Sócrates, profundo filósofo griego estudioso y
sabio, dijo: “Sólo sé que no sé nada…” ¡Qué impacto! Y es que a lo largo de la
vida mientras más aprendemos, caemos en la cuenta del precioso mundo del saber,
mismo que es interminable, infinito. Como personas hemos sido dotados de
inteligencia, capaces de descubrir la verdad, la realidad, pero ésta sobrepasa
nuestro entendimiento porque nuestra alma es eterna y es con ella con la que
descubrimos el mundo exterior y nuestro mundo interior, vislumbrando que siendo
finitos hemos sido creados para lo infinito.
El mundo
actual está lleno de retos, uno de ellos es la salvaguarda de la vida humana,
desde la concepción hasta la muerte natural, en el seno de una familia
constituida por un hombre, una mujer y los hijos. Hoy se niegan los principios
fundamentales y se pone en duda la realidad más evidente. Es por ello que es
necesario, importante y urgente estar bien preparado y preparar a los que más
amamos, a los que tenemos más cerca y dar testimonio de la verdad con un estilo
de vida coherente que arrastre y que hable más alto que la propia voz.
Es ahora
cuando una vida buena debe ser prioridad ante una buena vida, esto es, primero
lo primero, formar a las nuevas generaciones dentro de familias fuertes para
que crezcan los hijos felices, promover una sana comunicación y establecer una
fuerte conexión entre los miembros de la familia, siendo los padres verdaderos
líderes que con su vida impacten el corazón de cada hijo y los encaminen a la
búsqueda de su ser, que se cuestionen: ¿Quién soy?
¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? Todo esto de modo existencial, y que sus
respuestas les motiven a tomar decisiones que les lleven al éxito, pero sobre
todo a la plenitud, aunque en ocasiones haya que sacrificar éxito por plenitud.
Todo esto
apunta a la formación de un sentido de vida pleno, que no se vacía ante las
dificultades de la vida, porque pase lo que pase, el ser humano vale, su vida
tiene un valor sagrado y a pesar de todo cuando la persona es consciente de
este valor, ante las mayores desgracias se mantiene en pie, porque sabe que
todo lo que vive puede ser, si así lo quiere, relacionado directa o
indirectamente con su aprendizaje de vida y la conquista de su propio ser para
vivir intensamente y saber reír, llorar, sufrir, amar… y trascender: Amándose y
amando.
PASAR HACIENDO EL BIEN
Hemos
sido creados no para vivir aislados, sino para vivir en comunión, la primera
comunidad es la familia, en donde se dan los cimientos para una estructura de
la personalidad sana, aunque sabemos que nadie es perfecto y que muchas veces
las personas llevamos heridas de infancia, adolescencia y adultez que hay que
identificar con humildad y sabiduría, elaborar con arduo trabajo interior y
esperanza, y sanar con la ayuda de la misericordia, el perdón y la gracia.
Lo más
importante es pasar haciendo el bien, luchar cada día por alcanzar una vida
lograda a base de amor, que conlleva esfuerzo, sacrificio, renuncia, alegría,
entereza, resiliencia, humildad y más mucho más. Porque la persona es persona
siempre, pero debemos construir a esa persona también, es decir, la persona es
concebida persona, nace persona y se hace más persona cuando vive de acuerdo a
su dignidad, porque confirma en cada palabra, cada decisión y cada acto quien
es y quien está llamada a ser; incluso en momentos difíciles como una
enfermedad propia o de algún ser querido, o, la muerte que a todos nos llega, a
unos antes a otros después, pero sabiendo que hemos sido pensados desde toda la
eternidad para la eternidad, la vida terrena se convierte en un tiempo para
aprender a amar y dejar una íntima y personalísima huella de ternura, amor y
esperanza en los corazones próximos a nosotros.
LA VIDA ES BELLA
O puede ser triste y dolorosa si no sabemos vivirla, hoy, vivimos tiempos de guerra, familias rotas, desestructuradas, personas que viven sin un sentido, sin proyectos de vida, personas adictas al alcohol, a las drogas, a la tecnología, etc.; seres humanos vacíos, solos, perdidos, llenos de dolor y frustración, traicionados por el prójimo que debería no ser indiferente ante su sufrir. Bebés, niños, adolescentes, adultos, ancianos con hambre de amor, de ternura, de valoración, con sed de compañía, de encuentro, de trato digno y personal.
O puede ser triste y dolorosa si no sabemos vivirla, hoy, vivimos tiempos de guerra, familias rotas, desestructuradas, personas que viven sin un sentido, sin proyectos de vida, personas adictas al alcohol, a las drogas, a la tecnología, etc.; seres humanos vacíos, solos, perdidos, llenos de dolor y frustración, traicionados por el prójimo que debería no ser indiferente ante su sufrir. Bebés, niños, adolescentes, adultos, ancianos con hambre de amor, de ternura, de valoración, con sed de compañía, de encuentro, de trato digno y personal.
No podemos permitir que los suministros se acaben, debemos ser luz en nuestra casa y
convertirla en hogar, luz en la calle y convertirla en comunidad, luz en los
colegios y transformarlos en recintos de amor a la sabiduría. Todos somos
responsables de todos, la indiferencia es síntoma de egoísmo, de falta de
esperanza… ¡Cuidado!
La vida
es bella cuando nos damos cuenta de que hemos sido creados por Amor y para el
Amor, que cada uno importa, que cada uno tiene un lugar en el mundo, que todos
hemos sido llamados a realizar una obra de arte con lo que nos ha sido dado,
poniendo a trabajar los talentos y multiplicándolos para construir una sociedad
mejor, más humana y más feliz. La vida es más bella cuando nos percibimos como
un don y nos damos, nos donamos a los demás, concretamente, en el día a día,
sirviendo, amando: Con una sonrisa, con una palabra de aliento, con un abrazo
sincero, un tiempo para platicar, para escuchar, para ayudar o con una oración.
La vida
es más bella cada vez incluso, cuando se descubre su sentido; este sentido se
encuentra en el interior y en el exterior de cada persona. Dice Viktor E.
Frankl: “Si el sentido reside en el mundo y no
primariamente en nosotros mismos, el hombre no deberá preguntar por el sentido
de la existencia sino a la inversa, deberá interpretarse a sí mismo como un ser
interrogado, y su propia existencia como un interrogante; no es el individuo el
que debe preguntar, sino que es la vida la que le formula preguntas; el
individuo ha de contestar y responsabilizarse con su vida”.
Si
queremos estar preparados para los tiempos duros, los tiempos difíciles, en los
que el relativismo, el consumismo y la falta de sentido rondan por el mundo, es
preciso ser dueños de nosotros mismos, conquistarnos desde dentro y saber que
tenemos una misión única e intransferible que cumplir, misma que se descubre
precisamente respondiendo a la vida las preguntas que formula, desde el fondo
del alma, con toda inteligencia para descubrir la Verdad y la voluntad para
querer Seguirla, en un acto libre de amor y donación de la propia persona al
servicio de Su Creador como la respuesta amorosa que El espera y que nos dará
la felicidad día a día en lo cotidiano y la total plenitud en la vida eterna.
Mtra. Rosario Prieto
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