Existen numerosos
datos científicos que parecen determinar que el embrión preimplantado es un ser
vivo de nuestra especie
Por: Justo Aznar | Fuente: observatoriobioetica.org
Por: Justo Aznar | Fuente: observatoriobioetica.org
Pocos dudan que determinar si el embrión humano preimplantado es un ser
vivo de nuestra especie es un tema fundamental de la bioética moderna, si
no el fundamental. Otra cosa es si ese ser biológico vivo es o no una
persona humana. Pero eso se trataría de harina de otro costal, y lo dejamos
para otra ocasión.
Existen numerosos datos científicos que parecen
determinar que el embrión preimplantado es un ser vivo de nuestra especie (ver Estatuto Biológico embrión humano)
y no es un conglomerado celular sin estructura diferenciada y sin la
organización que caracteriza a los seres biológicos vivos.
Esto que podría parecer un debate que solamente
afectase a la naturaleza biológica de ese embrión temprano, es un tema bioético
crucial, pues si ese ente biológico al que nos estamos refiriendo únicamente
fuera un conglomerado celular, podría ser manipulado de acuerdo a los intereses
de la ciencia y de la sociedad, sin ninguna responsabilidad ética; pero si es
un ser biológico de nuestra especie, es decir, un ser humano vivo, debería ser
respetado en cualquier circunstancia, pues la dignidad intrínseca a su
naturaleza lo hacen subsidiario de tal respeto.
El punto de partida del proceso biológico
evolutivo del ser humano es la división celular del cigoto, entendiendo por tal
el resultado de la fecundación del ovocito por el espermatozoide, naturalmente
ambos humanos.
Pero un hecho fundamental de esta primera
división celular es que es asimétrica, es decir se generan dos nuevas celulas,
dos blastomeros, de diferente tamaño y más importante aún, diferentes en cuanto
a su función se refiere.
Se podría pensar que esta división asimétrica,
es aleatoria, como podría ocurrir si fuera puramente mecánica, pero no, dicha
primera división ya tiene una específica función teleológica, pues como ya se
ha comentado cada blastómero va a tener una función determinada, uno de ellos
dará lugar a la masa granular interna de la que se generará el cuerpo del
embrión y el otro a la placenta. Y esta división está regida por finos
mecanismos biológicos ajenos a una estructura celular sin organizar.
En efecto, como comenta Cayetano Gonzalez, en Investigación y Ciencia, (julio 2016) “Un aspecto esencial del desarrollo de los organismos
multicelulares es la generación de múltiples y muy variados tipos de células a
partir de una sola. En ciertos casos ello se consigue mediante divisiones
celulares asimétricas, llamadas así porque las dos células hijas resultantes
reciben diferentes combinaciones de factores que determinan su destino celular,
es decir las moléculas que determinan el tipo de célula en el que cada una de
ellas se convertirá”.
En su trabajo (Ver AQUÍ) Gonzalez, hace referencia a otro, de
Derivery y colaboradores (Ver AQUÍ), que estudian la división de las células
que organizan los órganos sensoriales de la mosca del vinagre, Drosophila
melanogaster poniendo de manifiesto un complejo y bien programado sistema de
divisiones que esencialmente consta de dos fases.
Primera
fase: Hacia el final de la división celular, una
estructura compuesta de microtúbulos se ensambla en el centro de la célula y se
extiende por igual hacia ambos lados del plano que cortará la célula en dos.
Los endosomas (vesículas moleculares) se distribuyen homogéneamente sobre esta
estructura, moviéndose en ambas direcciones a lo largo de los microtúbulos que
la forman.
Segunda
fase: Justo antes de que la célula se divida, los
microtúbulos se desestabilizan hacia un lado, con lo que los endosomas pasaran
más tiempo en ese lado y acabaran acumulándose en él.
Pues bien como afirma Gonzalez “Teniendo en
cuenta la naturaleza ubicua y el alto grado de conservación evolutiva de los
componentes implicados, el mecanismo aquí descrito podría estar operativo en
otras especies y tipos celulares en los que ocurra la distribución asimétrica
de una carga, vesicular o de otro tipo, trasportada por proteínas que se
desplazan sobre un haz asimétrico de microtúbulos”, lo que podría dar pistas
clave para entender el funcionamiento de procesos biológicos fundamentales en
organismos superiores y entre ellos, por qué no en la división asimétrica del
cigoto, lo que sin duda vendría a corroborar que el embrión humano desde la
fase de cigoto es un ser vivo de nuestra especie que controla su desarrollo con
mecanismos biológicos especiales, que de ninguna forma podrían darse en
conglomerados celulares aleatorios .
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