martes, 15 de enero de 2019

EN DÓNDE HACER ORACIÓN


Elegir adecuadamente el lugar para hacer la oración puede determinar un mayor avance en la vida espiritual.

San Juan Crisóstomo decía que “Orar es siempre posible. (…) “Es posible, incluso en el mercado o en un paseo solitario, hacer una frecuente y fervorosa oración. Sentados en vuestra tienda, comprando o vendiendo, o incluso haciendo la cocina.” Como la oración es un acto de la razón y Dios es omnipresente, podemos hacerla en cualquier lugar y en cualquier momento sin embargo hay lugares en los que la paz necesaria para comunicarse adecuadamente con Dios facilitan y hasta propician la oración.

Sin duda, el mejor lugar para hacer oración es frente al Santísimo Sacramento, pues ahí está Jesús Sacramentado quien nos ve y nos oye verdaderamente. El mismo Jesús que descansaba en Betsaida, a quien tocaban los enfermos esperando su curación, al que crucificaron en el Calvario y quien resucitó al tercer día está oculto en un pedacito de Pan. Ahí está verdaderamente Jesucristo. Por lo tanto, no hay un lugar mejor para hacer la oración que estando frente al Sagrario.

Como no siempre es fácil acudir a un oratorio, una capilla o una parroquia en donde esté Jesús Sacramentado podemos hacer nuestra oración en un lugar que nos permita un mínimo de privacía. Nuestra casa, en una habitación puede ser el lugar ideal para hacer oración.

Siempre es buena idea que donde hagamos nuestra oración tengamos a la mano las Sagradas Escrituras (los Salmos son una fuente excepcional para la oración) o los textos del Evangelio.

Un libro espiritual puede ayudarnos, además, a meditar y sobre lo leído conversar con Dios en nuestra oración. Entre los muchos libros espirituales que siempre vale la pena tener para alimentar nuestra oración está el clásico “Imitación de Cristo” de Tomás de Kempis. Un libro excepcional es “Orar con Juan Pablo II”. Santa Teresa de Jesús nunca iba a la oración sin un libro que le ayudara cuando tenía dificultades.

También es útil tener en nuestro “rincón de oración” una imagen que puede ser un crucifijo o una pintura de la Santísima Virgen o de algún santo. El Catecismo nos orienta en este sentido diciéndonos que “Las imágenes sagradas, presentes en nuestras iglesias y en nuestras casas, están destinadas a despertar y alimentar nuestra fe en el Misterio de Cristo. A través del icono de Cristo y de sus obras de salvación, es a Él a quien adoramos. A través de las sagradas imágenes de la Santísima Madre de Dios, de los ángeles y de los santos, veneramos a quienes en ellas son representados.” (CEC 1192)

Con toda confianza, como católicos, podemos tener en casa imágenes piadosas que nos ayuden en la oración pues “…Siguiendo la enseñanza divinamente inspirada de nuestros santos Padres y la tradición de la Iglesia católica [pues reconocemos ser del Espíritu Santo que habita en ella], definimos con toda exactitud y cuidado que las venerables y santas imágenes, como también la imagen de la preciosa y vivificante cruz, tanto las pintadas como las de mosaico u otra materia conveniente, se expongan en las santas iglesias de Dios, en los vasos sagrados y ornamentos, en las paredes y en cuadros, en las casas y en los caminos: tanto las imágenes de nuestro Señor Dios y Salvador Jesucristo, como las de nuestra Señora inmaculada la santa Madre de Dios, de los santos ángeles y de todos los santos y justos. [Concilio de Nicea II]” (CEC 1161)

Con lo anteriormente explicado, podremos entender mejor en dónde podemos hacer nuestra oración:
“La iglesia, casa de Dios, es el lugar propio de la oración litúrgica de la comunidad parroquial. Es también el lugar privilegiado para la adoración de la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento. La elección de un lugar favorable no es indiferente para la verdad de la oración:

– para la oración personal, el lugar favorable puede ser un “rincón de oración”, con las Sagradas Escrituras e imágenes, a fin de estar “en lo secreto” ante nuestro Padre. En una familia cristiana este tipo de pequeño oratorio favorece la oración en común;

– en las regiones en que existen monasterios, una misión de estas comunidades es favorecer la participación de los fieles en la Oración de las Horas y permitir la soledad necesaria para una oración personal más intensa;

– las peregrinaciones evocan nuestro caminar por la tierra hacia el cielo. Son tradicionalmente tiempos fuertes de renovación de la oración. Los santuarios son, para los peregrinos en busca de fuentes vivas, lugares excepcionales para vivir en comunión con la Iglesia las formas de la oración cristiana.” (CEC 2691)

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