Talentos Trabajando.
Por: Alison González Andrade | Fuente: Catholic.net
Por: Alison González Andrade | Fuente: Catholic.net
Estimado lector,
No
sabes cuánto he aprendido a lo largo de los años, lo que significa ser
católica. Van 9 años desde mi conversión en donde a
través del ejemplo de las personas, he aprendido cómo se vive en Cristo, por
Cristo y para Cristo.
Hay muchos estilos, diversas formas de vida… hay
quienes siguen las enseñanzas de San Benito y tienen prácticas muy puntuales en
su día a día como el famoso “ora et labora”.
Hay
quienes han encontrado su forma de vivir el cristianismo por medio de las
famosas misiones en Semana Santa, hay quienes rezan el rosario diario, hay
quienes van a misa entre semana…
En fin, hay tal variedad de opciones en nuestro
camino de santidad que podríamos decir que cada camino es único y totalmente
válido si se apega a las enseñanzas de la Iglesia y a los mandamientos que Cristo
ha planificado con su venida a la tierra.
Durante estos 9 años he aprendido cuestiones
básicas del catolicismo como lo son: persignarme por las mañanas, a dar gracias
por los alimentos recibidos, incluso, he aprendido el significado de la misa y
a valorar cada parte de ella, a rezar el rosario, a visitar al Santísimo, etc.
He leído muchos libros con múltiples enseñanzas
y no sabes cuánto me ha servido para conocer mejor a Cristo. Sin embargo, me he dado cuenta que no soy una
católica practicante… ¡Qué fuerte!
Déjame explicarme mejor.
Por mucho tiempo me he dedicado a conocer mejor
a Cristo, es decir, a saber más sobre Él, a comprender por medio de la razón mi
fe, a saber por qué creo lo que creo, a sorprenderme con reflexiones
teológicas.
Más, me
ha costado mucho trabajo llevar todo este conocimiento a la práctica (de ahí
que digo que no soy una católica practicante), me ha costado llevar a Cristo a
las calles.
No me había dado cuenta de que había perdido el
enfoque… Me ha faltado coraje para
actuar en el momento preciso. De cierta forma me acostumbré a ver gente
pidiendo dinero en el metro, me acostumbré a ver discusiones familiares y no
hacer nada, me acostumbré a la realidad y a aceptarla tal como está.
Me he limitado a rezar, pues para mí se ha
convertido en mi zona de confort, en donde me he dado por bien servida.
Te
escribo esto, un poco avergonzada, pero con el ánimo de mejorar mi situación.
Quizás te pueda estar sucediendo lo mismo, yo lo
descubrí cuando leía la exhortación apostólica de su Santidad el papa
Francisco: Gaudete et exultate, en donde dice (107): “Quien quiera de verdad dar gloria a Dios con su vida, quien
realmente anhele santificarse para que su existencia glorifique al Santo, está
llamado a obsesionarse, desgastarse y cansarse intentando vivir las obras de
misericordia.”
Hay tantas cosas que pude haber hecho para
mejorar “equis” situación y no lo hice por
falta de coraje, de amor.
Desde lavar los platos sin que nadie me lo
pidiera, hacerle la plática a mi abuelo aunque repita lo mismo varias veces,
ayudar a una amiga en aprietos, dejar de lado Instagram y demás redes sociales
en media comida familiar; hasta atreverme a platicar con aquella persona
extraña que te encuentras en el baño y que tiene unas cuantas lágrimas en el
rostro, desearle un buen día a esa persona indigente en la calle en lugar de
ignorarla, hacerme el propósito de visitar constantemente un asilo.
He llevado
a Cristo en mi corazón, pero muchas veces lo he guardado para mí misma. Es
momento de compartirlo, de llevar a Cristo a cada rincón del mundo. Es momento
de salir de nuestra comodidad para entregarnos al otro.
Quiero compartirte algo muy interesante que leí
en el libro: “The four signs of a dynamic catholic”
de Matthew Kelly.
En este libro, el autor hizo un estudio sobre
los católicos en EUA y descubrió que aquellos que tienen una muy buena
espiritualidad tienen 4 aspectos en común:
1-
Oración constante
2- Estudio
3- Generosidad
4- Evangelización
2- Estudio
3- Generosidad
4- Evangelización
En pocas palabras, un católico auténtico hace
constantemente oración… a su forma, pero constante. Ya sea que rece el rosario,
ya sea que medite la lectio divina o que visite al Santísimo unos minutos al
día, esté de buenas o de malas, ocupado o libre, siempre hace oración.
De igual manera, este católico que describe
Kelly, tiene constantes vías de estudio sobre Dios y la Iglesia, es esa persona
que tiene siempre ganas de aprender, que parece que está sediento de Dios y que
busca nuevas formas de conocerlo mejor.
Por otro lado, este mismo católico, es sumamente
generoso. No solamente porque da limosna en misa, sino porque es generoso con
su familia, amigos e incluso extraños; es aquel que da su tiempo, esfuerzo y
alegría en aquellos lugares en donde tanta falta hace.
Y por último, este cristiano con gran espiritualidad,
evangeliza. Se entrega a los demás, encuentra esos espacios para compartir la
gran noticia de que la santidad es gratuita y para todos. Encuentra formas de
hacer el bien y hace frente a lo que venga.
Yo
descubrí que me hace falta hacer más apostolado, me hace falta mostrar a Cristo
al mundo. Necesito pasar más tiempo con mi familia y transmitirles aquello que
ha cambiado mi vida por completo. Sin embargo, puede que a ti te haga falta ser
más generoso, hacer más oración o conocer mejor a Dios.
Te invito a que frente al Santísimo hagas una
introspección y descubras qué es aquello en lo que estás fallando. Cuéntale a
Jesús cómo es que te has acobardado, que no has dado el ancho y que a veces
sientes que “esto es mucho y muy pesado”.
PÍDELE
PERDÓN Y LA FUERZA QUE NECESITAS PARA LEVANTARSE Y VOLVER A INTENTARLO.
Haz un plan con estrategias para mejorar. Revisa
en qué situaciones sueles caer e idea acciones para hacer frente a las futuras
circunstancias que se te presenten. Y sobre todo, nunca dejes de hacer el bien.
Cuando sea una opción, tómalo como una responsabilidad. Y cuando no haya
opción, realiza en bien cabalmente.
SÁBETE
SIEMPRE ACOMPAÑADO.
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