VATICANO, 31 May. 17 / 03:57 am (ACI).- A pocos días de Pentecostés
y en la fiesta litúrgica de la Visitación de la Virgen María, el Papa
Francisco dedicó su catequesis
en la Audiencia General del miércoles a hablar del Espíritu Santo que “nos hace abundar en la esperanza” y aseguró que
Pentecostés "es el cumpleaños de la Iglesia".
“El Espíritu es el viento que nos empuja adelante,
que nos mantiene en camino, nos hace sentir peregrinos y forasteros, y no nos
permite aburguesarnos y convertirnos en un pueblo ‘sedentario’”, explicó.
El Papa afirmó que “la esperanza es como una
vela” que “recoge el viento del Espíritu y
los transforma en fuerza motriz que empuja la barca”. “Los hombres tienen
necesidad de esperanza para vivir tienen necesidad del Espíritu Santo para
esperar”, añadió.
En este sentido, “abundar en la esperanza
significa no desanimarse nunca, significa esperar ‘contra toda esperanza’, es
decir, esperar también cuando viene de menos cada motivo humano que esperar,
como fue para Abraham cuando Dios le pidió sacrificar a su único hijo, Isaac, y
como fue, todavía mayor aún, para la Virgen María bajo la cruz de Jesús”.
Francisco subrayó que “el Espíritu Santo
hace posible esta esperanza invencible dándonos testimonio interior de que
somos hijos de Dios y sus herederos”.
El Papa también explicó que el Espíritu Santo “hace
que seamos sembradores de esperanza” y “consoladores
y defensores de los hermanos”.
“Son sobre todo los pobres, los excluidos, los no
amados, los que necesitan de alguien que se haga para ellos ‘paráclito’, es
decir, consolador y defensor”. Y “el
Espíritu Santo alimenta la esperanza no solo del corazón de los hombres, sino
también de toda la creación”.
El Santo Padre aprovechó para pedir respetar la creación porque “no se puede desfigurar un cuadro sin ofender al artista
que lo ha creado”.
“Que la próxima fiesta de Pentecostés –que es el cumpleaños de la Iglesia– nos
encuentre en oración, con María, la Madre de Jesús y nuestra. Y el don del
Espíritu Santo nos haga abundar en la esperanza”, concluyó el Pontífice.
Por Álvaro de Juana
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