que no provienen del deseo personal o
corporativo de ciertas minorías, de las cuales ya hemos hablado, sino de un
orden impreso en la naturaleza humana.
Naturaleza y cultura no se oponen cuando la segunda se forma a partir de
la primera. Pero si se quiere ignorar esa referencia natural y se pretende
una cultura basada en el consenso, podemos llegar a edificar sociedades sobre
cualquier cosa que se nos ocurra; puede ser: la superioridad y preeminencia de
alguna raza, la “verdad” atribuida a alguna ideología en particular (de derecha
o de izquierda), o unos pretendidos derechos a escoger la orientación sexual y
a formar “familias gay”.
LAS CIENCIAS DAN LA RAZÓN A LA IGLESIA
Quiero
terminar este artículo diciendo que la Biología, la Psicología, la Sociología,
la Historia... dan razón al planteamiento de la Iglesia: la Biología nos dice
que los dos sexos tienen una finalidad natural; la Psicología apoya a la
Biología distinguiendo y valorando las diferencias psicológicas de ambos sexos
como convenientes para la complementariedad de la pareja heterosexual; la
Sociología entiende que las sociedades no pueden sobrevivir sin el matrimonio
heterosexual; la Historia muestra que las civilizaciones siempre se han formado
respetando la diferenciación sexual y el matrimonio; y que aún en aquellos
pueblos donde hubo homosexualidad, ésta se dio como algo anormal; nunca se le
dio legalidad. Las cosas en su debido orden natural. Todo lo que esté fuera de
este orden no tiene fundamento racional.
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