TODO LO QUE DEBES SABER DE UN SANTO UNIVERSAL
San Juan de Dios llevó a otra dimensión la atención
a los enfermos y las personas con enfermedades mentales.
San Juan de Dios nació y murió un 8 de marzo, por lo que no podía ser de otro
modo que la Iglesia decretase su fiesta en esta fecha tan especial. El fundador
de la Orden Hospitalaria que lleva ahora su nombre fue un hombre que vivió su
fe hasta la "locura", amando a
Dios hasta el extremo y vio en los enfermos y los últimos al mismo Cristo.
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¿QUIÉN
FUE SAN JUAN DE DIOS?
San Juan de Dios, llamado
anteriormente Juan Ciudad, es uno de los grandes santos de la Iglesia Católica,
puesto que su santidad no sólo irradió a los que le rodeaban sino que
transformó el mundo de su tiempo, gracias a sus fundamentales aportaciones en
la enfermería y en los hospitales, donde comenzó a atender de una manera más
profunda a los pacientes así como en camas individuales. Fue además el fundador
de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, y todo ello sin haber sido
sacerdote.
Juan Ciudad nació en Casarrubios del
Monte (Toledo) en el año 1495. Posiblemente de origen judío fue trasladado muy
pequeño a Portugal y llevado pocos años después de vuelta a España, en este
caso a Oropesa. Vivió y trabajó hasta 1532, en casa del mayordomo del conde de
Oropesa, Francisco Mayoral. Allí recibió una educación cristiana y estudios
propios de su tiempo, que compartió con su paisano y
amigo san Alonso de Orozco, en el
mismo ambiente y familia.
Colaboró como zagal y pastor en
las mesnadas del conde de Oropesa, ocupándose de llevar y traer bastimento y lo
que era menester para los pastores con toda diligencia. Fue muy apreciado y
querido por todos. A los veintiocho años, en 1523,
quiso servir al emperador Carlos V en la defensa de Fuenterrabía. Después se dirigió a África
a la ciudad de Ceuta para dejar “el mundo”. Se
embarcó en Gibraltar. Llegó a Ceuta los primeros días de 1533 y permaneció allí
unos meses. Y finalmente se establecería en Granada, ciudad que marcaría el
resto de su vida, vendiendo libros.
Y entonces conoció a San Juan de Ávila. Tras escuchar un sermón
suyo, San Juan de Dios salió de allí, transformado y decidido a emprender nuevo
estado, dando voces, pidiendo a Dios misericordia, arrojándose por el suelo,
lastimándose y haciendo duras penitencias. Los muchachos corrían detrás de él
dándole gritos: “¡Al loco, al loco!”. Distribuyó los libros y las imágenes, se
quedó sólo vestido con una camisa y unos zaragüelles, para cubrir su desnudez y
así anduvo descalzo y descaperuzado por las calles de Granada gritando: “¡Misericordia, misericordia Señor, de este
grande pecador!”. Le creyeron loco por
toda Granada. Lo llevaron ante el padre Juan de Ávila, quien le escuchó
amorosamente y no puso reparos al comportamiento alarmante de las locuras de
Juan. Lo admitió por hijo de confesión. Sería desde ese momento su principal
consejero.
Juan Ciudad siguió con estas
duras penitencias hasta que le acabaron ingresando en el hospital junto a las
personas que tildaban de locas. Allí vio el maltrato y el
desprecio a estos enfermos, lo que sería germen de su posterior vocación.
Tras salir del hospital se puso bajo la dirección espiritual de San Juan de Ávila e inició su proceso de formación viajando a
Baeza y a Guadalupe, donde recibe formación en enfermería en el Hospital
General de la Orden de los Jerónimos, una de las mejores escuelas de enfermería
y farmacia que existía en aquella época en la mitad sur de la península. Tras
esta peregrinación vuelve a Granada donde, entre 1538-1539, Juan de Dios fundó
su primer hospital revolucionario para su época por el trato y calor humano que
los enfermos recibían de Juan y sus compañeros.
Juan Ciudad viajó por España para conseguir fondos para su obra. En Tui el
obispo le llamó por primera Juan de Dios, el nombre con el que hoy es
mundialmente conocido. En Granada su fama explotó el día en que se desató un
incendio en el Hospital Real: al ver a algunos intentando salvar los crucifijos
de valor, gritó: "¡Primero los Cristos
vivos!". Y entró en
medio de las llamas para sacar de allí a los enfermos. En otra ocasión se lanzó
al río Genil para salvar a un joven de morir ahogado. Como consecuencia, cogió
una pulmonía que debilitó su salud y, al final, acabó con su vida. El 8 de
marzo de 1550, sintiéndose ya muy cerca de morir, se bajó de la cama para
arrodillarse y rendir su alma al Señor. De este modo murió, tal como vivió,
Juan Ciudad, a quien todos en Granada llamaban el loco de Dios.
¿CUÁL
FUE LA RELACIÓN ENTRE SAN JUAN DE DIOS Y SAN JUAN DE ÁVILA?
No es posible entender la vida y
la obra que realizó San Juan de Dios en Granada sin el papel fundamental que
jugaría otro gran santo universal y doctor de la Iglesia, San Juan de Ávila,
que sería su director espiritual y consejero durante su vida. Juan Ciudad era
un librero granadino que acudió a escuchar un sermón del conocido sacerdote
Juan de Ávila el 20 de enero de 1534 en la ermita de los Mártires. Su sermón,
en el que destacó el ejemplo del mártir, cambió la vida de Juan Ciudad en ese
mismo instante. Salió a las calles de Granada dando voces y pidiendo a gritos a
Dios misericordia. Los niños le seguían y le gritaban: “¡Al
loco, al loco!”.
Lo llevaron ante Juan de Ávila,
quien le escuchó atento y paciente. Juan se comportó como cordero manso,
pacífico, contenido, en silencio, roto sólo a ráfagas. Le relató su vida, sus
vanidades, ensueños, desesperaciones, trabajos, persecuciones, fracasos; con
serenidad, confesó sus pecados, con grandes muestras de contrición. Le rogó al
maestro que lo aceptara por discípulo, como director espiritual. El maestro no puso reparos al comportamiento alarmante de las locuras de
Juan. Le levantó el ánimo y salió de allí con su
bendición.
Durante tres días estuvo vagando
por la ciudad, sin comer y dándose golpes de pecho hasta que finalmente lo
llevaron al Hospital Real de Granada, lugar al que dejaban a los locos de la
ciudad. Al salir de allí se convirtió en discípulo espiritual de San Juan de
Ávila, pues del Hospital Real, Juan se dirigió a Montilla para visitar al padre
Ávila. Permaneció algunos días con él, trataron de su vocación hospitalaria y
futuro y lo encaminó para que visitara el famoso monasterio de Guadalupe, donde
había un buen hospital, farmacia y albergue de peregrinos. Se puso en camino y
se hospedó en los hospitales o albergues de peregrinos. Era una buena escuela
donde aprender la hospitalidad y la atención a los enfermos. En el monasterio
fue bien recibido por los monjes y el prior, y allí adquirió
conocimientos de enfermería durante un tiempo, que luego puso en práctica. Nunca perdieron el contacto, es
más, mantuvieron una relación cercana de apoyo y amistad
¿POR
QUÉ A SAN JUAN DE DIOS LE LLAMAN “EL LOCO DE DIOS”?
A Juan Ciudad, conocido
mundialmente como San Juan de Dios, le llamaban el “loco
de Dios” o “loco de Granada” debido a que el amor de
Dios le tocó tan profundamente en el alma y le transformó de tal manera que fue
incluso tomado por una persona desequilibrada por sus vecinos. Y en esta “locura de amor” se despojó totalmente de sí mismo
para entregarse por completo a los demás, especialmente a los enfermos.
Su “locura”
le llevó a entregarse totalmente a los pobres y a pedir limosna para su
hospital. Así escribía esta labor en el hospital: “En
esta casa (en el hospital por él fundado) se reciben generalmente de todas enfermedades
y suerte de gentes, así que aquí ay toditos, mancos, leprosos, mudos, locos,
perláticos, tiñosos y otros muy viejos y muy niños”. Y en otra ocasión: “Cada día se me regresen las necesidades y angustias y en
demás ahora y de cada día mucho más así de deudas como de pobres que vienen
muchos desnudos y descalzos y llagados y llenos, de piojos, que
ha menester un hombre o dos que no hagan más que escaldar piojos en una caldera
hirviendo y este trabajo será de aquí adelante todo el invierno”.
Debido al incendio del Hospital
Real de Granada su fama se disparó por toda Granada. Mientras el fuego devoraba
el edificio con los enfermos dentro vio que algunos intentaban rescatar los
crucifijos de valor, a lo que San Juan de Dios gritó: “¡Primero
los Cristos vivos!”. Y entró al hospital en llamas sacando de su
interior a todos los enfermos sin que el fuego le dañase. En otra ocasión, sin
pensarlo dos veces se lanzó al río para salvar a un joven que se estaba
ahogando. Debido a ese rescate cogió una pulmonía que le debilitó tanto, que
poco después fallecería. En otra ocasión se lanzó al río Genil para salvar a un
joven de morir ahogado. Como consecuencia, cogió una pulmonía que debilitó su
salud y, al final, acabó con su vida. El 8 de marzo de 1550, sintiéndose ya muy
cerca de morir, se bajó de la cama para arrodillarse y rendir su alma al Señor.
De este modo murió, tal como vivió, Juan Ciudad, a quien todos en Granada
llamaban el loco de Dios.
¿POR
QUÉ A SAN JUAN DE DIOS SE LE CONSIDERA EL PRECURSOR DE LA ENFERMERÍA MODERNA?
En pleno siglo XVI, San Juan de
Dios introdujo a través de los hospitales que fundó una atención revolucionaria
que asentó la atención médica y hospitalaria que hoy conocemos. Fue un innovador al atender de manera profunda y cercana al enfermo, pero
también a nivel organizativo separando a los enfermos por dolencias y dando una
cama por enfermo. La propia
orden hospitalaria asegura que esta forma de atender a los enfermos y
necesitados surgió en su fundador tras su conversión.
Tras escuchar a San Juan de Ávila
predicar sufrió tal conmoción espiritual que comenzó a dar voces y gritos que
le llevarán a ser tomado por loco e ingresado en el Hospital Real donde sufrió
el tratamiento que se daba a las personas enajenadas: celdas oscuras,
maniatados, tratados con azotes, baños por sorpresa o cadenas. En su encierro,
tomó conciencia de su misión y tras salir del hospital se puso bajo la dirección
espiritual de San Juan de Ávila e inicia su proceso de formación viajando a
Baeza y a Guadalupe, donde recibió formación en enfermería en el Hospital
General de la Orden de los Jerónimos, una de las mejores escuelas de enfermería
y farmacia que existía en aquella época en la mitad sur de la península. Y a
partir de ahí fundó el hospital en el que San Juan Dios vio en los enfermos al
mismo Cristo. En 1886 fue proclamado Patrono
de los Hospitales y de los Enfermos. En 1930, patrón de los Enfermeros y de sus
Asociaciones.
¿LLEGÓ
A SER SAN JUAN DE DIOS SACERDOTE?
San Juan de Dios no
llegó a ser sacerdote, y la Orden Hospitalaria
fundada bajo su espiritualidad tampoco es una orden clerical, lo cual no impide
que pueda haber sacerdotes entre ellos. Los hermanos de la Orden son en general
religiosos no sacerdotes. En su web oficial explican que “la Orden Hospitalaria es laical, es decir, que no es nuestro fin
principal ser sacerdotes, sino hermanos, al servicio de
los demás. Excepcionalmente, algunos podemos ser ‘ordenados sacerdotes en
hospitalidad’. Por ese motivo, desde los orígenes de la Orden Hospitalaria,
siempre hemos tenido sacerdotes de la propia institución, para la atención y
acompañamiento espiritual y religioso de las personas atendidas en nuestros Centros”.
¿CÓMO
SURGIÓ LA ORDEN HOSPITALARIA QUE FUNDÓ SAN JUAN DE DIOS?
San Juan de Dios respondió a la
llamada de Dios a través de un carisma muy particular que cambiaría desde
entonces la atención a los enfermos, poniendo los cimientos de un nuevo modelo asistencial
de las personas enfermas y más vulnerables, otorgándoles la dignidad que tenían
como persona a través de un trato humano y hospitalario hasta entonces
desconocido. Así lo hizo hasta su muerte en Granada, gracias a lo cual pronto
se le unieron varios compañeros que querían servir de esta manera a Dios.
Tras la muerte de San Juan de
Dios, estos compañeros se trasladan a lo que hoy
en día es el Hospital de San Juan de Dios de Granada. En
1550, el hermano Antón Martín llegó a Madrid, donde recibió importantes
limosnas y el ofrecimiento para fundar un hospital: el
Hospital Nuestra Señora del Amor de Dios. De este modo, a la fundación de
Madrid (1552), siguen las de Lucena (1565), Utrera (1567), Jerez de la Frontera
(1568), Córdoba y Sevilla (1570).
Según explican los propios
hospitalarios, entre 1568 y1571 se amplió la
misión de los Hermanos, al
participar como enfermeros en la Guerra de las Alpujarras (1568-1571) y en la
batalla de Lepanto (1571), atendiendo tanto a cristianos como moriscos y
otomanos. Ampliaron así su misión a los ejércitos de tierra y a las
expediciones navales, así como a hacerse presentes en los lugares que sufrían
epidemias o necesidades sociales.
Al fin, en
1571, los hermanos obtuvieron del Papa San Pío V el Breve Salvatoris nostri y en 1572 la
Bula Licet ex debito por
la que se erigió en Congregación Religioso-Hospitalaria el grupo de Hermanos de
Juan de Dios, bajo la
Regla de San Agustín y la obediencia a los Ordinarios del lugar, concediéndoles
hábito propio. Es la primera Orden en la historia de la Iglesia no clerical,
constituida por Hermanos religiosos.
¿DÓNDE
NACIÓ EN REALIDAD SAN JUAN DE DIOS?
Aunque en muchas biografías y en
buena parte del imaginario colectivo está la idea de que san Juan de Dios nació
en Portugal, concretamente en Montemor o Novo, la realidad es que es natural de
un pueblo de Toledo, Casarrubios del Monte.
Según recuerda la Real Academia
de la Historia, San Juan de Dios “nació en el seno de una
familia media en Casarrubios del Monte (Toledo) en 1495. No se sabe el nombre de los padres. Su primer biógrafo,
Francisco de Castro (1585), despistó hasta hace pocos años diciendo que nació
en Montemor o Novo (Portugal), para desorientar sus orígenes; su madre era
cristiana y el padre judío y fue llevado en sus primeros años a Portugal. En
1951 se publicó su verdadero origen en las Relaciones histórico-geográficas de
los pueblos de España hechas por iniciativa de Felipe II, I, Reino de Toledo,
realizadas el 10 de febrero de 1575, en donde se dice que nació en Casarrubios
del Monte, a tan sólo veinticinco años de su muerte. A los ocho años, según
Castro, lo trajo un clérigo de nuevo a España y lo dejó en Oropesa (Toledo),
donde vivió y trabajó hasta 1532, en casa del mayordomo del conde de Oropesa,
Francisco Mayoral. Allí recibió una educación cristiana y estudios propios de
su tiempo, que compartió con su paisano y amigo san Alonso de Orozco, en el
mismo ambiente y familia”.
ORACIÓN
A SAN JUAN DE DIOS
¡Glorioso San Juan de Dios,
caritativo protector de los enfermos y desvalidos!
Mientras vivisteis en la tierra
no hubo quien se apartase de vos desconsolado: el pobre halló amparo y refugio;
los afligidos consuelo y alegría; confianza los desesperados y alivio en sus
penas y dolores todos los enfermos.
Si tan copiosos fueron los frutos
de vuestra caridad estando aún en el mundo, ¿qué no podremos esperar de vos
ahora que vivís íntimamente unido a Dios en el Cielo?
Animados con este pensamiento,
esperamos nos alcancéis del Señor la gracia si es para mayor gloria de Dios y
bien de nuestras almas.
Amén.
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