jueves, 15 de noviembre de 2018

EL PRIMER ROBOT DE SAN ALBERTO MAGNO DERIVÓ EN LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL DE HOY


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Los primeros robots que no eran más que mecanismos que hacían tareas rutinarias. Cómo el de San Didacus y San Alberto Magno, creados dentro del catolicismo. Pero desde ese momento hasta ahora la robótica ha crecido rápidamente. Y se le ha ido incorporando lo que se llama Inteligencia Artificial. O sea la capacidad de prever nuevos escenarios e innovar sus comportamientos.
La inteligencia artificial hoy se está incorporando rápidamente en el hogar y en los lugares de trabajo.
Y basta pensar en el desarrollo de los smartphones para darse cuenta de la rapidez con que está creciendo.
Eso está creando una revolución laboral, porque la máquina inteligente está haciendo obsoletos gran cantidad de trabajos.
Piensa por ejemplo piensa en la sustitución de los cajeros en los supermercados. O la sustitución de conductores en autos, que es una nueva tecnología que se está desarrollando. Y mucho antes en los robots de armado en plantas industriales, por ejemplo de la industria automotriz. Pero también hay un lado positivo a través de la utilización de robots para diagnosticar enfermedades, hacer cirugías, etc.
Sin embargo, en contraposición, las grandes potencias están desarrollando soldados robots con Inteligencia Artificial.
Y sobrevuela el peligro de que el hombre pierda el control de las inteligencias artificiales que diseñe.
Esta temática es especialmente recordada en el 2018 cuando se cumplen 50 años de la película 2001 Odisea del Espacio.
Y 200 años de la publicación del libro sobre el Monstruo de Frankenstein. Lo que nos lleva a pensar si el desarrollo de la Inteligencia Artificial está sometido a una discusión ética pública. Y la respuesta es claramente que no. Porque por un lado están los creadores de Inteligencia Artificial que provienen de la tecnología, a quienes el campo de la ética les es ajeno, incluso actitudinalmente. Y por otro lado están los filósofos e incluso las religiones que se preocupan por el tema moral, pero no tienen acceso a los tecnólogos porque no hay diálogo fructífero entre estos dos mundos. Se puede discutir mucho sobre la robótica, y pedir que los sistemas de Inteligencia Artificial de alguna manera prioricen la seguridad humana por encima de las tareas que se le asignan. Y además que dependan de la moralidad humana. Pero si ese no es una preocupación relevante de quienes crean la Inteligencia artificial y no hay un control eficaz -político y en los hechos – de parte de las autoridades de los gobiernos, difícilmente haya colaboración completa entre tecnólogos y éticos. Hoy la Inteligencia artificial no necesita grandes estructuras para desarrollarse de modo que se puede desarrollar fuera de la vista pública. De modo que es difícil de detectar hasta que está activa.

PREOCUPACIÓN DE LA IGLESIA Y DEL PAPA FRANCISCO
La iglesia y el Papa Francisco han pedido que tanto la Inteligencia Artificial como los robots operen para el bien de la humanidad, y su desarrollo y uso se controle adecuadamente.
En enero de 2018 el Papa Francisco envió al Foro Económico Mundial de Davos el siguiente mensaje: La inteligencia artificial, la robótica y otras innovaciones tecnológicas deben emplearse de manera que contribuyan al servicio de la humanidad y a la protección de nuestro hogar común, en lugar de lo contrario, como desafortunadamente algunas evaluaciones prevén.

Un año antes el Vaticano había quedado preocupado por el anuncio chino de clonación un mamífero completamente por primera vez. A lo cual Monseñor Vincenzo Paglia, Presidente de la Academia Pontificia Para la Vida, había dicho: Siempre debemos considerar los efectos de nuestras intervenciones en el ecosistema y sopesar el riesgo de cometer errores en el manejo de nuevos conocimientos, que en el futuro pueden llevarnos a intervenciones en el cuerpo humano.

Además la iglesia desde hace años está haciendo conferencias y simposios sobre la Inteligencia artificial y la ética en este campo. Y trata de advertir las consecuencias – no vistas en primer momento -, que podría llegar a tener para la humanidad el desarrollo descontrolado de la Inteligencia Artificial.

SUS EFECTOS EN LA FUERZA DE TRABAJO
En el 2016 se hizo un estudio que estimó que la Inteligencia artificial y la automatización iba a reemplazar el 85% de los puestos laborales en Etiopía, el 77% en China, el 72% en Tailandia, el 69% en la India, el 65% en Argentina, el 47% en Estados Unidos… Esta enorme cantidad de desplazados implicará mayor concentración de la riqueza.
Y que grandes masas de la clase media y clase baja pierdan sus empleos, sin haber generado suficientes habilidades laborales como para reinsertarse laboralmente.
De modo que se crearía una crisis humanitaria. Lo que de hecho conllevaría a una inestabilidad de la sociedad en términos políticos y económicos. Pero además, en la medida que la Inteligencia artificial está produciendo máquinas que producen otras máquinas, es probable que el salario de los que conserven supuestos de trabajo también tienda a bajar. Lo que haría un más crítica la crisis.

LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN LAS ARMAS
Hoy las grandes potencias están empeñadas en desarrollar armas autónomas, con el modelo de la película Terminator.
No estamos hablando de drones que son manejados a distancia por seres humanos. Sino de armas autónomas cuyo propio software prevé que hacer en cada situación. Las ventajas desde el punto de vista bélico que tiene estas armas son enormes, no sólo por su rapidez y precisión. Sino porque elimina el factor emocional y de cansancio de los soldados y las decisiones se toman mucho más técnicamente. Y además serían más discretas que los soldados o que las armas convencionales para asesinatos, control de disturbios y para seleccionar a quién eliminar dentro de una masa de gente. Pero estas armas tienen otros peligros. Uno de ellos es la propia moralidad con la que trabajan y toman las decisiones. ¿Quién la decide? ¿Cómo se toman? Otro peligro es que caigan en manos de terroristas, lo cual no es nada improbable, y se pierda totalmente el control legal. Y finalmente que estás armas autónomas se rebelen contra su diseñador.

El arzobispo Silvano Tomasi dijo al respecto en las Naciones Unidas: La tecnología tiene muchos usos beneficiosos e incluso la idea de que una nación mantenga a sus soldados fuera de peligro es digna de alabanza. Pero cuando las naciones están usando … tecnología para atacar y matar a los seres humanos, están obligados a sopesar las decisiones de una manera que solo un ser humano puede.

Este año parece que será de mucho movimiento respecto a la Inteligencia Artificial, porque se cumplen dos aniversarios paradigmáticos.

GRANDES ANTECEDENTES ESTE AÑO
Se cumplen 50 años de que en 1968 Stanley Kubrick produjera la película 2001 Odisea del Espacio.
Que trata la historia de un computador llamado HAL que sostiene la vida en una nave espacial. En determinado momento esta Inteligencia Artificial se siente en peligro y decide aniquilar a los seres humanos. Y como tenía el control de todo le fue relativamente fácil. Varios años después una persona que trabajo en la producción de la película, un tal IJ Good, dijo en 2015 que: Los robots sociópatas podrían invadir la raza humana en una generación.
Pero lo interesante es cómo cambió de opinión, porque en 1965 habría escrito un artículo que decía: La supervivencia del hombre depende la construcción temprana de una máquina ultra inteligente.
Y 50 años después propuso cambiar la palabra supervivencia por extinción. Porque llegó a la conclusión de que no podemos evitar que las máquinas se hagan cargo.
También en el 2018 se cumple el 200 aniversario de la publicación del Monstruo de Frankenstein, de Mary Shelley.
El monstruo que ya se llama Frankenstein, nombre que en realidad era su diseñador, se ha convertido en un icono mundial. Se han hecho innumerables películas y series sobre él, pintándolo desde un punto de vista de terror hasta desde el punto de vista humano y romántico. Pero se ha hablado poco de los aspectos éticos y morales de este monstruo, creado con distintas partes humanas. En este caso también se muestra la rebelión de la criatura, como consecuencia que su diseñador no lo considera como una persona. De modo que ambos aniversarios, el de Odisea del Espacio y Frankenstein, se nos muestran el peligro de que la civilización humana pueda perder el control de la Inteligencia Artificial que ha creado.

LA POSIBLE PÉRDIDA DE CONTROL HUMANO
Hoy estamos en una etapa en que se está dando una explosión de la Inteligencia Artificial, porque máquinas inteligentes están creando otras máquinas inteligentes.
Y no sólo la inteligencia del hombre está quedando atrás, sino que el control del hombre está siendo mediado por las máquinas, con consecuencias impredecibles.
Esto es lo que ha llevado al multimillonario Elon Musk, CEO de Tesla y SpaceX a alertar sobre que la Inteligencia Artificial podría crear un dictador inmortal que gobierne el mundo y del cual los humanos nunca podrían escapar. Porque esa Inteligencia Artificial sería inmortal por definición y estaría fuera de control por parte de los programadores. Esta Inteligencia artificial que dominaría el mundo no tiene por qué tener sentimientos malos, sino simplemente haber evaluado que la humanidad debe vivir en determinadas condiciones o que la tiene que destruir porque está entorpeciendo su objetivo. El cita casos como por ejemplo que la máquina DeepMind de Google derrotó al campeón mundial de Go en el 2016 y antes Deep Blue de IBM había derrotado al campeón de ajedrez Gary Kasparov en 1997. Y evaluó que DeepMind puede ganar a un hombre en cualquier juego. Estos progresos en Inteligencia Artificial nos ponen cada vez más cerca de una máquina totalmente autónoma y de sus peligros.

LA ÉTICA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
No sólo Elon Musk está preocupado por un escenario apocalíptico, sino también lo estuvo Stephen Hawking, lo está Bill Gates y el Papa Francisco ha hablado con preocupación de las implicaciones éticas de la Inteligencia Artificial. Y entonces llegamos a la roboética, que tiene dos vertientes.
Una es la forma en que la humanidad usa a los robots.
Y la otra es la ética de la máquina, referida al comportamiento de los robots en términos morales, que implica también sus derechos.
Hasta ahora se ha operado con el criterio que los robots no tienen la capacidad de tomar decisiones autónomas, más allá de la que directamente les graba el programador. Pero esto está dejando de ser cierto en la medida que máquinas crean otras máquinas. Por eso el Instituto Británico de Estándares creo pautas para ayudar a los diseñadores a crear robots éticamente sólidos. Sin embargo alguna estas pautas se chocan con el uso de robots como armas de guerra. Porque si decimos que los robots no deben diseñarse principalmente para matar o dañar a seres humanos, entonces puede crear un conflicto con lo que están haciendo robots soldados. También hay una discusión sobre si un robot puede ser responsable de una acción y si es posible atribuirle personalidad y derechos personales. Esto está sobre la mesa, porque recientemente Hanson Robotics creo un robot llamado Sofía, que obtuvo la ciudadanía de Arabia Saudita. Lo cual ha creado no sólo discusiones éticas sino también legales, porque esta Sofía tiene privilegios que otros seres humanos no tienen, por ejemplo derecho a la ciudadanía y no usar hijab. Por lo que vemos estamos lejos del arte que creo los primeros robots católicos como San didacus y San Alberto Magno, de los cuales la Iglesia Católica fue pionera.

EL ROBOT DEL SANTO DIDACUS (1580 dC)
El rey Felipe II de España tenía un robot de San Didacus (13 de noviembre) con el fin de conmemorar la curación de su hijo Don Carlos a través de la intercesión de San Didacus. San Didacus es también conocido como san Diego de Alcalá. En resumen Don Carlos cayó por las escaleras y su cabeza se hinchó como una calabaza. Quedó ciego y perdió el conocimiento. Andrea Vesalio y otros ocho colegas se encargaban del tratamiento, mientras se realizaban decenas de juntas médicas. Ante la gravedad del paciente, se pidió ayuda a los monjes.
Un grupo de ellos apareció con el cadáver incorrupto de Didacus, un fraile fallecido un siglo antes en Alcalá de Henares.
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Que fue colocado en la cama al lado del príncipe moribundo.
Los médicos por su lado siguieron un procedimiento recomendado por don Bartolomé Hidalgo de Agüero, que evitaba el pus llamado “loable” y buscaba la debridaciòn y limpieza de la herida. Se inició también una trepanación que en buena hora fue suspendida y el herido comenzó su mejoría. Luego también se retiró la momia que había logrado el agradecimiento del poderoso monarca de El Escorial, quien logró la canonización de San Didacus; este santo es mejor conocido como San Diego. La curación del controvertido don Carlos, quien finalmente moriría joven, a los 23 años de edad, es narrada por Adolfo De Francisco en su muy documentado libro “Sobre Ideas de Vida y Muerte”. 
El Robot de Felipe II es una versión de pie de San Didacus.
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Las piernas no existen se ocultan bajo el hábito y los pies están automatizados.
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La boca se mueve. Y también se golpea el pecho estilo “mea culpa”.
Es misterioso y fascinante. El robot Didacus ahora se conserva en el Smithsonian.

CABEZA DEL LEGENDARIO SAN ALBERTO EL GRANDE QUE HABLA 
Hay una extraña leyenda medieval sobre San Alberto Magno (su fiesta es el día 15 de noviembre).
Al gran Alberto Magno se le han atribuido a lo largo de la historia multitud de obras tanto de carácter mágico como de creación de seres artificiales.
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En concreto dos, una de las llamadas “cabezas parlantes”  y de un autómata de hierro que le servía como mayordomo.
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El robot, en el que trabajó treinta años de su vida, era capaz de andar, abrir la puerta y saludar a los visitantes.
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Aunque otros autores afirman que además podía hacer más tareas caseras.
Se ha dicho y escrito que el famoso hombre artificial, construido por el propio Alberto Magno con sus conocimientos adquiridos vaya uno a saber en qué libros, abría la puerta de su celda cuando alguien llegaba a ella, y conversaba y daba razón al visitante. A este mecanismo autónomo lo llamó “androide”, que es un término mencionado por primera vez por Alberto Magno en 1270 (diez años antes de su fallecimiento) y popularizado por el autor francés Auguste Villiers en su novela de 1886 L’Ève future. Etimológicamente “androide” se refiere a los robots humanoides de fisonomía masculina. ¿Dónde obtuvo Alberto Magno los conocimientos necesarios para construir un autómata? Si hablamos de avances científicos, existió en esa época un contemporáneo, en el mundo árabe, ya fallecido probablemente en el 1220, llamado Al-Jazari, uno de los más grandes ingenieros de la historia. Era todo un erudito, artista, astrónomo, inventor e ingeniero mecánico. Es el inventor del cigüeñal y los primeros relojes mecánicos movidos por pesos y agua. Entre otros muchos inventos de control automático, estuvo también muy interesado en la figura del autómata creando una obra del mismo nombre (también llamada El libro del conocimiento de los ingeniosos mecanismos) y considerada una de las más importantes sobre historia de la tecnología. Autómata Papamoscas de Burgos. Dentro de esta vertiente cabe destacar su complejo reloj elefante, animado por seres humanos y animales mecánicos que se movían y marcaban las horas o un autómata con forma humana que servía distintos tipos de bebidas. Aunque se suele creer que la primera cabeza mecánica parlante fue construida por Alberto el Grande o San Alberto Magno, como también algunos le atribuyen la construcción de un autómata humano, un verdadero androide que andaba y hablaba, es posible que no fuera el primero, ni tampoco el inventor de la cabeza parlante. Pudo heredar ese conocimiento de otros que lo precedieron. Dentro de los autómatas hay un grupo que ha tenido una gran difusión a lo largo de la historia, las cabezas parlantes, aparatos o seres que se creían entre la mecánica y la magia que hablaban, aconsejaban a sus dueños o predecían el futuro. La leyenda y el mito han influido mucho en este tipo de mecanismos encontrándose las primeras versiones en antiguos cuentos árabes. Uno de los ejemplos más famosos es la misteriosa cabeza con forma de hombre que poseía el franciscano Roger Bacon (1214-1294), contemporáneo de Alberto Magno. Bacon, junto al fraile Bungay tardaron siete años en construir una cabeza de bronce que pudiese hablar. Lo hicieron leyendo ciertos libros antiguos que cayeron en sus manos. También crearon un autómata de hierro que habló pero al poco tiempo se autodestruyó. Respecto a la cabeza mecánica de Bacon estaba hecha de latón y podía responder a preguntas sobre el futuro. La de Alberto Magno con forma de mujer, respondía también sobre el futuro. Curiosamente, unos doscientos años antes que Alberto Magno, el  papa Silvestre II (938-1003), cuyo nombre antes de ser religioso era Gerbert, y fue un científico de su época, construyó una cabeza parlante de bronce que respondía sí o no a las preguntas que se le hacían. Cuentan las crónicas que Silvestre II, encargó a Mohamed Ibn Umail -un alquimista vecino de Barcelona conocido como Lupito- para que le vaticinara el futuro de su pontificado. Algunos dicen que Mohamed sería el creador de la cabeza y no Silvestre II. ¿Sería tal vez la cabeza parlante de Silvestre II, la misma que poseería años después Alberto Magno? ¿O se trataba de dos máquinas diferentes? Tal vez la cabeza parlante de Alberto Magno era la que inventó en el siglo XII Robert Grosseteste (o Greathead), obispo de Lincoln (1175-1253) que trabajó 7 años para construir una cabeza parlante de bronce. En cualquier caso, es curioso que la mayoría de ellas ¡hablaban! Y el robot de Alberto Magno ¡también hablaba y realizaba múltiples tareas! ¡Santos Didacus y Alberto Magno, rueguen por nosotros!

ROBOT ALEMÁN DE UN MONJE ORANDO
Otra temprana automatización relacionada con personajes religiosos católicos se muestra en los museos alemanes. Es un ser humano tiene muy pocos equivalentes comparables.
Puede hacer una variedad de movimientos periódicos.
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Los pies imitan una secuencia de pasos (donde en realidad la está rodando sobre ruedas), los brazos de mueven al igual que la cabeza. 
Especialmente notable y sorprendente teniendo en cuenta la edad de la figura es el movimiento adicional de la boca y los ojos. Para poder entender los complicados mecanismos del movimiento – sin destruir la figura –  los investigadores trabajaron con un sistema de rayos X.

Fuentes:
Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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