No siempre la palabra gente es símbolo de amor, pero en este caso
¡Sí! Este es el milagro de ver como la oscuridad se convirtió en luz, en una
luz que se ha convertido en un hermoso faro que atrae a numerosas almas a
compartir momentos de presencia divina.
Esta
pequeña, pero hermosa historia, comienza en una lúgubre y oscura casa
compartida por dos personas en el populoso barrio de Breña. Fuimos llamados a
orar por un enfermo que estaba prácticamente paralizado por una rara enfermedad
que no le permitía desplazarse.
Pero
este no era tanto el problema, porque había otro peor, nuestro amigo había
atado su mal físico a su alma, lo que lo había aislado de toda visita y de todo
amor que alguien quisiera darle.
Rodeados
de viejos recuerdos materiales y espirituales, y numerosos libros que se
desarmaban de viejos, vivían Margarita y Oscar, Margarita dice que Oscar es su
sobrino-hijo, pero yo creo que es más, creo sin dudas, que es la llave de las
puertas del cielo, que ya lo tiene ampliamente ganado.
El
milagro comienza con la llegada de Dios a sus corazones. Margarita, una señora
de buena edad, pero con una fuerza y amor que ya quisieran tener muchos
jovencitos. Hacía tiempo que creía en Dios, pero Oscar todavía creía en cosas,
que como ex catedrático de la más antigua universidad de Lima, y como hombre de
ciencia que había viajado por el mundo, llevaba consigo a cuestas una pesada
Cruz.
Libros
sobre costumbres, ritos, oscuridades, etc., se podían encontrar entre los
preferidos de su biblioteca, lecturas aparentemente interesantes y muy
hábilmente escritas que confunden hasta al alma más segura llevándola por la
oscuridad y alejándola de Dios, eran sus favoritas. Ahora, Oscar ya no mira
atrás… solo mira adelante.
Oscar
es una persona adulta, muy inteligente y preparada, que prácticamente vivía,
debido a su mal, dependiendo íntegramente de Margarita, su Ángel de la Guarda.
Pero un buen día, este hombre iracundo que se escondía de las visitas y paraba
de mal genio, aceptó y recibió la Luz del Señor y… vino el milagro. Rápidamente
el Señor quitó las ataduras de sus miembros y Oscar inicio una nueva vida sin
cadenas que impidieran su caminar, su dureza física y espiritual se convirtió
en suave masa en manos del alfarero. Encontró al Señor, del que tanto tiempo se
había alejado y, él, vive ahora libre y feliz.
La
mano de Dios no paro ahí, y de una lúgubre, oscura y fría casa en Breña fueron
a parar a una casa nueva y llena de luz en Magdalena. De España llegó la ayuda
que tanto tiempo estuvo el Señor aguardando hasta que Oscar abriera su corazón.
La casa la regaló la hija de Margarita a la que conocí cuando vino a visitar a
su mamá… Dios sabe cómo hace las cosas. ¿De qué le
serviría una casa nueva a un corazón viejo? Ahora con un corazón nuevo
puede disfrutar con Margarita de una casa de luz y de amor. Nada viejo hay
ahora en ese hogar que semanalmente acoge a nuestro grupo de oración.
Sucede
que hay algo muy especial en ese hogar que, como miel de abejas, nos atrae semanalmente.
Es al único sitio, donde todos los del grupo dejan todo por ir a orar todos los
sábados.
En
este hogar se le rinde un homenaje especial a Nuestra Madre María, que tuvo el
amor de presentársele un día a Margarita, seguramente como recompensa por todo
el amor que ella le dio, da y seguirá dando a quienes necesiten de Ella, que es
perfecto ejemplo de amor al prójimo, o sea, al que esta próximo y te necesita.
Como
faro que alumbra el camino, esta casa se prende los sábados y ahí se ora ante la presencia de Jesús y María, y
recibimos muchos regalos. Realmente, en esta casa se siente la presencia viva
de Dios Espíritu Santo que nos acaricia con su suave calor, y nos llena de sus
gracias y dones. En este hogar, mucha gente se ha sanado por mano de Dios, no
solo con la presencia física del enfermo, sino que a través de océanos el Señor
ha sanado. Recibimos encargos por teléfono de ultramar, pedimos y se sanan en España,
USA, o donde sea, porque para el Señor no existen fronteras ni tiempo.
El
Señor se glorifica en esta casa y con los que en ella viven o van, y esto lo
sabemos los que trabajamos por Él. Hay algo diferente que se siente desde que
vas llegando y que apura tu caminar para deleitarte espiritualmente con la
presencia del Señor. Es como cuando te acercas al verdadero milagro de la
presencia del Señor a recibirlo en Cuerpo y Sangre, solo que aquí lo recibes
espiritualmente.
Agradezco
a Dios que haya puesto en nuestro camino a Margarita y a Oscar que son un
ejemplo de lo que el AMOR puede lograr. ¿Hasta cuándo van a continuar nuestras visitas? Ojala
que nunca se acaben, pero el que manda es Dios, y sé que algún día nos llevará
donde alguien más que nos enseñe, alguien así como Margarita y Oscar,
instrumentos movidos por su mano divina, para acelerar nuestra purificación y
crecimiento en este mundo, eso sí, estoy seguro de que ellos nunca saldrán de
nuestro corazón… es que estamos tan agradecidos.
En
esa casa no solo se aprende a amar a Dios y al prójimo, sino que también se
aprenden modales, porque Margarita no tiene pelos en la lengua y manda cada
palazo, muy bien dado por supuesto, a los que todavía no aprenden como se debe comportar una visita en casa ajena.
Gracias
al magnifico carácter de Margarita y, al nuevo corazón de Oscar, es que todos
los sábados, a pesar de los palos, gozamos de una hermosa mañana en compañía de
Jesús y María. Dios quiera que algún día regrese la hija de Margarita de España,
y viva lo que nosotros vivimos aquí en esta casita que con sus ahorros y la
ayuda de Dios brindó a su madre terrena para que la visite Jesús y la Madre del
cielo.
Por
lo pronto tenemos la visita de algunos familiares de Margarita y Oscar a los
que el Señor ha tocado, que comparten con nosotros las reuniones. Charito y Sus
hijos, María Elena y algunos otros parientes, esporádicamente se unen en la
oración.
Que
Dios bendiga a los enfermos, porque gracias a ellos, los encontramos día a día
por todo el mundo. Recuerda que Jesús y María te aman… ábreles tu corazón y
olvídate del ayer, que el mañana será mejor.
“¿CUÁNDO TE VIMOS ENFERMO O EN LA CÁRCEL Y TE FUIMOS A VER?”
EL REY RESPONDERÁ: “EN VERDAD LES DIGO QUE, CUANDO LO HICIERON CON
ALGUNO DE ESTOS MAS PEQUEÑOS, QUE SON MIS HERMANOS, LO HICIERON CONMIGO” (Mateo 25, 39-40)
José Miguel Pajares Clausen
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