El valor del desprendimiento nos enseñará a poner el
corazón en las personas, y no en las cosas materiales.
El valor del desprendimiento consiste en saber utilizar correctamente
nuestros bienes y recursos evitando apegarse a ellos y, si es necesario, para
ponerlos al servicio de los demás.
El
desprendimiento como valor se origina al reconocer que todos tenemos
necesidades y en algunos casos encontramos personas con carencias. En cualquier
situación debemos superar nuestro egoísmo e indiferencia para colaborar en el
bienestar de los demás, no importa si es mucho o poco lo que hacemos y
aportamos, lo importante es tener la conciencia de ofrecer algo, de aportar. En
la generosidad que requiere el desprendimiento no cabe el ofrecer algo que nos
sobra.
El valor
del desprendimiento tiene que ver con varios aspectos, entre ellos: la
importancia que le damos a las cosas, el uso que hacemos de ellas y la intención
que tenemos para ponerlas al servicio de los demás.
En
ocasiones vivimos y trabajamos sin descanso para poseer aquello que tanto nos
ilusiona (autos, joyas, ropa, aparatos, etc.) y nuestra vida se mueve a ese
compás, sin embargo si no tenemos cuidado puede llegar el momento en que a
pesar de la insatisfacción que nos produce llenarnos de cosas, pretendemos que
éstas llenen un vacío interior.
A veces
en broma, pero muchas veces en serio hemos escuchado decir de alguien: “quiere más a su coche que a (…)”, “ni se te ocurra tocar
sus (…) porque tendrás problemas”, “ni se lo pidas, jamás presta lo que tiene”,
“todo su dinero lo ocupa para (…)”, etc., y todas ellas reflejan a una
persona con apego inmoderado por lo que tienen. Debemos recordar que en el
orden de los afectos, las personas y su bienestar ocupan el primer lugar antes
que nuestra persona misma o lo que poseemos.
Existen
personas que materialmente ponen el corazón en las cosas materiales. A veces
por los recuerdos que evocan, pero en otras debido al valor económico que
tienen o simplemente por el trabajo que supuso adquirirlos. A esta particular
forma de afecto se le llama apego y de ninguna manera se relaciona con el hecho
de cuidar las cosas y hacer buen uso de ellas.
Cuando
nuestro aprecio es mayor por las cosas que por las personas, nos parece absurdo
compartir lo que tenemos, o en su defecto lo hacemos a regañadientes. El
desprendimiento supone un esfuerzo para superar ese sentimiento de posesión y
exclusividad de lo que poseemos para ofrecerlo gustosamente a los demás.
No
debemos confundir el desprendimiento con el hecho de deshacernos de todo
aquello que no utilizamos, que es inservible o se ha convertido en un estorbo,
esta actitud manifiesta poco respeto por la persona que lo recibe, independientemente
de su condición y situación actual. Somos tan soberbios que consideramos un
insulto recibir algo de segunda mano, ¿por qué los
demás deben soportar lo que nosotros consideramos desprecio?.
Puede
parecer que este valor se enfoca únicamente a objetos, pero nuestros recursos
van más allá de lo que se puede tocar, poseemos conocimientos, cualidades y
habilidades que muchas veces nos cuesta trabajo poner a disposición de las
personas, porque requiere prescindir de nuestro descanso, gustos, preferencias y
comodidades para llevarse a efecto.
Nos
sorprendemos con el médico que atiende enfermos sin cobrar honorarios; personas
que pasan los días trabajando en obras de caridad; profesores que trabajan
horas extras desinteresadamente; padres de familia que se niegan gustos y
diversiones personales para pensando en su familia; lo más inaudito es que
muchos de ellos no viven en una condición del todo desahogada. El verdadero
desprendimiento no tiene medida, sin calcular cuánto es lo indispensable para
cumplir, es una entrega generosa de todo, Sí, de todo lo que tenemos.
PARA VIVIR EL
DESPRENDIMIENTO PUEDES:
Hacer
una lista de las cosas que tiene y determinar cuales realmente necesitamos y
cuales son caprichos, vanidades, etc.
– Ayudar a una obra de caridad haciendo una aportación significativa, de
acuerdo con tus posibilidades.
– Enseñar a otros algo que sepas hacer bien (sin olvidar de enseñarles
los “secretos” que pudieras atesorar sobre el tema)
– Regala o dona un bien al que sientas que te has apegado.
– Procura decir más veces “si” cuando te pidan algo prestado sin poner
pretextos.
El valor
del desprendimiento ayudará a nuestra sociedad al convertirnos en personas más
altruistas y generosas, brindará un mejor ambiente en nuestras relaciones con
amigos y familiares y nos convertirá en personas que tienen el corazón puesto
en el lugar correcto.
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