La
infidelidad matrimonial es una epidemia que esta llegando a niveles
desastrosos.
El 80% de los emails que nos llegan de personas solicitando un consejo o una orientación, reportan problemas de infidelidad. De ese 80% el 60% es de hombres infieles y el 20% de mujeres infieles, pero se nota un aumento mayor cada día en los casos de mujeres infieles. La infidelidad es una actitud del corazón de las personas basado en fundamentalmente en el egoísmo y en el supuesto derecho a ser feliz.
La
indiferencia a los principios espirituales bíblicos y una sociedad plagada de
publicidad pornográfica y ausente de valores están contribuyendo poderosamente
a destruir el concepto de fidelidad y amor en las relaciones matrimoniales.
Cuando una persona está desconectada de los
principios bíblicos de vida, es presa fácil de las tentaciones que aparecen a
diario hoy en día. Inclusive líderes religiosos y gobernantes están cada día
mas expuestos a las tentaciones de inmoralidad sexual.
La
infidelidad comienza generalmente cuando una pareja se desconecta
emocionalmente por alguna razón. La poca interacción emocional e íntima de esa
pareja comienza a generar necesidades insatisfechas que provocan pensamientos
negativos en contra de esa relación. En otros casos no existe una desconexión
emocional en la pareja como tal, pero se presenta una oportunidad seductora muy
atractiva y difícil de rechazar. Frecuentemente con una compañera de trabajo,
un familiar cercano o una amiga de confianza.
Las
tentaciones comienzan sutilmente con una mirada mas allá del límite debido, con
un juego de palabras de doble sentido, con una expresión de sentimientos a la
persona incorrecta, que generan pensamientos sensuales y lujuriosos y que si no
se controlan se van degenerando y produciendo sentimientos de pasión sexual que
cada vez se van volviendo más difíciles de controlar.
Mateo 5:27- 27 Ustedes han oído que se dijo: “No cometas adulterio.” 28 Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la
codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón. 29 Por tanto, si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y
tíralo.
Más te
vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él sea arrojado al
infierno.
La
advertencia bíblica es muy clara y contundente. Mirar a una mujer para
codiciarla ya implica un adulterio real en el corazón que va a tender a
consolidar un adulterio con todas sus consecuencias. Por esa razón la
advertencia es tan fuerte al punto de considerar una mutilación al cuerpo como
remedio a la tentación. Es indudablemente una instrucción demasiado drástica,
pero que evidentemente refleja la importancia que Dios le da al riesgo de caer
en este pecado del adulterio.
Gal 5:19-21 Manifiestas son las obras de la
carne, que son: adulterio, inmoralidad sexual,
inmundicia, lujuria, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras,
contiendas, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y
cosas semejantes a éstas.
Es
evidente que la debilidad humana como consecuencia de una vida ausente de
alimento espiritual conduce al ser humano a una vida de vicios y adicciones que
le van a dañar toda la vida.
Mateo 26:41 Velad y orad para que no entréis en
tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 2
Corintios 10:4-6: Llevando todo pensamiento cautivo a Cristo. I Cor. 6:18 Huid
de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está
fuera del cuerpo; pero el que fornica, contra su propio cuerpo peca.
Para
combatir la tentación a la infidelidad, las instrucciones bíblicas comienzan
con una decisión de estar vigilantes para detectar las tentaciones y orando
constantemente para no caer en la tentación. También nos indica a llevar todo
pensamiento cautivo a Cristo o sea a la palabra bíblica que nos advierte lo que
no debemos hacer y finalmente una instrucción contundente: “huid”. ¡Nuestro Padre Celestial sabe que si nos
quedamos mucho tiempo considerando el pecado, corremos el riesgo de caer!
Para
cuidar de no caer en las tentaciones de pasión sexual, debemos poner límites a
las relaciones con personas del sexo opuesto. No se deben permitir reuniones a
solas, ni contactos por internet, ni abrazos demasiado cordiales, ni palabras
de doble sentido, ni confianzas que excedan el respeto.
Es de suma importancia tener una persona de
confianza, de buen testimonio o un líder espiritual con quien conversar cuando
sientes que la tentación se esta comenzando a anidar en tu mente. Es sacando a
la luz esas tentaciones como pierden poder.
Dios provee una instrucción para los matrimonios
para que se protejan mutuamente.
I Cor
7:5: 5 No se nieguen el uno al otro, a no ser de común acuerdo, y sólo por un
tiempo, para dedicarse a la oración. No tarden en volver a unirse nuevamente;
de lo contrario, pueden caer en tentación de Satanás, por falta de dominio
propio.
Tu matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que Dios te ha dado. ¡Cuídalo!
Luis y
Hannia Fernandez
matrimonios@libresparaamar.org
www.libresparaamar.org
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