VATICANO, 18 May. 17 / 07:04 am (ACI).- La búsqueda de una cura a
enfermedades tan terribles como la enfermedad de Huntington es una de las
tareas más nobles que se puede realizar. Sin embargo, el Papa Francisco rechazó
el uso de embriones humanos en esas investigaciones científicas, pues “ningún fin, aunque en sí mismo sea noble, puede
justificar la destrucción de embriones humanos”.
El Santo Padre realizó estas declaraciones durante la audiencia que
concedió este jueves en el Aula Pablo VI del Vaticano a cientos de personas
afectadas por esta rara enfermedad y sus familias, así como a médicos,
enfermeros, investigadores y trabajadores de más de 30 organizaciones que
luchan contra la enfermedad de Huntington.
En su discurso, el Pontífice se dirigió a los genetistas y científicos
presentes para alabar su estudio y búsqueda de terapias.
“Es obvio que se mira a vuestro trabajo con mucha
expectativa: la esperanza de encontrar un camino para la curación definitiva de
la enfermedad depende de vuestros esfuerzos, pero también para la mejora de las
condiciones de vida de estos hermanos y
para su acompañamiento, especialmente en la etapa delicada del diagnóstico,
cuando aparecen los primeros síntomas”.
Francisco les animó a realizar ese trabajo “siempre
con medios que no contribuyan a alimentar esa ‘cultura del descarte’ que a
veces se insinúa también en el mundo de la investigación científica”.
“Algunas líneas de investigación, de hecho,
utilizan embriones humanos provocando inevitablemente su destrucción. Pero sabemos
que ningún fin, aunque en sí mismo sea noble, como la posibilidad de una
utilidad para la ciencia, para otros seres humanos o para la sociedad, puede
justificar la destrucción de embriones humanos”.
Esta enfermedad incurable es consecuencia de un trastorno cerebral
genético cuyos síntomas incluyen movimientos involuntarios y degeneración
cognitiva y mental. Muchas personas afectadas deciden ocultar su enfermedad por
temor a la discriminación.
América Latina es el continente con mayor incidencia de este mal, hasta
mil veces superior que en el resto del mundo.
DIGNIDAD EN LA
ENFERMEDAD
El Papa, en su discurso, tuvo palabras de comprensión y consuelo para
los afectados por esta enfermedad. Ha reconocido el temor y la marginación con
la que muchas veces tienen que vivir: “En muchos
casos, los enfermos y sus familias han experimentado el drama de la vergüenza,
del aislamiento, del abandono”.
“Pero hoy estamos aquí porque queremos decir a
nosotros mismos y al mundo: ‘Hidden no more!’, ‘¡Nunca más oculta!’, ‘Mai più
nascosta!’”, en referencia al lema, en inglés,
español e italiano, de la asociación que ha coordinado este encuentro.
“No se trata simplemente de un eslogan, sino de un
compromiso que todos debemos asumir”, señaló
Francisco. Explicó que esas palabras “se derivan
precisamente de la misma enseñanza de Jesús”.
Jesús, “durante su ministerio, se encontró
con muchos enfermos, se hizo cargo de su sufrimiento, derribó los muros del
estigma y de la marginación que a muchos de ellos les impedía sentirse
respetados y queridos”.
“Para Jesús, la enfermedad nunca ha sido obstáculo
para acercarse al hombre, sino todo lo contrario. Él nos ha enseñado que la
persona humana es siempre valiosa, que tiene siempre una dignidad que nada ni
nadie le puede quitar, ni siquiera la enfermedad. La fragilidad no es un mal. Y
la enfermedad, que es expresión de la fragilidad, no puede y no debe llevarnos
a olvidar el inmenso valor que siempre tenemos ante Dios”.
Por otro lado, afirmó que “también la
enfermedad puede ser una oportunidad para el encuentro, la colaboración, la
solidaridad. Los enfermos que se encontraban con Jesús quedaban regenerados
sobre todo por esta toma de conciencia. Se sentían escuchados, respetados,
amados”.
“Ninguno de vosotros se debe sentir nunca solo,
ninguno se debe sentir una carga, ninguno debe sentir la necesidad de escapar.
Vosotros sois valiosos para Dios, sois valiosos para la Iglesia”.
LA IMPORTANCIA DE LA FAMILIA
A continuación, el Papa se dirigió a las familias de los enfermos: “padres, madres, esposos, esposas, hijos, hermanos y
hermanas, que cada día, de manera silenciosa pero eficaz, acompañáis a vuestros
familiares en este duro camino”.
“También para vosotros el camino se hace a veces
cuesta arriba. Por eso os animo también a que no os sintáis solos; a que no
cedáis a la tentación del sentimiento de vergüenza y de culpa”.
El Santo Padre destacó la importancia de la familia a la hora de
enfrentar la enfermedad. “La familia es un lugar
privilegiado de vida y dignidad, y podéis contribuir a crear esa red de
solidaridad y de ayuda que sólo la familia es capaz de asegurar y a la que está
llamada a vivir en primer lugar”.
A los médicos, personal sanitario y voluntarios que ayudan a las
personas con la enfermedad de Huntington, les recordó que “el servicio de todos vosotros es muy valioso, porque la
esperanza y el impulso de las familias que se confían a vosotros depende
ciertamente de vuestro compromiso e iniciativa”.
Tras finalizar su discurso, el Papa Francisco se acercó al lugar donde
se encontraban los enfermos y sus familias y los saludó uno a uno, les escuchó
y les transmitió palabras de aliento.
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