ARIANNA VALAREZO RELATA SU «BATALLA ESPIRITUAL» CON EL DEMONIO
Marcada por un
profundo vacío, Arianna trató de llenarlo con la Nueva Era y la diversión,
hasta que una experiencia cercana a la muerte le hizo encontrar el sentido de
su vida.
Durante décadas, Ariana Valarezo buscó
llenar un profundo vacío con las relaciones, la Nueva Era y la diversión y pese a haber sido criada en
una familia católica, desterró la fe como guía de su vida. Al borde de la muerte y en coma
con una hija recién nacida, una aterradora visión del infierno le
planteó una segunda oportunidad. Y con ella, una misión
encomendada por Dios.
Movida por un fuerte deseo de
libertad, detalla al canal El rosario de las 11 que poco
después de comenzar la universidad accedió a una beca de intercambio en Canadá
donde creía que encontraría su ansiada independencia.
"Era totalmente libre y
empecé a vivir la vida como yo quería. La mayoría de los días eran `fiesta y salir´ y
empecé a alejarme cada vez más de la noción de Dios. En mi cabeza, tenía todo
lo que quería y la fe era algo que no necesitaba",
relata.
Tras su regreso a Perú, se
independizó a los 23 años con un objetivo, replicar su vida de intercambio: "Trabajaba todo el día, los fines de semana me iba
de fiesta y empecé a experimentar con nuevas experiencias".
UN
VACÍO AGRANDADO POR LA NUEVA ERA
Sin embargo, un profundo vacío le
perseguía. "Pensaba que no era querida por mi
madre, había sido muy dura conmigo tratando de protegerme y busque llenarlo
rodeándome de amigos, viajes, deporte y fiestas, pero el
vacío era cada vez más grande y siempre me sentía sola",
menciona.
Junto con "tortuosas y largas relaciones" que agrandaban sus
heridas, cuenta que siempre tuvo la noción de Dios y la fe inculcada por sus
padres, pero cada día se alejaba más.
"Al ser
terapeuta, intenté buscar la paz en diferentes tipos de terapias, hacía yoga, reiki
y regresiones, leía todos los libros de autoayuda intentando
encontrar el sentido, hice dos veces la sesión de ayahuasca... pero cada vez mi
vacío era más grande", explica.
Y con el vacío, llegó el miedo: "Después de las terapias de yoga empecé
a tener la sensación de que algo me seguía, no podía dormir y me
daba cuenta de que todo empeoraba".
Pero frente a la soledad, creyó
encontrar la solución en un ritmo vertiginoso y "disfrutando
al máximo" en búsqueda de "todos los
placeres", lo que consideraba "el sentido de la vida".
Del deporte a las
fiestas, pasando por viajes al Caribe y todo tipo de terapias alternativas,
Arianna Valarezo encontró que lejos de hallar la paz, su vacío "solo se
hacía más grande".
EN
PELIGRO DE MUERTE
Sin embargo, poco antes de una
experiencia que cambiaría su vida, su padre le invitó a hacer la consagración a María de
San Luis María Grignion de Montfort y, "aunque
no entendía lo que era", aceptó la propuesta por contentar a su
padre.
Tenía 33 años cuando se quedó
embarazada: "Cuando tuve a mi hija, al volver a
casa empecé a sentirme mal, tenía mucho dolor y regresé a la
clínica. Tenía una septicemia y tenían que operarme".
Su hermana había pedido a un
sacerdote que fuese a verla antes de la intervención que le dio los últimos
sacramentos ante un evidente peligro de muerte.
"Empecé a
sentir una gran paz que no sentía desde hacía mucho tiempo, pero también un
gran terror porque intuía que estaba muy grave", admite. Los órganos vitales estaban seriamente comprometidos y la
única opción para estabilizarla era inducirle un coma que duró
dos días. Para ella, "fue una eternidad".
GUSANOS,
SANGRE Y OSCURIDAD: UNA VISITA AL INFIERNO
Lo siguiente que recuerda fue
encontrarse en un lugar "donde no había
luz y con los olores más desagradables, había tierra, excrementos, larvas y
sangre y todo estaba oscuro". En una gran
explanada, Ariana pudo presenciar como una multitud ingente de personas
practicaban alegremente los siete pecados capitales, pero
sin ningún rastro de luz.
"Vi personas
muy ricas en mansiones y con joyas, bebiendo y riéndose pero que no tenían luz.
Vi todo lo que tiene que ver con la lujuria en sus peores expresiones con
niños y adultos, y no había luz. En ese lugar reinaba la mentira y el engaño y
todas esas almas que eran miles y miles adoraban a una mujer, hermosa y
perfecta que les sonreía a todos y les daba todo lo que querían", relata.
Su miedo fue aún mayor cuando
supo que si ella estaba ahí era porque "también
había sido engañada".
LUCHANDO
CONTRA EL DEMONIO
"Me había
creído la gran mentira, había pasado toda mi vida buscando estos placeres en
las cosas del mundo y ahora estaba ahí. Empecé a sentir un terror
y una angustia muy grande y cuando [la señora] me vio llegar me
llamó por mi nombre y me dijo: `Te puedo dar todo lo que quieras, solo tienes
que adorarme´".
Recuerda que al negarse, "comenzó una batalla espiritual que
duró una eternidad entre mi espíritu y este ser que quería que cayese".
Y empezó a rezar: "Dios mío, yo pertenezco a ti, sácame de aquí".
UNA
SEGUNDA OPORTUNIDAD ANTE LA "GLORIA DE DIOS"
Lo siguiente que vio fue una mano
que le sacaba de aquel lugar, mientras perdía el miedo y le invadía una
sensación de gozo y felicidad: "Cada vez me
elevaba más, olía a rosas y había una luz mucho más brillante que el sol y
pensaba que iba a ver a Dios. Nuestro Señor me permitió ver un poco de su
gloria y en ese momento empecé a recibir amor, el amor perfecto
y absoluto".
Arianna estaba "como en casa", en un lugar del que no
quería regresar, pero pronto supo que Dios le estaba dando "una segunda oportunidad que
tenía que aprovechar".
Al despertar, "estaba intubada, conectada a ocho máquinas, con
adrenalina en el corazón y comía por una sonda. Mi cuerpo era como un
estropajo, tenía mucho dolor, heridas y cortes, pero dentro de mí sentía
una gran paz. Algo había sucedido dentro de mí".
"Nunca tuve
tanta paz como en aquellos días", expresa.
Tras contemplar
"un poco de la gloria de Dios" al borde de la muerte, Arianna decidió
entregarse por completo a la fe.
"MI
VIDA TIENE SENTIDO"
Tras 28 días, Arianna pudo "salir de nuevo a la vida y regresar a casa con una
hija recién nacida, agradecida de estar viva y poder estar con ella".
"El Señor no
solo me dio una segunda oportunidad, sino gozar de su gloria y amor para poder
contarlo. Me dijo que quería que me proclamase una mujer sana y liberada por
Él, no solo me sanó de la septicemia: cargaba con rencores, penas, traumas y
vicios, y me sanó el corazón", recuerda.
Tras despertar de la visión,
Arianna decidió entregarse "totalmente a
Dios", empezó a rezar el rosario diario y cada día desde hace 3
años intenta recibir los sacramentos, y los "vacíos,
traumas y heridas profundas empezaron a sanar a través de la oración".
"Entender
que soy amada por Dios a pesar de lo imperfecta que soy cambio mi vida. Le entregué mi
vida y mi cuerpo, empecé a gozar de una nueva alegría y libertad y decidí vivir
en castidad hasta que Él decida darme un esposo", añade.
Para Arianna, "todos los días siguen siendo una lucha" pero
ya no está sola, "sino de la mano de Dios.
Ahora, mi vida tiene un sentido. Gloria a Dios".
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