Series de televisión, juegos macabros e internet y las redes sociales
sacan a la luz una realidad silenciada en nuestras sociedades, una
circunstancia que entraña sus riesgos para adolescentes y jóvenes. La clave,
para los expertos, es abordar el tema pero de manera correcta, sin
sensacionalismos ni histerias.
El suicidio empieza a dejar de
ser un tabú, una palabra que no mencionar o una noticia que obviar. Sobre todo,
por su impacto en los más jóvenes. Quizá por la fuerza con la que ha irrumpido
la serie Por 13 razones, que muestra
el camino hacia la muerte de una joven que sufre acoso escolar; quizá por
internet y las redes sociales, a través de las que tienen acceso a todo tipo de
información, también a la de «cómo quitarse la vida
sin dolor»; quizá por macabros juegos como La Ballena Azul, que proponen
una serie de retos que terminan con el suicido.
En un reciente informe el Consejo
Audiovisual de Cataluña (CAC) analizaba la presencia en internet de contenidos
de riesgo en relación con la muerte por suicidio. La conclusión es que «tienen
una presencia muy importante en la red en diferentes formatos y plataformas».
Si ponemos la palabra suicidio en
Google encontramos un total de 21,5 millones de resultados, mientras que en
YouTube son más de un millón, aunque en esta red social de vídeos el porcentaje
de material susceptible de ser calificado de riesgo es mayor: el 58 % frente al
10 % del buscador. En ese mismo estudio, el CAC pedía la retirada de al menos
15 contenidos por animar al suicidio, al tiempo que los denunciaba ante el
Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Hoy algunos de esos contenidos y
perfiles han sido eliminados, mientras otros permanecen, aunque restringidos a
los mayores de edad.
Cifras que también han hecho
saltar las alarmas son las de la Fundación ANAR, que en 2016 casi duplicó las
llamadas atendidas relacionadas con ideación de suicidio o autolesiones con
respecto al año anterior. De 704 a 1.158. Benjamín Ballesteros, director de
Programas, lanza la alerta: «El fenómeno de la
ideación suicida y las autolesiones sigue creciendo, en muchos casos alentado
por contenidos a los que los menores de edad acceden libremente en la red. Se
está produciendo un efecto llamada, con contenidos en los que se explican
procedimientos para autolesionarse y suicidarse y en los que se justifican las
causas para llevar a cabo estas actuaciones».
Según los últimos datos, del
Instituto Nacional de Estadística, unos 300 jóvenes y adolescentes se quitaron
la vida en 2015, una cifra muy similar a los años anteriores. En Europa es la
principal causa de muerte en adolescentes, según la Organización Mundial de la
Salud. En realidad, tal y como constata a este semanario Javier Jiménez
Pietropaolo, psicólogo clínico y presidente de la Asociación de Investigación,
Prevención e Intervención del Suicidio (AIPIS), no ha habido un crecimiento
significativo, pero reconoce que mientras las demás muertes –no naturales
(accidentes, homicidios…) y naturales (enfermedades)– han descendido
notablemente, las producidas por suicidio no lo han hecho.
CAUSAS
PROFUNDAS
Si bien es cierto que los jóvenes
pueden encontrar en la red motivos para suicidarse e incluso cómo hacerlo, que
pueden encontrar en series o noticias modelos sobre suicidio, la experiencia
dice también que es un problema complejo y que lo causan muchos factores.
«Siempre hay una gota que colma el vaso, pero, en líneas generales, en
adolescentes pueden estar propiciados, entre otras causas, por una ruptura de
pareja, problemas entre iguales o problemas con la familia», apunta Javier
Jiménez.
La familia, los amigos y los
estudios son los factores más importantes para Pilar de Castro Manglano, médico
especialista en Psiquiatría del Adulto, del Niño y del Adolescente en la
Clínica Universidad de Navarra. «La familia, porque
es el lugar donde nos sentimos aceptados y queridos; y los amigos, porque el
adolescente busca ser aceptado y formar parte de un grupo, estar adaptado al
entorno y a la sociedad. Conflictos entre los padres, dificultades con los
amigos, dificultades académicas, ser víctima de acoso, meterse en problemas
sociales, desengaños emocionales por establecer relaciones sentimentales de
dependencia son causas externas que, solas o simultáneas, podrían ser el gatillo».
«Es un fenómeno
multicausal –incide Irune López, responsable de Orientación de los colegios de
la provincia salesiana de Santiago el Mayor–. Es difícil salvo en casos muy
concretos determinar cuál es la causa de esa decisión en una persona. En muchos
casos es fruto de una historia en la que gotita a gotita se ha llenado el
vaso».
CÓMO
ABORDARLO
Con todos estos datos, queda más
claro que el suicidio es una realidad que hay que tomar en cuenta. Pero… ¿cómo
abordar esta cuestión con los jóvenes? «Siempre es
mejor hablar claramente del tema sin miedo, en un clima de confianza para que
dado el caso de que ellos o amigos se encuentren en situaciones difíciles
puedan resolverlas sin miedo y pidiendo ayuda», explica Pilar de Castro.
Cree, además, que es muy importante el acompañamiento en el proceso de
crecimiento de cada joven y «ahí tenemos mucho que hacer los adultos para
ayudarlos a ver en las dificultades retos, aunque conlleven sufrimientos, y no
solo dificultades a evitar».
Irune López apuesta por hacerlo «sin sermones, sin sensacionalismos ni histerias», sino
poniéndolos delante de situaciones y animarlos a pensar sobre ellas. «A través del diálogo personal que nos ayuda a
identificar situaciones de malestar, ofrecer orientaciones respetuosas, dar a
los adolescentes retroalimentación positiva que los ayude a verse como valiosos
y dignos de aprecio. Es una labor, sobre todo, de los hogares, pero los
profesores también podemos ayudar», explica. Y continúa: «Se trata de hacer a nuestros chicos y chicas fuertes, no
sobreprotegiéndolos, permitiéndoles enfrentarse a los contratiempos y
dificultades de la vida, para que no caigan con facilidad en situaciones
depresivas ante frustraciones y reveses».
El presidente de AIPIS explica
que «hay que hablar, pero de manera correcta». Si no se hace así, apunta, se
corre el peligro de conseguir el efecto contrario. Por ejemplo, cuando se
aborda la figura de un suicida, sobre todo cuando es famoso, como si fuera un
héroe y que puede provocar un efecto contagio. O lo que es lo mismo, el efecto Werther,
que toma el nombre del protagonista de la novela de Goethe, que sufre hasta tal
punto por desamor que decide quitarse la vida.
Precisamente: el modo mostrar a
la protagonista, como una heroína, es una de las críticas que Javier Jiménez
hace a la serie Por 13 razones. También que muestre el suicidio de forma tan
explícita. Para Pilar de Castro, esta serie como videojuegos, programas y
noticias, novelas de amor romántico que no solo trivializan y utilizan el
suicidio, sino que lo presentan como modo de venganza, «dejan mal la actuación
de especialistas, distorsionan la realidad y las creencias de los jóvenes,
porque el valiente no es el que se suicida, sino el que supera las dificultades
aunque nadie pueda saber o imaginar el sufrimiento que ha conllevado
superarlas». Y apostilla: «Estas series generan
confusión y el impacto negativo en el entorno puede ser enorme si no informamos
bien y educamos mentes sanas».
«Como educadora, lo
que me preocupa son las corrientes de opinión que se generan en torno a
determinados temas a través de los medios y las redes sociales, que hacen que
los ciudadanos nos hagamos una composición de lugar que, al contrastarla, nos
damos cuenta de que no es real», añade
Irune López. En los centros educativos salesianos trabajan este tema desde dos
ámbitos: el preventivo y el correctivo, siendo el primero el que mayor
protagonismo tiene. «Se trabaja el desarrollo de
actitudes, valores, capacidades que están en la base. Esto se trabaja mucho y,
día a día, van poniendo muchos ladrillos que ayudan a niños y niñas a
construirse bien como personas, para tener una buena salud emocional, un
entorno positivo, capacidades de afrontamiento de situaciones, valores que den
sentido a su vida, aprecio y respeto por los demás… Luego, más específicamente,
se insiste en el tema concreto o en factores muy correlacionados en momentos de
máxima vulnerabilidad».
Irune lanza otra alerta, un
fenómeno «peligroso» como depositar en la
escuela toda la formación de la persona. «Pero hay
aspectos cuyo lugar principal de educación es la familia y la sociedad, no el
aula. Los padres y madres no podemos renunciar a esto», añade.
HAY
SALIDA
Javier Jiménez lleva 24 años
dedicado al suicidio y nadie como él para afirmar que quitarse la vida no es la
solución, más bien «una solución radical para un
problema temporal». «Al quitarse la vida no hace ningún favor a su familia como
creen las personas que tienen ideas suicidas. Tienen una visión distorsionada
de la realidad», añade. Insiste en esta idea Pilar de Castro: «Todas las decisiones que tomamos en la vida son
modificables, pero la muerte es el final e irrevocable. El valiente es el que
se supera». Y da razones para ello: como que la mayoría de personas que
tenían razones para tener ideas autodestructivas cambian con el tiempo, que no
hay situaciones que no se puedan resolver… «Es
importante poner metas atractivas y asequibles a los adolescentes y
acompañarlos en el proceso de encontrar el sentido de sus vidas. Salir al paso
de aquellos que están tristes, no adaptados socialmente, les va mal en los
estudios y facilitar la ayuda de especialistas sin hacer de eso un drama.
Solucionar a tiempo es posible y todos podemos ser muy felices en medio de
dificultades», concluye.
Fran Otero
@franoterof
EL
CENTRO DE ESCUCHA SAN CAMILO, UNA PROPUESTA DESDE LA IGLESIA
Cuando uno revisa la guía de
autoayuda Prevención del Suicidio de
la Comunidad de Madrid se encuentra que entre las cuatro instituciones
propuestas para atender casos de urgencia está el Centro de Escucha San Camilo,
dentro del Centro de Humanización de la Salud de los religiosos camilos.
Atienden sobre todo las huellas que un suicidio dejan en los seres queridos,
pues este tipo de muerte «es la menos aceptada»,
afirma el religioso camilo y experto en suicidio Arnaldo Pangrazzi. «Es un duelo mucho más dramático qué los demás»,
añade. También con este acompañamiento trabajan en la prevención de suicidios
con los propios familiares.
Así, a través del Centro de Escucha,
junto con la extensión de la Unidad Móvil de Atención en Crisis y Duelo, se
ofrece apoyo, bien individual o grupal, para superar un duelo tan complejo. Se
trabaja la asimilación de la pérdida, que se pueda hablar del ser querido sin
angustia e incluso llegar a construir un recuerdo positivo del ser fallecido,
que permita volver a disfrutar de la vida sin culpa o resentimiento. Todo ello
con el poder de la escucha, que según el director del Centro de Humanización de
la Salud, José Carlos Bermejo, «tiene un poder
terapéutico». «La experiencia permite constatar que el encuentro en la verdad,
la escucha serena y personalizada son uno de los mejores fármacos para aliviar
el sufrimiento».
Fecha de Publicación: 25 de Mayo de
2017
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