La
creencia en los ángeles es algo que se está desvaneciendo entre los propios
cristianos. Básicamente por dos motivos: Uno es el materialismo que impregna el
mundo y que desplaza la dimensión espiritual. Y otro es el temor de caer en la
superstición de algunos cultos de la New Age. Pero los ángeles están allí,
comparten nuestro mundo. Están creados para ayudarnos. Y han sido
reconocidos como una realidad desde el principio del cristianismo.
Además, hay demasiados de estos cuentos para
burlarse de todos.
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Es bastante común oír hablar de “extraños misteriosos” que se encuentran en el camino de mendigos o vagabundos.
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Y seguramente a ti te deben haber pasado episodios desconcertantes.
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Es bastante común oír hablar de “extraños misteriosos” que se encuentran en el camino de mendigos o vagabundos.
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Y seguramente a ti te deben haber pasado episodios desconcertantes.
Cuando hayamos muerto, vamos a mirar hacia atrás con asombro la cantidad
de veces que Dios envió ángeles para nosotros.
LA
CREENCIA EN LOS ÁNGELES
De
hecho, 77 por ciento de los
americanos creen en ellos, según una encuesta reciente de AP-GfK. La creencia en los ángeles es bastante
generalizada, incluso entre los menos religiosos. La mayoría de los
no-cristianos piensan que los ángeles existen, al igual que más de 4 de cada 10
de los que nunca asisten a servicios religiosos.
Estamos aquí en una línea cultural divisoria.
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Por un lado, están los que creen en lo divino, en lo espiritual. Por otro lado los que no lo hacen.
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Los primeros son, evidentemente, más propensos a creer en los ángeles.
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Y los materialistas definitivamente no.
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Por un lado, están los que creen en lo divino, en lo espiritual. Por otro lado los que no lo hacen.
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Los primeros son, evidentemente, más propensos a creer en los ángeles.
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Y los materialistas definitivamente no.
Pero lo que parece más desconcertante son los cristianos que
encuentran razones para no creer. Las encuestas apuntan a algo de este escepticismo: las personas que
profesan la fe en Dios no necesariamente creen en los ángeles.
DOS
RAZONES SORPRENDENTES DE LOS CRISTIANOS PARA NO CREER EN LOS ÁNGELES
Hay muchas
razones para esto, pero hay dos razones principales sorprendentes.
La primera es que el materialismo ha inoculado toda
nuestra cultura en contra de lo espiritual.
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Y aun los creyentes profesos se ven afectados más por esto de lo que la mayoría nos damos cuenta.
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Y aun los creyentes profesos se ven afectados más por esto de lo que la mayoría nos damos cuenta.
Stephen Freeman, un sacerdote ortodoxo y blogger popular, a menudo habla del universo de dos pisos para
explicar estas cosas. Él dice que desde la Ilustración tenemos una tendencia
a dividir lo espiritual y lo
material y acordonarlos en dominios separados. Al consignar lo espiritual en el segundo
piso, con el tiempo se nos olvida que está allí. Al igual que una
baratija en el ático, que tiene poco que ver con nuestra vida cotidiana. Los ángeles se convierten en una idea de
último recurso en un universo de dos pisos, si es que son considerados
alguna vez. Y esto pasa en los seminarios diocesanos de formación de
sacerdotes. Un cura joven, de brillante
carrera, me confió que recién al tiempo de haber sido ordenado, ya vicario de una parroquia, se enteró de que
existían los ángeles de la guarda, porque una fiel de la parroquia le comentó. Al
principio no quería querer, investigó y se dio cuenta que existían. Entonces
uno se pregunta ¿qué les enseñan en el internado de
7 años a los futuros sacerdotes? Quiero creer que quien hizo el plan de
estudios no descreía de los ángeles de la guarda del todo, sino más bien que los consideraba un tema de muy
menor importancia para que figurara en la formación de los sacerdotes.
La segunda razón para no creer en los ángeles es
que el miedo a la superstición hace que muchos creyentes se sientan incómodos
con los ángeles.
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Cualquier enfoque serio sobre los ángeles huele a algunos de nosotros extraño e ingenuo, y posiblemente incluso idólatra.
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Cualquier enfoque serio sobre los ángeles huele a algunos de nosotros extraño e ingenuo, y posiblemente incluso idólatra.
Estas dos
razones son problemáticas. La primera tiende a
degradar a Dios a un concepto teórico más que a una presencia activa en el
mundo. Y la segunda tiende a hacer de él un amigo solitario. Ambas
tienden hacia una especie de reduccionismo, llevando los límites de la
experiencia espiritual a un área cada vez más pequeña. Los ángeles son un accidente en ambos escenarios.
LA
IGLESIA PRIMITIVA CREÍA EN ÁNGELES
Entre estos
dos extremos, la espiritualidad
cristiana saludable transita un camino intermedio poblado por ángeles. Y el
mejor lugar para conocer esta forma equilibrada y útil es observar la iglesia
primitiva y cómo entendían el mundo espiritual. San Agustín prevé la división
del orden creado en dos campos,
uno de luz y otro de oscuridad, uno de amor y devoción a Dios y el otro de
soberbia y alienación del Creador. Llamó a estos campamentos “la ciudad de Dios” y “la
ciudad del Mundo”. Ten en cuenta que sólo hay dos ciudades en
este esquema. Agustín dijo que no hay
que “suponer cuatro ciudades, dos de los ángeles y dos de los
hombres.” Más bien: “Nosotros podemos hablar de dos ciudades o
comunidades, una formada tanto por los ángeles buenos como por los hombres, y
la otra es la del mal“.
A diferencia de los secularistas que no creen en
los ángeles, y los cristianos que los mantienen a distancia, Agustín nos
presenta una imagen de inmediatez y proximidad.
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A su juicio, el cielo no está lejos.
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Sus fronteras atraviesan nuestro lugar, y compartimos nuestra ciudad con los ángeles.
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No sorprende entonces que Agustín sugiera que los consideremos nuestros vecinos.
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A su juicio, el cielo no está lejos.
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Sus fronteras atraviesan nuestro lugar, y compartimos nuestra ciudad con los ángeles.
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No sorprende entonces que Agustín sugiera que los consideremos nuestros vecinos.
Y con él, la espiritualidad cristiana tradicional asume la presencia de
los ángeles. Los ángeles, como Agustín y todos los teólogos de la iglesia
primitiva reconocen, comparten el mundo con nosotros. Esto que puede parecer teórico
lo podemos ver funcionando en la realidad en estas historias.
HISTORIAS
DE ÁNGELES QUE APARECEN EN LAS VIDAS DE LAS PERSONAS PARA AYUDARLAS
Tomando en cuenta lo de San Agustín veamos algunas historias reales.
UN
HOMBRE SIN TRABAJO
Un hombre de Nueva York había estado sin trabajo durante un largo tiempo. En uno de sus viajes a
Manhattan en busca de un empleo en el sector financiero, se topó con un hombre sin hogar. Y a
pesar de su falta de inclinación habitual para dar dinero a los mendigos
(creyendo que simplemente los utilizaban para alcohol o drogas), tuvo una compulsión repentina de dar dinero
al hombre. No sólo unas monedas o un billete de un dólar, sino un
billete de veinte, aunque sus propios
fondos estaban siendo lamentablemente cortos. De hecho, el billete de 20
que le dio era todo lo que tenía en su cartera.
Terminó consiguiendo un trabajo poco después, en
otra parte de la ciudad.
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Y en su primer día de trabajo vio al mismo hombre fuera del edificio de oficinas de su nuevo empleador.
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¡A varios kilómetros de donde había visto por primera vez a este “mendigo” a quien le había mostrado generosidad!
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Y en su primer día de trabajo vio al mismo hombre fuera del edificio de oficinas de su nuevo empleador.
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¡A varios kilómetros de donde había visto por primera vez a este “mendigo” a quien le había mostrado generosidad!
¿Las probabilidades? Casi despreciables.
Durante un
período típico de veinticuatro horas, entre residentes, viajeros y visitantes, son entre 2,5 y 3,9 millones de personas las
que ponen un pie en las aceras de Manhattan.
UN
BOMBERO
Un bombero de Nueva York que tenía un problema con la bebida fue a una comida
campestre anual de los bomberos en el norte del estado. Intoxicado, había
vagado en una plataforma de formación y antes de darse cuenta se tambaleó y quedó para desplomarse varios
pisos para abajo (y sería su fin). En el último momento, mientras caía, él dijo, que una mano lo
agarró y tiró de él a la plataforma con un movimiento increíble.
Para su sorpresa, él miró al extraño que lo había
salvado y era un reflejo de sí mismo.
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Pero vestido mucho más esmeradamente y bien afeitado, muy diferente al bombero desaliñado.
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Era como si este misterioso ángel le estaba mostrando cómo debía estar.
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El hombre simplemente desapareció inmediatamente después, y el bombero se reformó en el acto y fue diariamente a misa.
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Pero vestido mucho más esmeradamente y bien afeitado, muy diferente al bombero desaliñado.
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Era como si este misterioso ángel le estaba mostrando cómo debía estar.
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El hombre simplemente desapareció inmediatamente después, y el bombero se reformó en el acto y fue diariamente a misa.
UN
MENDIGO QUE DESAPARECE
Hace años
contó Nancy McKinnon desde Toronto sobre un mendigo increíble que llegó a la puerta de su familia para la
comida y luego se desvaneció.
Cuando se asomaron, vieron siete huellas que luego
se detuvieron en la nieve, sin conducir a ninguna parte.
UN
MISTERIOSO ISAÍAS
Otro, Rose
Walters de Bartlett, Illinois, escribe sobre un terrible accidente en el que fue atropellada por un conductor ebrio,
y sobrevivió en una forma que pareció milagrosa. “Cuando salí de mi coche un hombre vestido con una camisa blanca limpia apareció de la nada”,
ella da testimonio.
“Él me abrazó y me dijo que tengo que mantenerme
dando gracias a Dios.
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Cuando la policía se fue y yo estaba a punto de irme, me abrazó y me puso un pedazo de papel en la mano, y dijo:
.
‘Aquí está mi número de teléfono. Llámame y voy a orar contigo’.
.
Cuando pasaron pocos días y miré el papel, se llamaba Isaías.
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Llamé al número, pero no había nadie con ese nombre”.
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Cuando la policía se fue y yo estaba a punto de irme, me abrazó y me puso un pedazo de papel en la mano, y dijo:
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‘Aquí está mi número de teléfono. Llámame y voy a orar contigo’.
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Cuando pasaron pocos días y miré el papel, se llamaba Isaías.
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Llamé al número, pero no había nadie con ese nombre”.
UN
ÁNGEL LA BENDICE
Cuenta Julie
Ash de Great Falls, Montana. “En 1995 yo estaba
caminando en el centro de Cleveland, buscando
desesperadamente trabajo en una ciudad extraña, quebrada y
miserable. De repente, una mujer de aspecto corriente con una falda y una
blusa conservadora salió de una tienda de café y me preguntó si tenía dinero. Yo
le dije que eso deseaba, pero que estaba sin empleo. Dijo que su nombre era Jean, que ella estaba en camino a la catedral, y
que iba a orar por mí para conseguir un trabajo. Le di las gracias y comenzó a alejarse, pero ella volvió a hablar:
‘Le daría la mano a usted, pero mis manos están sucias’, ella dijo. Entonces
ella levantó la mano, con la palma hacia mí, como en bendición, pero su mano no
estaba sucia en absoluto. De hecho, era tan blanca como la nieve”.
“Nunca olvidaré que yo sentí que había sido
bendecida por un ángel, tal vez incluso mi propio ángel de la guarda.
.
No pasó mucho tiempo hasta que encontré trabajo.
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Pero el trabajo no fue tan importante como el sentir de que en mi hora más oscura, los ángeles de Dios estaban allí a mi lado, me cuidaban y me ayudaban cuando lo necesitaba más”.
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No pasó mucho tiempo hasta que encontré trabajo.
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Pero el trabajo no fue tan importante como el sentir de que en mi hora más oscura, los ángeles de Dios estaban allí a mi lado, me cuidaban y me ayudaban cuando lo necesitaba más”.
LA
AYUDA A UN MENDIGO
El siguiente
caso se trata de un mendigo y una mujer llamada Bonnie – esta vez, con seres humanos que juegan el papel angelical.
Se relaciona con la escritora Joan Wester Anderson, que comienza con el
recuerdo de Bonnie: “Cada mañana cuando bajo del
tren, me cruzo a este hombre sin hogar
en mi camino al trabajo”, relata Bonnie. “Nunca estuve involucrada con gente así porque tengo
sentimientos encontrados. Quizás sin embargo, Bonnie parecía atraída por este
vagabundo en particular, y se encontró preguntando: ¿Qué quiere Jesús que haga? Gradualmente
Bonnie hizo contacto visual con este hombre. Siguieron conversaciones breves. Su
nombre era Phil, le dijo, y él había
estado en la calle por alrededor de un año. Más allá de eso, no dio más
detalles. A veces la única conexión de Bonnie con Phil era una sonrisa y un
saludo alegre. Otras veces, ella le
trajo un sandwich, o le dio algunas monedas. La gente de mi oficina me
burlaba sin piedad”, dice ella. “Ellos
sentían que era un toque irremediablemente ingenuo. Pero ella siguió, de alguna
manera le pareció bien. Un día, sin embargo, Phil no estaba en su puesto
habitual. Pasaron las semanas, y no
regresó. Bonnie estaba preocupada, pero los comerciantes y agentes de
policía a lo largo de la ruta no sabían lo que le había sucedido. Poco a poco,
se olvidó también… hasta que una mañana, al pasar la esquina, alguien la llamó
por su nombre. Ella se dio la vuelta. ¡Viniendo hacia ella era Phil! Pero no
era el mismo mendigo desaliñado con el que había hecho amistad hace más de un
año. No, Phil estaba bien afeitado, de
ojos claros, vestido con un traje y con una sonrisa. ‘¡Phil! – dijo
boquiabierta –, ¿qué te ha pasado?’ ’Lo hiciste, Bonnie’. Estaba de pie
frente a ella, y ella no podía creer el cambio en él. ¿Yo? Yo no…”
“Oh, pero lo hiciste.
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Tú, y dos hombres que trabajan juntos en la siguiente manzana.
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Durante todo ese año yo viví en la calle, los tres eran los únicos que me veían como una persona.
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Me miraste y me hablaste.
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Un día me pregunté a mí mismo: si hay tres personas en el mundo que creen en mí, ¿por qué yo no puedo creer en mí?
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Así que fui a rehabilitación, y aquí estoy”.
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Tú, y dos hombres que trabajan juntos en la siguiente manzana.
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Durante todo ese año yo viví en la calle, los tres eran los únicos que me veían como una persona.
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Me miraste y me hablaste.
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Un día me pregunté a mí mismo: si hay tres personas en el mundo que creen en mí, ¿por qué yo no puedo creer en mí?
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Así que fui a rehabilitación, y aquí estoy”.
“Tenía un trabajo, explicó, y no estaba más en
el centro. Así que había llegado a su vieja esquina por última vez, para
ver si podía localizar a los tres que habían cambiado su vida. ‘Encontré a los
hombres de ayer’ explicó Phil. ‘Te estaba esperando’”
“’Lo que hagáis al más pequeño de mis
hijos, me lo haces a mí’. Bonnie no podía ver a Phil por las
lágrimas en los ojos. Pero ahora sabía el origen de ese impulso inusual de
involucrarse, aunque sólo sea en una pequeña manera. ¡Qué contenta estaba de
que ella hubiera obedecido!”.
Fuentes:
- http://www.foxnews.com/opinion/2012/10/13/do-angels-speak-to-us.html
- http://www.foxnews.com/opinion/2012/10/21/do-believe-in-angels.html
- http://www.spiritdaily.net/zangels.htm
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