13 de mayo, festividad de la Virgen de Fátima
Por: Jesús Martí Ballester | Fuente: Catholic.net
El 13 de mayo de 1981, festividad de la Virgen
de Fátima, el Papa Juan Pablo II sufrió un atentado en Roma. Desde entonces la
imagen de la Virgen de Fátima tiene en su corona la bala que fue extraída del
vientre de Juan Pablo II. El 13 de junio de 1994 el Papa, reunido en Roma con
los Cardenales de todo el mundo, dijo: «A mí se me ha dado comprender, de modo
especial, el mensaje de la Virgen de Fátima; la primera vez el 13 de mayo de
1981 en el momento del atentado a la vida del Papa, y después de nuevo hacia
final de la década de los ochenta con ocasión del hundimiento del comunismo en
los países del bloque soviético. Pienso que se trata de una experiencia
bastante transparente para todos».
SE CUMPLEN LAS PROFECIAS
Hemos contemplado estos últimos años el desmantelamiento imprevisto del marxismo en los países del Este europeo, sojuzgados por él durante 73 años. Se ha cumplido hasta el último ápice la profecía de la Señora de Fátima: Rusia se convertirá. Por fin mi Corazón Inmaculado triunfará. Hay que entender la conversión de Rusia, en su carácter de atea y beligerante contra Dios y la religión, no en una conversión individual de cada persona, que esa no se da ni en Roma.
El caso es que aparte de la apertura de los templos y catedrales, hay datos significativos como el de la felicitación de Vladimir Putin, recién elegido Presidente de Rusia, al archimandrita Ioann Krestyankin, quien el 11 de abril de 2000, se encontró con la sorpresa de recibir una expresiva carta del presidente, en su noventa cumpleaños. El archimandrita Ioann, monje en el Monasterio de las Cuevas Pskov, cercano a la frontera con Estonia, atrae la devoción de muchos ortodoxos que lo consideran un monje que ha recibido el don del discernimiento espiritual. «Su vida -dice el presidente Putin en su carta- es un ejemplo de una gran y auténtica actividad y un sincero servicio a la Iglesia Ortodoxa Rusa, de un esfuerzo por reforzar la fe y el espíritu de nuestro pueblo». «Todos los rusos ortodoxos-añade- le conocen y le aman. Seguramente gracias a maestros como usted, Rusia está retornando a sus raíces espirituales y morales». Él ha sobrevivido a la represión comunista contra la Iglesia y a los rigores de la vida ascética, como subraya Putin. Es la primera vez en su vida que los medios de comunicación rusos se ocupan de él.
El mensaje de felicitacón de Putin es un hecho extraordinario, pues desde el zar Alejandro III y Nicolás II, que felicitaron al santo Ioann de Kronshtadt, que murió en 1908, ningún «starets» había recibido una felicitación oficial. El monasterio del archimandrita Joann, ha sido el centro espiritual de la vida ortodoxa no oficial en la URSS. Hasta su anexión a la Unión Soviética, en 1940, pertenecía al territorio de Estonia, y permaneció abierto durante el período comunista. El archimandrita Ioann dio su bendición a todos aquellos que preferían la tortura, la privación y los campos de trabajos forzados, a la sumisión a las autoridades ateas.
RUSIA. EL MARXISMO
En el año 1917 se implantó en Rusia la dictadura del marxismo materialista y ateo de carácter estatal. Lenín y Trostki pensaban y ambicionaban dominar el mundo formando un supremo estado totalitario y ateo. Caída Rusia en sus garras, su plan se dirigía a conquistar España y Portugal para, desde allí, dominar toda Europa. El año anterior, 1916, Dios comenzó también a trazar su estrategia. Y así como para la Encarnación envió a un ángel, para anunciar este plan envió a Aljustrel, en Fátima, al Ángel de Portugal, para preparar a los instrumentos de sus planes, que eran tres humildes pastorcitos, Jacinta, Francisco y Lucía, de 7, 8, y 10 años. Cuando nació Jesús, ¿a qué reyes famosos suscitó el Señor, para que le adorasen? Es el mismo Evangelio quien nos responde: «Había en la región unos pastores...» (Lc 2, 8).
LOS PEQUEÑOS
Fátima, 1917. Cristo quiere enviar a su Madre para dar un mensaje al mundo. ¿Quién lo recibirá? El plan de Dios sobre los hombres no ha variado: «Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos» (Mt 11,25). Lucía, la mayor, diez años, es la última de los seis hijos de Antonio y Maria Rosa dos Santos. Francisco, primo de Lucía, nueve años, es hijo de Pedro Marto y Olimpia de Jesús. Jacinta, siete años, hermana de Francisco, son los más pequeños de once hermanos. No son santos de leyenda: en su nacimiento ni hubo voces ni señales misteriosas, ni amor a la soledad, ni seriedad impropia de la niñez. Niños sanos y robustos, crecidos en el campo, eran poco inclinados a visiones enfermizas. Tímidos y alegres, como hijos del pueblo humilde. Ninguno de los tres sabía leer ni escribir. Carecen de malicia, son puros y sencillos de corazón. Con la franqueza y la confianza de la niñez: «¿De qué país es usted?», le preguntarán a la visión celeste. Obedientes y amantes de sus padres: sólo una fuerza sobrenatural podrá atraer a Lucía hacia el prado de las apariciones, contra la prohibición de su madre. Tienen sus defectos. Como todos los niños, son naturalmente inclinados al egoísmo y a la comodidad. Ninguno de ellos ha nacido santo. Francisco revela siempre un carácter varonil, muy fuerte, en ocasiones violento. Jacinta, la pequeña de la casa, está acostumbrada a los mimos y pequeños caprichos de niña consentida.
RELATO DE SOR LUCÍA AL OBISPO DE LEIRÍA
Entrevistaron a Sor Lucía dos Cardenales y le preguntaron: —Hay muchos libros sobre Fátima. ¿Cuál recomienda como el más auténtico? ¿Sus propias memorias?—Sí, hay muchos libros. Yo no los tengo todos: Mis memorias continúan siendo el libro más correcto, a pesar de contener algunos errores de fechas y lugares, porque originalmente, no tenía la intención de que las memorias fueran publicadas. Voy a seguir pues el relato de Lucía, que después de muertos los dos videntes más niños, Lucía, carmelita ya en Coimbra, presentó a petición del Obispo de Leiría, Don Alberto Cosme do Ameral, una Relación. Las memorias de Sor Lucía son el relato más correcto y auténtico de las apariciones de Fátima:
UN ANGEL PRECURSOR PREPARA A LOS TRES PASTORCITOS.
Primera aparición: «Soy el Ángel de la Paz».
En el verano de 1916, en la semicueva del Cabeço. «Soy el Ángel de la Paz», les saludó, y después rezó con ellos: «Dios mió, creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te aman».
Me parece, dice Lucía, que el ángel se nos apareció por primera vez, en la primavera de 1916, en nuestra Loca de Cabeço. Subimos la pendiente en busca de abrigo, y después de merendar y rezar allí, comenzamos viendo sobre los árboles que se extendían en dirección al oriente, una luz más blanca que la nieve, en forma de un joven transparente más brillante que un cristal herido por los rayos del sol. Estábamos sorprendidos y medio absortos. No decíamos ni una sola palabra. Al llegar junto a nosotros, dijo:— ¡No temáis! Soy el Ángel de la paz. Orad conmigo. Y arrodillándose en tierra inclinó la frente hasta el suelo. Le imitamos y repetimos las palabras que le oímos pronunciar: —Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran no esperan y no te aman. Después de repetir esto por tres veces, se levantó y dijo: — ¡Orad así! Los Corazones de Jesús y de María están atentos a la voz de vuestras súplicas. Y desapareció. La atmósfera de lo sobrenatural que nos envolvía, era tan intensa que casi no nos dábamos cuenta de la propia existencia, permaneciendo en la posición en que el ángel nos había dejado, repitiendo siempre la misma oración. La presencia de Dios se sentía tan inmensa e íntima que no nos atrevíamos a hablar. El día siguiente todavía sentíamos el espíritu envuelto en esa atmósfera que sólo muy lentamente fue desapareciendo.
ERA UNA SEÑORA MÁS BRILLANTE QUE EL SOL.
15. Día 13 de mayo de 1917. Primera aparición de la Virgen.
En Cova de Iría, a tres kilómetros de Fátima, el 13 de mayo de 1917. La Señora parecía tener entre 15 y 18 años; llevaba un vestido blanco hasta los pies, cerrado el cuello con un cordón de oro; un manto blanco la cubría desde la cabeza; las manos juntas y un rosario entre ellas... «Ni triste, ni alegre, sino seria». La Señora busca víctimas. Una vez prometido el cielo a los tres pequeños, les dijo: « ¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todo el sufrimiento que a Él plazca enviaros como un acto de reparación, por todos los pecados con los que Él es ofendido y para pedir por la conversión de los pecadores?». —Sí, queremos.
Cuenta Lucía: Estando jugando con Jacinta y Francisco, en lo alto de la pendiente de Cova de Iría, haciendo una pared alrededor de una mata, vimos de repente algo como un relámpago. —Es mejor que nos vayamos a casa —dije a mis primos—, está relampagueando; puede haber tormenta. —Pues, si. Y comenzamos a bajar la cuesta, llevando las ovejas hacia la carretera.
Al llegar a la mitad de la pendiente, muy cerca de una encina grande, vimos otro relámpago, y habiendo dado algunos pasos adelante, vimos sobre una encina una Señora, vestida toda de blanco, más brillante que el sol, esparciendo luz más clara e intensa que un vaso de cristal lleno de agua cristalina, atravesado por los rayos del sol más ardiente. Nos paramos sorprendidos por la Aparición. Estuvimos tan cerca que nos quedamos dentro de la luz que la rodeaba o que Ella esparcía. Tal vez a metro y medio de distancia, más o menos. Entonces Nuestra Señora nos dijo: —No tengáis miedo! No os quiero hacer ningún mal.—¿De dónde es Vd? —le pregunté.—Soy del Cielo. —¿Y qué es lo Vd. quiere?—Vengo a pediros que vengáis aquí seis meses seguidos, el día 13, a esta misma hora. Después os diré quién soy y qué quiero. Después volveré aquí otra vez.—Y ¿yo también iré al Cielo?—Sí, irás. —Y ¿Jacinta? -También.—Y ¿Francisco? También; pero tiene que rezar muchos rosarios.
¿QUERÉIS OFRECEROS A DIOS PARA SUFRIR LO QUE OS ENVIE?
En reparación de los pecados con que El es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?—Sí, queremos. -Tendréis que sufrir mucho, pero la gracia de Dios os dará fuerza. Al decir estas últimas palabras abrió por primera vez las manos comunicándoles una luz tan intensa como reflejo que de ellas despedía, que penetraba en el pecho y en lo más íntimo del alma, haciéndonos vernos a nosotros mismos en Dios, más claramente que nos vemos en el mejor de los espejos. Entonces por impulso íntimo, caímos de rodillas y repetíamos íntimamente: “Oh Santísima Trinidad, yo te adoro, Dios mío; yo te amo en el Santísimo Sacramento. Pasados los primeros momentos, Nuestra Señora añadió: —Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz en el mundo y el fin de la guerra. En seguida comenzó a elevarse serenamente, hasta desaparecer en la inmensidad del espacio. La luz que la circundaba parecía que abría el camino a través de los astros. Los relámpagos no eran propiamente relámpagos, sino el reflejo de una luz que se aproximaba. Al ver esta luz decíamos a veces que veíamos venir a Nuestra Señora; pero a Nuestra Señora propiamente sólo la distinguíamos en esa luz cuando estaba ya sobre la encina.
LA VISIÓN DEL INFIERNO
Francisco y Jacinta tuvieron sendas visiones sobre el Papa. Francisco le vio llorando y a la multitud tirándole piedras e insultándole. Jacinta, rezando con mucha gente ante una imagen del Corazón de María.
Hasta 25 años más tarde no se conoció el contenido de la aparición con la visión del infierno. La Señora abrió las manos como en los meses pasados. El reflejo parecía penetrar en la tierra, y vimos como un mar de fuego: sumergidos en este fuego a los demonios y a las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana, que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que salían de las mismas juntamente con nubes de humo, cayendo hacia todos los lados, semejante al caer de pavesas en los grandes incendios, sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de dolor y desesperación, que horrorizaban y hacían estremecer de pavor.
A la vista de esto di aquel “ay”, que dicen haberme oído. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros carbones en brasa. Asustados y como para pedir socorro, levantamos la vista hacia Nuestra Señora que nos dijo entre bondad y tristeza:—Habéis visto el infierno, adonde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacéis lo que os digo se salvarán muchas almas y habrá paz. La guerra va a terminar. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando viereis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre y de persecuciones de la Iglesia y del Santo Padre.—Para impedirlo, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si se atienden mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz. Si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones de la Iglesia. Los buenos serán martirizados; el Santo Padre tendrá que sufrir mucho; varias naciones serán aniquiladas. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá y será concedido al mundo algún tiempo de paz. Esto no lo digáis a nadie. A Francisco sí, se lo podéis decir
LA SEÑAL CELESTIAL.
Día 13 de octubre de 1917. 70.000 personas venidas desde todos los puntos de Portugal
Salimos de casa temprano. Había masas de gente. Caía una lluvia torrencial. Mi madre, temiendo que fuese aquel el último día de mi vida, con el corazón partido por la incertidumbre de lo que iba a suceder, quiso acompañarme. Por el camino se repetían las escenas del mes pasado, más numerosas y conmovedoras. Ni el lodo en los caminos impedía a esa gente arrodillarse en la actitud más humilde y suplicante. Pedí a la gente que cerrase los paraguas para rezar el rosario. Poco después vimos el reflejo de la luz y en seguida a Nuestra Señora sobre la encina.—¿Qué es lo que usted quiere?—Quiero decirte que hagan aquí una capilla en honor mío; que soy la Señora del Rosario; que continúen siempre rezando el rosario todos los días. La guerra va a acabar, y los militares volverán en breve a sus casas. Es necesario que se enmienden; que pidan perdón de sus pecados; —y tomando un aspecto más triste—, No ofendan más a Dios Nuestro Señor que está ya muy ofendido. Y abriendo las manos, las hizo reflejarse en el sol. Y mientras se elevaba, continuaba el reflejo de su propia luz proyectándose en el sol.
LA DANZA DEL SOL
El sol giró rápidamente como una gigantesca rueda de fuego. Se detuvo un momento, y giró de nuevo con una velocidad vertiginosa, irradiando haces de llamas rojo sangre. Finalmente, la esfera ígnea, pareció temblar, estremecerse y después arrojarse precipitadamente en ingente zigzag hacia la multitud. Al principio se oyó un tremendo grito de terror: “¡Señor, sálvanos!”. Cuando el sol se normalizó, resonó otra exclamación de asombro y alegría: ¡Milagro!... He aquí a María, enfrentada con el poder de las tinieblas, en una lucha cuyos triunfos y derrotas están condicionadas a nuestra conversión y arrepentimiento.
He aquí, señor Obispo, la Historia de las Apariciones de Nuestra Señora en Cova de Iría en 1917. "¿Quién es ésta que se asoma como el alba, hermosa como la luna y límpida como el sol, terrible como escuadrón a banderas desplegadas? Cantares 6,10. "Arrepentíos, que ya llega el reinado de Dios" Mateo 3,2."Velad y orad para no caer en la tentación. El espíritu está pronto, pero la carne es débil" Mateo 26,41
SE CUMPLEN LAS PROFECIAS
Hemos contemplado estos últimos años el desmantelamiento imprevisto del marxismo en los países del Este europeo, sojuzgados por él durante 73 años. Se ha cumplido hasta el último ápice la profecía de la Señora de Fátima: Rusia se convertirá. Por fin mi Corazón Inmaculado triunfará. Hay que entender la conversión de Rusia, en su carácter de atea y beligerante contra Dios y la religión, no en una conversión individual de cada persona, que esa no se da ni en Roma.
El caso es que aparte de la apertura de los templos y catedrales, hay datos significativos como el de la felicitación de Vladimir Putin, recién elegido Presidente de Rusia, al archimandrita Ioann Krestyankin, quien el 11 de abril de 2000, se encontró con la sorpresa de recibir una expresiva carta del presidente, en su noventa cumpleaños. El archimandrita Ioann, monje en el Monasterio de las Cuevas Pskov, cercano a la frontera con Estonia, atrae la devoción de muchos ortodoxos que lo consideran un monje que ha recibido el don del discernimiento espiritual. «Su vida -dice el presidente Putin en su carta- es un ejemplo de una gran y auténtica actividad y un sincero servicio a la Iglesia Ortodoxa Rusa, de un esfuerzo por reforzar la fe y el espíritu de nuestro pueblo». «Todos los rusos ortodoxos-añade- le conocen y le aman. Seguramente gracias a maestros como usted, Rusia está retornando a sus raíces espirituales y morales». Él ha sobrevivido a la represión comunista contra la Iglesia y a los rigores de la vida ascética, como subraya Putin. Es la primera vez en su vida que los medios de comunicación rusos se ocupan de él.
El mensaje de felicitacón de Putin es un hecho extraordinario, pues desde el zar Alejandro III y Nicolás II, que felicitaron al santo Ioann de Kronshtadt, que murió en 1908, ningún «starets» había recibido una felicitación oficial. El monasterio del archimandrita Joann, ha sido el centro espiritual de la vida ortodoxa no oficial en la URSS. Hasta su anexión a la Unión Soviética, en 1940, pertenecía al territorio de Estonia, y permaneció abierto durante el período comunista. El archimandrita Ioann dio su bendición a todos aquellos que preferían la tortura, la privación y los campos de trabajos forzados, a la sumisión a las autoridades ateas.
RUSIA. EL MARXISMO
En el año 1917 se implantó en Rusia la dictadura del marxismo materialista y ateo de carácter estatal. Lenín y Trostki pensaban y ambicionaban dominar el mundo formando un supremo estado totalitario y ateo. Caída Rusia en sus garras, su plan se dirigía a conquistar España y Portugal para, desde allí, dominar toda Europa. El año anterior, 1916, Dios comenzó también a trazar su estrategia. Y así como para la Encarnación envió a un ángel, para anunciar este plan envió a Aljustrel, en Fátima, al Ángel de Portugal, para preparar a los instrumentos de sus planes, que eran tres humildes pastorcitos, Jacinta, Francisco y Lucía, de 7, 8, y 10 años. Cuando nació Jesús, ¿a qué reyes famosos suscitó el Señor, para que le adorasen? Es el mismo Evangelio quien nos responde: «Había en la región unos pastores...» (Lc 2, 8).
LOS PEQUEÑOS
Fátima, 1917. Cristo quiere enviar a su Madre para dar un mensaje al mundo. ¿Quién lo recibirá? El plan de Dios sobre los hombres no ha variado: «Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos» (Mt 11,25). Lucía, la mayor, diez años, es la última de los seis hijos de Antonio y Maria Rosa dos Santos. Francisco, primo de Lucía, nueve años, es hijo de Pedro Marto y Olimpia de Jesús. Jacinta, siete años, hermana de Francisco, son los más pequeños de once hermanos. No son santos de leyenda: en su nacimiento ni hubo voces ni señales misteriosas, ni amor a la soledad, ni seriedad impropia de la niñez. Niños sanos y robustos, crecidos en el campo, eran poco inclinados a visiones enfermizas. Tímidos y alegres, como hijos del pueblo humilde. Ninguno de los tres sabía leer ni escribir. Carecen de malicia, son puros y sencillos de corazón. Con la franqueza y la confianza de la niñez: «¿De qué país es usted?», le preguntarán a la visión celeste. Obedientes y amantes de sus padres: sólo una fuerza sobrenatural podrá atraer a Lucía hacia el prado de las apariciones, contra la prohibición de su madre. Tienen sus defectos. Como todos los niños, son naturalmente inclinados al egoísmo y a la comodidad. Ninguno de ellos ha nacido santo. Francisco revela siempre un carácter varonil, muy fuerte, en ocasiones violento. Jacinta, la pequeña de la casa, está acostumbrada a los mimos y pequeños caprichos de niña consentida.
RELATO DE SOR LUCÍA AL OBISPO DE LEIRÍA
Entrevistaron a Sor Lucía dos Cardenales y le preguntaron: —Hay muchos libros sobre Fátima. ¿Cuál recomienda como el más auténtico? ¿Sus propias memorias?—Sí, hay muchos libros. Yo no los tengo todos: Mis memorias continúan siendo el libro más correcto, a pesar de contener algunos errores de fechas y lugares, porque originalmente, no tenía la intención de que las memorias fueran publicadas. Voy a seguir pues el relato de Lucía, que después de muertos los dos videntes más niños, Lucía, carmelita ya en Coimbra, presentó a petición del Obispo de Leiría, Don Alberto Cosme do Ameral, una Relación. Las memorias de Sor Lucía son el relato más correcto y auténtico de las apariciones de Fátima:
UN ANGEL PRECURSOR PREPARA A LOS TRES PASTORCITOS.
Primera aparición: «Soy el Ángel de la Paz».
En el verano de 1916, en la semicueva del Cabeço. «Soy el Ángel de la Paz», les saludó, y después rezó con ellos: «Dios mió, creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te aman».
Me parece, dice Lucía, que el ángel se nos apareció por primera vez, en la primavera de 1916, en nuestra Loca de Cabeço. Subimos la pendiente en busca de abrigo, y después de merendar y rezar allí, comenzamos viendo sobre los árboles que se extendían en dirección al oriente, una luz más blanca que la nieve, en forma de un joven transparente más brillante que un cristal herido por los rayos del sol. Estábamos sorprendidos y medio absortos. No decíamos ni una sola palabra. Al llegar junto a nosotros, dijo:— ¡No temáis! Soy el Ángel de la paz. Orad conmigo. Y arrodillándose en tierra inclinó la frente hasta el suelo. Le imitamos y repetimos las palabras que le oímos pronunciar: —Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran no esperan y no te aman. Después de repetir esto por tres veces, se levantó y dijo: — ¡Orad así! Los Corazones de Jesús y de María están atentos a la voz de vuestras súplicas. Y desapareció. La atmósfera de lo sobrenatural que nos envolvía, era tan intensa que casi no nos dábamos cuenta de la propia existencia, permaneciendo en la posición en que el ángel nos había dejado, repitiendo siempre la misma oración. La presencia de Dios se sentía tan inmensa e íntima que no nos atrevíamos a hablar. El día siguiente todavía sentíamos el espíritu envuelto en esa atmósfera que sólo muy lentamente fue desapareciendo.
ERA UNA SEÑORA MÁS BRILLANTE QUE EL SOL.
15. Día 13 de mayo de 1917. Primera aparición de la Virgen.
En Cova de Iría, a tres kilómetros de Fátima, el 13 de mayo de 1917. La Señora parecía tener entre 15 y 18 años; llevaba un vestido blanco hasta los pies, cerrado el cuello con un cordón de oro; un manto blanco la cubría desde la cabeza; las manos juntas y un rosario entre ellas... «Ni triste, ni alegre, sino seria». La Señora busca víctimas. Una vez prometido el cielo a los tres pequeños, les dijo: « ¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todo el sufrimiento que a Él plazca enviaros como un acto de reparación, por todos los pecados con los que Él es ofendido y para pedir por la conversión de los pecadores?». —Sí, queremos.
Cuenta Lucía: Estando jugando con Jacinta y Francisco, en lo alto de la pendiente de Cova de Iría, haciendo una pared alrededor de una mata, vimos de repente algo como un relámpago. —Es mejor que nos vayamos a casa —dije a mis primos—, está relampagueando; puede haber tormenta. —Pues, si. Y comenzamos a bajar la cuesta, llevando las ovejas hacia la carretera.
Al llegar a la mitad de la pendiente, muy cerca de una encina grande, vimos otro relámpago, y habiendo dado algunos pasos adelante, vimos sobre una encina una Señora, vestida toda de blanco, más brillante que el sol, esparciendo luz más clara e intensa que un vaso de cristal lleno de agua cristalina, atravesado por los rayos del sol más ardiente. Nos paramos sorprendidos por la Aparición. Estuvimos tan cerca que nos quedamos dentro de la luz que la rodeaba o que Ella esparcía. Tal vez a metro y medio de distancia, más o menos. Entonces Nuestra Señora nos dijo: —No tengáis miedo! No os quiero hacer ningún mal.—¿De dónde es Vd? —le pregunté.—Soy del Cielo. —¿Y qué es lo Vd. quiere?—Vengo a pediros que vengáis aquí seis meses seguidos, el día 13, a esta misma hora. Después os diré quién soy y qué quiero. Después volveré aquí otra vez.—Y ¿yo también iré al Cielo?—Sí, irás. —Y ¿Jacinta? -También.—Y ¿Francisco? También; pero tiene que rezar muchos rosarios.
¿QUERÉIS OFRECEROS A DIOS PARA SUFRIR LO QUE OS ENVIE?
En reparación de los pecados con que El es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?—Sí, queremos. -Tendréis que sufrir mucho, pero la gracia de Dios os dará fuerza. Al decir estas últimas palabras abrió por primera vez las manos comunicándoles una luz tan intensa como reflejo que de ellas despedía, que penetraba en el pecho y en lo más íntimo del alma, haciéndonos vernos a nosotros mismos en Dios, más claramente que nos vemos en el mejor de los espejos. Entonces por impulso íntimo, caímos de rodillas y repetíamos íntimamente: “Oh Santísima Trinidad, yo te adoro, Dios mío; yo te amo en el Santísimo Sacramento. Pasados los primeros momentos, Nuestra Señora añadió: —Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz en el mundo y el fin de la guerra. En seguida comenzó a elevarse serenamente, hasta desaparecer en la inmensidad del espacio. La luz que la circundaba parecía que abría el camino a través de los astros. Los relámpagos no eran propiamente relámpagos, sino el reflejo de una luz que se aproximaba. Al ver esta luz decíamos a veces que veíamos venir a Nuestra Señora; pero a Nuestra Señora propiamente sólo la distinguíamos en esa luz cuando estaba ya sobre la encina.
LA VISIÓN DEL INFIERNO
Francisco y Jacinta tuvieron sendas visiones sobre el Papa. Francisco le vio llorando y a la multitud tirándole piedras e insultándole. Jacinta, rezando con mucha gente ante una imagen del Corazón de María.
Hasta 25 años más tarde no se conoció el contenido de la aparición con la visión del infierno. La Señora abrió las manos como en los meses pasados. El reflejo parecía penetrar en la tierra, y vimos como un mar de fuego: sumergidos en este fuego a los demonios y a las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana, que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que salían de las mismas juntamente con nubes de humo, cayendo hacia todos los lados, semejante al caer de pavesas en los grandes incendios, sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de dolor y desesperación, que horrorizaban y hacían estremecer de pavor.
A la vista de esto di aquel “ay”, que dicen haberme oído. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros carbones en brasa. Asustados y como para pedir socorro, levantamos la vista hacia Nuestra Señora que nos dijo entre bondad y tristeza:—Habéis visto el infierno, adonde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacéis lo que os digo se salvarán muchas almas y habrá paz. La guerra va a terminar. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando viereis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre y de persecuciones de la Iglesia y del Santo Padre.—Para impedirlo, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si se atienden mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz. Si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones de la Iglesia. Los buenos serán martirizados; el Santo Padre tendrá que sufrir mucho; varias naciones serán aniquiladas. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá y será concedido al mundo algún tiempo de paz. Esto no lo digáis a nadie. A Francisco sí, se lo podéis decir
LA SEÑAL CELESTIAL.
Día 13 de octubre de 1917. 70.000 personas venidas desde todos los puntos de Portugal
Salimos de casa temprano. Había masas de gente. Caía una lluvia torrencial. Mi madre, temiendo que fuese aquel el último día de mi vida, con el corazón partido por la incertidumbre de lo que iba a suceder, quiso acompañarme. Por el camino se repetían las escenas del mes pasado, más numerosas y conmovedoras. Ni el lodo en los caminos impedía a esa gente arrodillarse en la actitud más humilde y suplicante. Pedí a la gente que cerrase los paraguas para rezar el rosario. Poco después vimos el reflejo de la luz y en seguida a Nuestra Señora sobre la encina.—¿Qué es lo que usted quiere?—Quiero decirte que hagan aquí una capilla en honor mío; que soy la Señora del Rosario; que continúen siempre rezando el rosario todos los días. La guerra va a acabar, y los militares volverán en breve a sus casas. Es necesario que se enmienden; que pidan perdón de sus pecados; —y tomando un aspecto más triste—, No ofendan más a Dios Nuestro Señor que está ya muy ofendido. Y abriendo las manos, las hizo reflejarse en el sol. Y mientras se elevaba, continuaba el reflejo de su propia luz proyectándose en el sol.
LA DANZA DEL SOL
El sol giró rápidamente como una gigantesca rueda de fuego. Se detuvo un momento, y giró de nuevo con una velocidad vertiginosa, irradiando haces de llamas rojo sangre. Finalmente, la esfera ígnea, pareció temblar, estremecerse y después arrojarse precipitadamente en ingente zigzag hacia la multitud. Al principio se oyó un tremendo grito de terror: “¡Señor, sálvanos!”. Cuando el sol se normalizó, resonó otra exclamación de asombro y alegría: ¡Milagro!... He aquí a María, enfrentada con el poder de las tinieblas, en una lucha cuyos triunfos y derrotas están condicionadas a nuestra conversión y arrepentimiento.
He aquí, señor Obispo, la Historia de las Apariciones de Nuestra Señora en Cova de Iría en 1917. "¿Quién es ésta que se asoma como el alba, hermosa como la luna y límpida como el sol, terrible como escuadrón a banderas desplegadas? Cantares 6,10. "Arrepentíos, que ya llega el reinado de Dios" Mateo 3,2."Velad y orad para no caer en la tentación. El espíritu está pronto, pero la carne es débil" Mateo 26,41
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