No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a
acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perdón de
sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo. Semejante
endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna [1].
“El que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón nunca, antes
bien será reo de pecado eterno” (Marcos
3, 29; cf. Mateo 12, 32; Lucas 12, 10).
TRADICIONALMENTE SE
CONSIDERAN LOS SIGUIENTES:
•
Desesperar de la misericordia de Dios.
•
Presunción de salvarse sin ningún mérito.
•
Impugnar las verdades de la religión.
• Envidia
de las gracias dadas a otros por Dios.
•
Obstinación en los propios pecados.
•
Impenitencia final.
[1]
Cf. CEC, 186
No hay comentarios:
Publicar un comentario