La fe es la respuesta o aceptación del hombre a todo aquello que Dios le ha revelado.
3.
LA FE SOBRENATURAL: CREO EN DIOS
Tratamos ahora de la fe, inmediatamente después de
haber hablado de la Revelación. Este orden perfectamente lógico pues la fe es
la respuesta o aceptación del hombre a todo aquello que Dios le ha revelado.
3.1
NATURALEZA DE LA FE
3.1.1
Noción general
Fe en general es admitir por cierto lo que otro nos
dice. Por ejemplo, cuando creo un hecho que me lo cuenta una persona que merece
crédito. Así, lo que caracteriza a la fe es admitir una cosa porque otro la
dice; o lo que es lo mismo, admitirla por el testimonio del otro.
“Cuando Dios revela, se le debe la “obediencia de
la fe” (Rom. 16, 26; cfr. Rom. 1, 5; Cor. lo, 5-6), por la que el hombre se
entrega todo él con libertad a Dios, prestando el pleno homenaje de la
inteligencia y de la voluntad a Dios revelador y dando voluntariamente su
asentimiento a la revelación que Él le hace” (Conc. Vaticano II, Const. dogm.
Dei Verbum, núm. 5).
LA
FE SE DIFERENCIA:
a) de la
opinión que no admite las cosas como ciertas, sino como simplemente probables.
La fe no es mera opinión porque no da sólo probabilidad, sino certeza moral, de
lo que se cree.
Así se creen, por ejemplo, la casi totalidad de los
hechos históricos, que no se conocen de visu, sino sólo por testimonio de
otros.
b)
de la
ciencia, que admite las cosas como ciertas, pero no porque otro las dice, sino
Porque uno ve o comprende que son así.
Por ejemplo, no admitimos que es de día o que dos y
dos sean cuatro porque otro lo diga, si no porque vemos y comprendemos que es
así.
En la fe se admite la verdad con toda certeza, no
por la evidencia de la verdad en sí, sino por la confianza de aquél que nos
enseña la verdad.
La fe se divide en divina y humana, según que
admitamos: lo que Dios o el hombre nos enseñan.
Hay muchas verdades de fe humana, porque son muchas
las cosas que no podemos saber sino por el testimonio de otros; por ejemplo,
quiénes son nuestros padres, dónde nacimos, y en general todo acontecimiento
que no hemos presenciado personalmente.
Recuérdese que el saber basado en el testimonio de
otro es el más frecuente en la vida diaria; hasta en las mismas ciencias
llamadas experimentales se aceptan verdades por un acto de confianza en el
testimonio o autoridad de otros investigadores.
3.1.2
La fe es una virtud sobrenatural
El Concilio Vaticano I define la fe como: “una
virtud sobrenatural por la que, con la inspiración y ayuda de la gracia de
Dios, creemos ser verdadero lo que por El ha sido revelado; no por la
intrínseca verdad de las cosas percibidas por la luz natural de la razón, sino
por la autoridad de¡mismo Dios que revela, el cual no puede engañarse ni
engañarnos” (Conc. Vaticano I, Const. dogm. Dei Filius, c. 3, Dz. 1789).
ELEMENTOS
DE LA DEFINICIÓN:
a) La fe es una virtud sobrenatural, pues trasciende
todo orden natural o humano, ya que Dios –como hemos visto- nos habla a través
de la Revelación que es sobrenatural. La fe, respuesta a esa Revelación, debe
ser también sobrenatural.
b) Con ayuda de la gracia, pues esta virtud supera las
capacidades puramente naturales del hombre.
c) Creemos ser
verdadero lo revelado; aceptamos esas verdades que constituyen lo que se llama
objeto de la fe, es decir, el conjunto de todas las enseñanzas divinas.
d) No creemos
por la intrínseca verdad de las cosas, pues esa verdad no la captamos con
nuestra mente en toda su profundidad, toda vez que rebasan las capacidades del
intelecto creado.
e) Creemos por la autoridad de Dios, que merece la más
plena confianza, por encima de cualquier otro testigo cualificado o la suma de
todos ellos: Dios siendo infinitamente sabio, no puede engañarse; y siendo
infinitamente santo, no puede engañarnos. La autoridad de Dios es el motivo de
la fe.
3.1.3
DIVERSAS ESPECIES DE FE
Debemos distinguir entre fe divina y fe católica.
a) Fe divina. Tiene lugar cuando la verdad que se cree
ha sido revelada por Dios, pero no ha sido definida por la Iglesia. Por
ejemplo, la infalibilidad del Papa antes del Concilio Vaticano I.
b) Fe católica.
Tiene lugar cuando la verdad ha sido revelada por Dios y definida solemnemente
por la Iglesia. Por ejemplo la infalibilidad del Papa después del Concilio
Vaticano I.
En la fe debemos distinguir dos cosas: el hábito
(virtud de la fe) que se nos infunde en el bautismo; y el acto de fe que se
encuentra en el asentimiento que da nuestro entendimiento a la verdad revelada.
Así, por ejemplo, al decir “Creo en Dios” hago un acto de fe que actualiza el
hábito infuso de la fe.
Conviene observar que los protestantes tienen una
idea errada sobre la fe, pues para ellos la fe no es el asentimiento de nuestra
mente sino la confianza de que los méritos de Cristo nos sean aplicados.
Confunden pues la fe con la esperanza.
3.2
CARÁCTER RAZONABLE DE LA FE
La fe es perfectamente racional, tanto en el
motivo, como en el modo de inducirnos a creer.
a) La fe es racional en el motivo. En efecto, para
creer en un hombre le exigimos: 1) ciencia, esto es, que sepa lo que dice; 2)
veracidad, que tenga la rectitud necesaria para no engañarnos.
Pues bien estas dos condiciones que exigimos en el
hombre las encontramos siempre en Dios y en un grado muy superior. Pues Dios
jamás podrá engañarse ni engañarnos.
b) La fe es también racional en el modo. En efecto, la
fe no nos obliga a creer las verdades reveladas, sino después de estar seguros
de que Dios en verdad las ha revelado.
Si creyéramos una verdad como revelada por Dios,
sin tener seguridad de que en verdad fue Dios quien la reveló, nuestra fe no
tendría fundamento racional.
Por eso Dios, antes de obligarnos a creer, nos
prueba mediante el milagro y la profecía que es El quien en verdad ha revelado.
3.3
MOTIVOS DE CREDIBILIDAD
Se llaman motivos de credibilidad a los argumentos
que prueban el origen divino de la Revelación.
Se llaman motivos de credibilidad, porque hacen
creible o aceptable que la Revelación en verdad venga de Dios (cfr. Conc.
Vaticano I, Const. dogm. Dei Filius, c. 3, Dz. 1790).
En efecto, siendo el milagro y la profecía obras
exclusivas de Dios, cuando existen en favor de una doctrina, prueban con
evidencia que ella viene de Dios. De otra suerte Dios mismo nos indujera al
error.
Los motivos de credibilidad son indispensables,
porque Dios no puede obligar al hombre a creer las verdades de la fe, sin
haberle probado primero que El en verdad las reveló.
Los principales motivos de credibilidad son el
milagro y la profecía, pues como sólo Dios puede efectuarlos, cuando se
presentan en comprobación de una doctrina, prueban con evidencia que ésta viene
de Dios.
HAY
TAMBIÉN OTROS DOS MOTIVOS QUE NOS MUEVEN A ACEPTAR COMO DIVINA, LA REVELACIÓN:
a) La
sabiduría excelentísima de la doctrina revelada que la hace inmensamente
superior a todas las invenciones humanas;
b) Su eminente santidad y su eficacia para levantar al
hombre de sus flaquezas y errores.
Diferencias entre los motivos de credibilidad y el
motivo de fe:
lo. Los motivos de credibilidad son múltiples (milagro,
profecía, etc.); el motivo de la fe es único: la autoridad de Dios.
2o. Los motivos de credibilidad son anteriores al acto
de fe; el motivo de la fe forma parte del mismo. En efecto, no creo (acto de
fe), sino después de tener certeza por los milagros y por las profecías de que
Dios ha revelado.
3o. Los motivos
de credibilidad no obran en todos con la misma fuerza; a unos mueven más los
milagros; a otros las profecías, a otros la sabiduría y santidad de la Religión
cristiana para admitir la divinidad de la revelación. Por el contrario, el
motivo de fe obra en todos con la misma eficacia; cada uno de los cristianos se
dice: Dios ha revelado, luego debo creer.
Los motivos de credibilidad los conocemos por
conducto de la razón. Así la razón sirve de base y fundamento a nuestra fe.
3.4
EL ACTO DE FE
El acto de fe es un acto de nuestro entendimiento,
bajo el impulso de nuestra voluntad, movida por la gracia.
lo. Es un acto del entendimiento, porque la fe nos
enseña verdades, y la verdad es el objeto del entendimiento.
2o. Bajo el impulso de la voluntad, porque las verdades
de la fe no se presentan con evidencia al entendimiento; y así éste no las
admite si la voluntad no lo mueve a creer.
Es cierto que los motivos de credibilidad
(milagros) obran en nuestra voluntad para moverla a creer, pero sin hacerle
violencia, ni forzar su libertad.
Dios no ha querido dar una evidencia absoluta a las
pruebas de la revelación, para con. servar el mérito de fe. Por eso les
infundió luz suficiente para ahuyentar toda duda prudente en los entendimientos
bien dispuestos; pero no les infundió una evidencia que obligara a creer a los
entendimientos rebeldes.
Por eso para creer se necesita una voluntad recta.
Por eso también quien no vive la virtud de la santa pureza, y se deja llevar
por el orgullo puede ser inducido fácilmente a la incredulidad. Así como el
animal inmundo encenega el agua pura que bebe, así una voluntad viciada por la
sensualidad y el orgullo se ensucia ella misma la fuente de la fe, límpida para
otros.
3o. Movida por
la gracia. La voluntad acepta la verdad de fe movida por la gracia, pues la fe
es una virtud sobrenatural que rebasa con amplitud el ámbito de las fuerzas
puramente naturales del hombre.
Podemos decir por tanto -sin olvidar la ayuda de la
gracia- que la inteligencia y la voluntad intervienen del siguiente modo:
lo. juicio de
credibilidad: es razonable creer
2o. juicio de
credentidad: debo creer
3o. decisión de la voluntad: quiero creer
4o. asentimiento del intelecto: creo
3.5
RELACIONES ENTRE LA CIENCIA Y LA FE
a) No puede haber oposición entre ellas
Entre la ciencia y la fe no puede haber oposición
porque la una y la otra vienen de Dios; y si hubiera oposición entre ellas,
Dios se contradiría a sí mismo.
Precisando los términos, debemos decir que no puede
haber contradicción entre una verdad científica y una verdad religiosa.
1) Por verdad científica se entiende una verdad
comprobada con absoluta certeza por la ciencia; no una simple hipótesis o
teoría de un sabio, por autorizado que sea.
2) Por verdad religiosa se entiende una verdad
propuesta por la Iglesia como obligatoria a nuestra creencia; no la opinión de
un teólogo por autorizado que sea.
Cuando se advierte una contradicción entre la
ciencia y la fe, hemos de juzgar que se trata de una contradicción aparente,
que existe:
lo. O entre una opinión teológico y una hipótesis
científica, y en este caso ni la primera es verdad religiosa, ni la segunda
verdad científica.
2o. O entre una
verdad religiosa y una hipótesis científica no demostrada, por ejemplo, entre
el dogma de la creación y la hipótesis transformista que enseña que el hombre
viene del mono.
3o. O por fin,
entre una opinión teológico y una verdad científica demostrada, por ejemplo,
entre la opinión de algunos teólogos que interpretaban los días de la creación
como días naturales de veinticuatro horas, y la verdad científica de que el
mundo necesitó largos siglos para su formación.
Pero podemos tener seguridad absoluta de que nunca
una verdad de fe estará en contradicción real con una verdad científica, porque
la verdad no puede contradecirse a sí misma.
El Concilio Vaticano I afirma que “aunque la fe esté por encima de la razón, sin embargo,
ninguna verdadera disensión puede jamás darse entre la fe y la razón, como
quiera que el mismo Dios que revela los misterios e infunde la fe, puso dentro
del alma humana la luz de la razón, y Dios no puede negarse a sí mismo ni la
verdad contradecir jamás a la verdad” (Conc. Vaticano I, Const. dogm.
Dei Filius, c. 4, Dz. 1,797).
b) Se ayudan
mutuamente
La fe no es enemiga de la ciencia ni le teme a la
ciencia, sino a la ignorancia. Es una gran verdad lo que dijo un pensador: “Si
la poca ciencia aparta de Dios alguna vez, la mucha ciencia conduce siempre a
El” (Bacon).
lo. La fe es útil a la ciencia, especialmente en tres
sentidos:
a) le da,
firmeza, haciéndola conocer con certidumbre muchas verdades de capital
importancia, que la razón sólo conoce de modo incierto.
b) La preserva de error, impidiéndole tomar por
caminos extraviados.
c) La ilustra, manifestándole muchas verdades que la
razón sola nunca pudiera conocer. La fe es como un poderoso telescopio que
aumenta poderosamente el alcance de la razón.
2o. La ciencia
ayuda a la fe: a) en cuanto la razón es la que demuestra los motivos de
credibilidad. b) Y las ciencias son auxiliar eficaz e indispensable en el
estudio de las verdades de la fe.
Es interesante resaltar el llamado que hace la
Conferencia de Puebla: “A los científicos, técnicos
y forjadores de la sociedad tecnológica, para que aliente el espíritu
científico con amor a la verdad ( ); para que eviten los efectos negativos de
una sociedad hedonista y la tentación tecnocrática ( ) Exhortamos a todos los
pensadores conscientes del valor de la sabiduría ( ) a que tengan en cuenta la
gran afirmación de la Gaudium et Spes: “El destino futuro del mundo corre
peligro si no se forman hombres más instruidos en esta sabiduría (n. 15)” (Puebla,
1979, n. 1240).
Pbro. Dr. Pablo Arce Gargollo
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