miércoles, 13 de marzo de 2024

GARABANDAL

 Queridos amigos:

Va pasando el tiempo de Cuaresma y quizá alguno se preguntará si lo está aprovechando bien o no. Está bien evaluar de vez en cuando cómo va nuestro camino cuaresmal, si estamos siendo fieles a los propósitos que hicimos al comenzar, pero es importante que este examen no se convierta en un mirar o volcarnos sobre nosotros mismos. 

El centro es el Señor, hacia Él debemos levantar la mirada. Existe, ciertamente, un peligro de desánimo al ver nuestras imperfecciones o incapacidad de cumplir lo propuesto. Si me entristezco porque no me veo perfecto, debo corregirme y caer en la cuenta de que la tristeza no debe venir de no verme perfecto, sino porque quizá en algún momento por mi poco esfuerzo no he amado a Dios como debería o quizá he fallado porque contaba más con mí mismo que con su gracia. Cuando en la vida espiritual me pongo a mí mismo en el centro algo va mal. Hay que descentrarse.

PREPARAR EL CORAZÓN

A veces pasa la Cuaresma y sí hacemos propósitos, los cumplimos, pero, ¿estamos realmente preparados para esta semana de gracia que es la Semana Santa? El Triduo Pascual constituye el centro del año litúrgico, en él celebramos el misterio de la salvación. Siempre podemos vivir estos momentos con más intensidad y profundidad, como siempre podemos amar más a Dios y agradecerle más y más todo lo que ha hecho y hace por nosotros. «Tanto amó el mundo», como dice San Juan. Así es, Dios nos ha amado tanto. ¿Y qué hizo? «Entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (cf Jn 3,16) ¿Estoy preparado para recibir este don?

¿CÓMO PUEDO PREPARARME?

Si no lo hemos hecho todavía, estamos a tiempo para recibir el sacramento de la reconciliación como preparación para la Vigilia Pascual. La Iglesia nos pide que nos confesemos al menos una vez al año, a no ser que haya conciencia de pecado mortal, entonces hay que confesarse cuanto antes. No hay mejor tiempo para hacerlo que en la Cuaresma, tiempo de especial conversión. Entonces hagamos un buen examen de conciencia y acerquémonos al trono de la gracia. Aunque la Iglesia lo pide solo una vez al año, para el crecimiento espiritual viene muy bien practicar la confesión frecuente buscando siempre crecer en amor a Dios y en la delicadeza de conciencia.‌

Otra preparación es revisar los horarios de los oficios en tu parroquia. Además de leerlo, ver cómo organizarse para llegar antes y prepararse bien para la celebración de los oficios. En esto ayuda mirar antes las lecturas y si es posible meditarlas. También organizarlo para que no tengas que salir corriendo después y puedas quedarte dando gracias a Dios.

La lectura de la Pasión del Señor es también otra preparación muy buena para vivir la Semana Santa. Ya en el Domingo de Ramos escucharemos uno de los relatos de la Pasión de nuestro Señor, pero puede ayudar ir leyendo a lo largo de la semana los relatos evangélicos de la Pasión. Esto es algo que se puede hacer en familia también y así ayudar a los hijos, niños o jóvenes, a vivir en más profundidad los misterios. Que la Semana Santa se viva no solo en la Iglesia y en la hora del oficio, sino que llene toda la vida y toda la casa. Es tanto lo que hizo el Señor por nosotros, ¿cómo no le vamos a dedicar más tiempo o buscar formas de consolarle y acompañarle?

IR A SU ENCUENTRO

El Señor sale a nuestro encuentro, sal tú al suyo. Un momento precioso para acompañar al Señor son los momentos que uno puede pasar junto al monumento. Al finalizar la Misa de cena del Señor del Jueves Santo, el Santísimo Sacramento viene reservado en un monumento, esto suele estar en una capilla lateral, y allí permanece para nuestra adoración. Él nos invita a acompañarle como invitó a los apóstoles a velar y orar con Él en el huerto de Getsemaní. Quedarnos allí en oración silenciosa hará un bien a nuestra alma, pero sobre todo es una respuesta a la invitación del Señor.‌

No olvidemos que quien más sufre con Él, más gozará con Él. Entonces quien mejor se prepara, más gozará en la Pascua.

No dejemos pasar este tiempo de gracia sin aprovecharlo, tenemos que abrir el corazón. María, Nuestra Madre, sale como intercesora nuestra, ella nos puede ayudar a amar más a su Hijo. Ella siguió tan de cerca los sufrimientos de su Hijo, estaba unida a Él, no le abandonó, Ella es la siempre fiel. Nosotros cuántas veces en el sufrimiento o la oscuridad tenemos la tentación de abandonar el camino de la Cruz, sin embargo, Ella no. E igual que estuvo al pie de la cruz de Jesús, sufriendo y ofreciéndose al Padre junto a Él, está también al pie de nuestra cruz, intercediendo por nosotros, alentándonos con su amor maternal. Bajo su mirada no hay nada que temer.

Esta Semana Santa coge el rosario, ponte muy cerca de Nuestra Madre y pídele contemplar la Pasión del Rey del amor a través de sus ojos y que te aumente el amor tan pobre que tienes.

Dios os bendiga,

Equipo garabandal.it

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