Seguimos avanzando
para comprender mejor qué son las ofrendas de la Misa, qué contienen, qué se
lleva al altar, qué se ofrece y porqué.
Ya vimos lo que
establece al actual Misal, y por tanto es normativo para todos. También hicimos
una rápida incursión por la historia de la liturgia. Ahora avanzamos en otra
dirección.
3. EL EJEMPLO COMPARADO DE OTRAS FAMILIAS
LITÚRGICAS
Argumentemos,
además, con dos ritos: el bizantino y nuestro rito
hispano-mozárabe, porque la liturgia comparada puede ayudar a entender la
nuestra y realizarla mejor, eliminando los añadidos, tan antropocéntricos, que
la han distorsionado.
A) DIVINA LITURGIA BIZANTINA
En la
liturgia bizantina, la llamada “Divina Liturgia de
san Juan Crisóstomo”, los dones son llevados en procesión por la nave de
la iglesia, en manos del diácono y del sacerdote, hasta entrar por el
iconostasio y llegar al altar.
Esta
procesión es solemnísima, con incensarios al paso de los dones, y los fieles lo
veneran ya, no porque estén consagrados, sino porque van a ser consagrados: se
inclinan, se santiguan, hacen reverencia. Ésta es una veneración “proléptica”, en vistas a lo que van a ser.
Este rito tan solemne se llama “la Gran Entrada”. Va
acompañado de un canto fijo, invariable, el “Querubicon”,
que une esta liturgia terrena a la liturgia celestial:
“Nosotros, que
místicamente representamos a los querubines y cantamos a la vivificante
Trinidad el himno tres veces santo, depongamos todo mundano cuidado para
recibir al rey del universo, invisiblemente escoltado por los escuadrones
angélicos”.
B) EL VENERABLE RITO HISPANO-MOZÁRABE
Nuestro rito hispano-mozárabe tiene resonancias muy orientales, y éste es uno
de los momentos rituales que mejor lo muestran. Los fieles pueden llevar el pan
y el vino hasta la sede –o “choros”- que
está en la nave, no en el ábside (en la cabecera del presbiterio, según la
costumbre romana). Esta procesión de los fieles tiene su parte de veneración –o
prolepsis- como el rito bizantino: la encabeza la
cruz procesional, ciriales, y uno o dos acólitos con incensarios, y después los
fieles con el pan y el vino. Mientras se entona el canto llamado, muy
significativamente, “Sacrificium”.
Las rúbricas actuales del Misal hispano-mozárabe (muy parcas,
demasiado escuetas) señalan: “durante
la procesión de los fieles al altar para presentar sus oblaciones y mientras
los ministros preparan el pan y el vino y los colocan sobre el altar, el coro
canta el Sacrificium. El Sacrificium corresponde por su función al canto que el
rito romano llama Offertorium y el rito ambrosiano Offerenda. De
hecho san Isidoro trataba del mismo todavía bajo el nombre de Offertorium…
Justifican el nuevo título de Sacrificium los textos del repertorio que describen
sacrificios ofrecidos por personajes bíblicos, en fases sucesivas de la
Historia Sacra, los que tratan del altar y del servicio cultual en el templo,
los que evocan la liturgia celeste que se celebra ante el Cordero inmolado” (Missale,
39-40).
Por tanto, en nuestro rito hispano-mozárabe, esta
procesión de los dones es solemne, sacrificial y profundamente eucarística:
“La liturgia eucarística comienza, como en toda la
tradición cristiana, con el rito de llevar las ofrendas de pan, vino y agua al
altar, y no otras ofrendas. Este rito pueden realizarlo los fieles aunque
generalmente lo realizan los ministros (acólitos, antiguamente los subdiáconos)
desde el lugar donde se guardan los dones de los fieles previos a la
celebración (diaconion –capilla de la izquierda mirando al altar) al altar o
desde la mesa auxiliar (credencia) al altar. Esta procesión va acompañada por
el canto del “sacrificium” por parte del coro. Tal procesión tanto por el tenor
de los “sacrificium” de las solemnidades como por la estructuración
arquitectónica de las iglesias (presencia de grandes cruceros, reales –plantas
de cruz-, o simulados –planta basilical cortada por arcos y cancelas) debía ser
similar a la del evangelio. Los ministros acuden a recoger las ofrendas y con
incienso, cruz de oro y ciriales las llevan hasta el altar donde los diáconos
las colocan sobre el mismo” [1][1].
[1][1] FERRER GRESNECHE, Juan Miguel, “La Eucaristía
en rito hispano-mozárabe. Gestualidad y ambiente para la celebración”: Toletana
1 (1999), 59-88.
Javier Sánchez
Martínez
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