«Esa es también la misión de la Iglesia»
Durante su
habitual alocución dominical, el Papa dijo ayer que «la Iglesia no puede
permanecer estática, sino que, con una participación activa de cada bautizado,
está llamada a actuar como comunidad en camino, animada y sostenida por la luz
y el poder del Espíritu Santo»,
(InfoCatólica) Palabras del Papa a los fieles
durante el Regina Coeli:
Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días!
El Evangelio de este VI
Domingo de Pascua nos presenta el pasaje del discurso que Jesús dirigió a los
Apóstoles en la Última Cena (cf. Jn 14,23-29). Él habla de la obra del Espíritu
Santo y hace una promesa: «El Paráclito, el
Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas y
os recordará todo lo que os he dicho» (v. 26). Como en el momento de la
cruz Jesús asegura a los Apóstoles que no se quedarán solos: con ellos estará
siempre el Espíritu Santo, el Paráclito, que los apoyará en su misión de llevar
el Evangelio por todo el mundo. En el idioma griego original, el término «Paráclito» significa el que está al lado, para
apoyar y consolar. Jesús regresa al Padre, pero continúa instruyendo y animando
a sus discípulos a través de la acción del Espíritu Santo.
¿Cuál es la
misión del Espíritu Santo que Jesús promete como don? Él mismo dice: Él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que
os he dicho. En el transcurso de su vida terrena Jesús ya ha transmitido todo
lo que quería confiar a los Apóstoles, llevó a término la Revelación divina, es
decir, todo lo que el Padre quiso decir a la humanidad mediante la encarnación
del Hijo. La tarea del Espíritu Santo es hacer que la gente recuerde, es
decir, hacerlas comprender plenamente e inducirlas a poner en práctica
concretamente las enseñanzas de Jesús. Esta es también la misión de la Iglesia,
que la lleva a cabo a través de un estilo de vida preciso caracterizado por
ciertas exigencias: la fe en el Señor y la observancia de su Palabra; la
docilidad a la acción del Espíritu, que hace vivo y presente continuamente al
Señor Resucitado; la acogida de su paz y del testimonio que se le ha dado con
una actitud de apertura y de encuentro con los demás.
Para lograr todo esto, la
Iglesia no puede permanecer estática, sino que, con una participación activa de
cada bautizado, está llamada a actuar como comunidad en camino, animada y
sostenida por la luz y el poder del Espíritu Santo, así es el Espíritu de Dios
quien nos guía y guía a la Iglesia para que resplandezca el auténtico rostro de
de ella, bello y luminoso querido por Cristo.
Hoy el Señor nos invita a
abrir nuestros corazones al don del Espíritu Santo, para que nos guíe por los
caminos de la historia. Día a día, nos enseña la lógica del Evangelio, la
lógica del amor acogedor enseñándonos todo y «recordándonos
todo lo que el Señor nos ha dicho».
Que María que en este mes de
mayo veneramos y rezamos con especial devoción como nuestra madre celestial,
proteja siempre a la Iglesia y a toda la humanidad. Que ella que con humilde y
valiente fe cooperó plenamente con el Espíritu Santo, para la Encarnación del
Hijo de Dios, nos ayude también a dejarnos instruir y guiar por el Paráclito,
para que podamos acoger la Palabra de Dios y dar testimonio de ella con nuestra
vida.
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