BAILAR LA MÚSICA DE DIOS
¿Serás
capaz de seguir el ritmo de un Dios que te invita a bailar con Él?
Por: H. Edgar
Henríquez, LC | Fuente: elblogdelafe.com
En un mundo lleno de sonidos: tambores, trompetas, guitarras, órganos, bubucelas,
matracas, etc., pareciera ser que no tenemos ni un segundo libre para pensar. La
música atraviesa en nuestros oídos penetrando en nuestra mente. Así
es como se “pegan” ritmos que luego se
manifiestan en la consonancia rítmica de los dedos sobre la mesa, el pie en el
suelo del salón de clases o las improvisados “bongós”
sobre cualquier material sonoro.
La música es parte de nuestra vida, debemos
reconocerlo. Es más, ahora con la música online, youtube y todos los aparatajes
disponibles para buscar ritmos y melodías, somos capaces de reconocer con
facilidad a qué artista hace referencia. Pero, ¿somos capaces de
escuchar la música de Dios?
Sí, dije bien: la
música de Dios. Es una música tenue, no con muchos arreglos musicales o sonidos
extravagantes. No es ni reggaetón ni balada, ni merengue ni bachata, ni cumbia
ni villera. La música de Dios es un estilo propio, único e inigualable que
resuena en lo más profundo de nuestro interior. Esta música tiene compases;
notas mayores y menores. Usa blancas, negras y corcheas. Fusas y semifusas.
Todas ellas en la más perfecta melodía que jamás oído alguno ha podido escuchar
de mano humana ni de computadora electrónica.
La música de Dios transmite un mensaje genuino. Un mensaje cuyo destinatario es único,
porque eres tú mismo. Dios te canta al oído, te canta sólo a tí. Podrías
preguntar, pero ¿qué es lo que canta? Canta
para que bailes. Canta el plan que desde siempre ha pensado para tí porque te
quiere ver feliz. Canta la melodía de tu vida, titulada con tu nombre y firmada
con su puño y letra; y quiere que sigas esta melodía, que bailes su música.
Bailar la música de Dios es
seguir su voluntad. A
algunos les pedirá un ritmo más rápido, porque pueden ser capaces de seguirlo;
a otros, más bien, les pedirá ritmos más lentos debido a su flaqueza o
dificultad personal. Sea cual sea el ritmo que Dios te invite a bailar: ¡báilalo! No tengas miedo a seguir sus compases.
Cada nota está perfectamente pensada. No te sueltes ni te alejes de Él para no
perder el ritmo. ¿Ves qué fácil es bailar la música
de Dios?
¿CÓMO
SABER QUÉ RITMO DIOS ME PIDE SEGUIR?
Siempre necesitarás ayuda para descubrirlo, por
ello Dios ya lo pensó y puso en su Iglesia sacerdotes y religiosos/as para
ayudarte a escucharle. Basta abrir el corazón a Dios y
a acercarse a sus instrumentos que te ayudarán a conocer esta dulce melodía. Sé que la imagen de la “música de Dios” suele resultar un poco
“cursi”, pero cuando hay amor las cosas más cotidianas se tornan las
más profundas. Así como en una composición maestra la música es melódica, tiene
armonía en tonos bajos y altos, es rica en movimientos sonoros… así también
Dios nos muestra su voluntad a diario.
¿Estás dispuesto a bailar la música de Dios? No lo pienses tanto y déjate llevar por su ritmo
siempre, como ya dijimos, acompañado por alguien que sabe bailar. Que Dios te
bendiga en este camino que emprendes junto a Él y te haga ver las maravillas
que se descubren siguiendo sus pasos. La vida es hermosa, más hermosa
será si la vives al ritmo de Dios. ¡Que disfrutes el baile!
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