Elegir adecuadamente el lugar para hacer la oración
puede determinar un mayor avance en la vida espiritual.
San Juan
Crisóstomo decía que “Orar es siempre posible. (…)
“Es posible, incluso en el mercado o en un paseo solitario, hacer una frecuente
y fervorosa oración. Sentados en vuestra tienda, comprando o vendiendo, o
incluso haciendo la cocina.” Como la oración es un acto de la razón y
Dios es omnipresente, podemos hacerla en cualquier lugar y en cualquier momento
sin embargo hay lugares en los que la paz necesaria para comunicarse
adecuadamente con Dios facilitan y hasta propician la oración.
Sin duda,
el mejor lugar para hacer oración es frente al Santísimo Sacramento, pues ahí
está Jesús Sacramentado quien nos ve y nos oye verdaderamente. El mismo Jesús
que descansaba en Betsaida, a quien tocaban los enfermos esperando su curación,
al que crucificaron en el Calvario y quien resucitó al tercer día está oculto
en un pedacito de Pan. Ahí está verdaderamente Jesucristo. Por lo tanto, no hay
un lugar mejor para hacer la oración que estando frente al Sagrario.
Como no
siempre es fácil acudir a un oratorio, una capilla o una parroquia en donde
esté Jesús Sacramentado podemos hacer nuestra oración en un lugar que nos
permita un mínimo de privacía. Nuestra casa, en una habitación puede ser el
lugar ideal para hacer oración.
Siempre
es buena idea que donde hagamos nuestra oración tengamos a la mano las Sagradas
Escrituras (los Salmos son una fuente excepcional para la oración) o los textos
del Evangelio.
Un libro
espiritual puede ayudarnos, además, a meditar y sobre lo leído conversar con
Dios en nuestra oración. Entre los muchos libros espirituales que siempre vale
la pena tener para alimentar nuestra oración está el clásico “Imitación de Cristo” de Tomás de Kempis. Un libro
excepcional es “Orar con Juan Pablo II”. Santa
Teresa de Jesús nunca iba a la oración sin un libro que le ayudara cuando tenía
dificultades.
También
es útil tener en nuestro “rincón de oración” una
imagen que puede ser un crucifijo o una pintura de la Santísima Virgen o de
algún santo. El Catecismo nos orienta en este sentido diciéndonos que “Las imágenes sagradas, presentes en nuestras iglesias y
en nuestras casas, están destinadas a despertar y alimentar nuestra fe en el
Misterio de Cristo. A través del icono de Cristo y de sus obras de salvación,
es a Él a quien adoramos. A través de las sagradas imágenes de la Santísima
Madre de Dios, de los ángeles y de los santos, veneramos a quienes en ellas son
representados.” (CEC 1192)
Con toda
confianza, como católicos, podemos tener en casa imágenes piadosas que nos
ayuden en la oración pues “…Siguiendo la enseñanza
divinamente inspirada de nuestros santos Padres y la tradición de la Iglesia
católica [pues reconocemos ser del Espíritu Santo que habita en ella],
definimos con toda exactitud y cuidado que las venerables y santas imágenes,
como también la imagen de la preciosa y vivificante cruz, tanto las pintadas
como las de mosaico u otra materia conveniente, se expongan en las santas
iglesias de Dios, en los vasos sagrados y ornamentos, en las paredes y en
cuadros, en las casas y en los caminos: tanto las imágenes de nuestro Señor
Dios y Salvador Jesucristo, como las de nuestra Señora inmaculada la santa
Madre de Dios, de los santos ángeles y de todos los santos y justos. [Concilio
de Nicea II]” (CEC 1161)
Con lo anteriormente
explicado, podremos entender mejor en dónde podemos hacer nuestra oración:
“La iglesia, casa de Dios, es el lugar propio de la oración litúrgica de
la comunidad parroquial. Es también el lugar privilegiado para la adoración de
la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento. La elección de un lugar
favorable no es indiferente para la verdad de la oración:
– para la oración personal, el lugar favorable puede ser un “rincón de
oración”, con las Sagradas Escrituras e imágenes, a fin de estar “en lo
secreto” ante nuestro Padre. En una familia cristiana este tipo de pequeño oratorio
favorece la oración en común;
– en las regiones en que existen monasterios, una misión de estas
comunidades es favorecer la participación de los fieles en la Oración de las
Horas y permitir la soledad necesaria para una oración personal más intensa;
– las peregrinaciones evocan nuestro caminar por la tierra hacia el
cielo. Son tradicionalmente tiempos fuertes de renovación de la oración. Los
santuarios son, para los peregrinos en busca de fuentes vivas, lugares
excepcionales para vivir en comunión con la Iglesia las formas de la oración
cristiana.” (CEC
2691)
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